Por qué no debemos fiarnos del NutriScore

“Nunca, nunca, nunca te fíes del Nutriscore”. Esta ha sido la advertencia del periodista gastronómico Mikel López Iturriaga a sus seguidores en las redes sociales, sobre el modelo de etiquetado nutricional en la parte delantera de los envases, Nutri-Score. Su mensaje, acompañado de una imagen de unos cereales para niños de la marca Nestlé que llevan una etiqueta Nutri-Score A, suscitó un gran debate.

  • Publicaciones como la del periodista de El Comidista ayudan a advertir a los consumidores sobre lo que hay detrás de esta etiqueta de colores y letras.

 
“Nunca, nunca, nunca te fíes del Nutriscore”. Esta ha sido la advertencia del periodista gastronómico Mikel López Iturriaga a sus seguidores en las redes sociales, sobre el modelo de etiquetado nutricional en la parte delantera de los envases, Nutri-Score. Su mensaje, acompañado de una imagen de unos cereales para niños de la marca Nestlé que llevan una etiqueta Nutri-Score A, suscitó un gran debate. “Estos cereales llevan un 22% de azúcar, y no son en absoluto recomendables para los niños”, advirtió el periodista y jefe de ‘El Comidista’, quien concluyó que el Nutri-Score “es otra herramienta más de Nestlé y otros productores” para marcar productos malsanos como si fueran “sanos”.

Entre las más de 250 respuestas a la publicación de López Iturriaga, destacan mensajes como el del Dr. Stephan Peters, experto en ciencias de la nutrición y representante de la Asociación Láctea Holandes. “La fundamentación científica de NutriScore sigue siendo insuficiente y existe un claro sesgo de publicación detrás de Nutri-Score”, explica Peters en un breve resumen de su reciente investigación publicada en PharmaNutrition que revela que “no hay pruebas científicas suficientes que respalden el uso de Nutri-Score como herramienta eficaz de salud pública”.

La publicación de López Iturriaga no es aislada, ya que el periodista no ha sido el único en criticar las buenas notas que obtienen productos como el Chocapic de Nestlé en el sistema Nutri-Score. Este ejemplo se ha convertido en un emblema de los problemas que se le adjudican a esta etiqueta. El año pasado, El Confidencial publicó una cita del ingeniero y autor del libro La vida es más dulce sin azúcar, Antonio Rodríguez, quien explicó que “el algoritmo que configura la nota del Nutri-score es público y la industria alimentaria ha encontrado la forma de maximizar los puntos positivos y minimizar los negativos”.

Haciendo referencia al ejemplo de los cereales, Rodríguez señaló que “les sube la nota añadir fibra, y a los fabricantes les parece una buena alternativa a quitarle azúcar, que es lo que no quieren, porque con ella se va parte del sabor”. Por su parte, en su libro Que no te líen con la comida, el tecnólogo alimentario, Miguel Ángel Lurueña, reveló otro ejemplo: el de los yogures azucarados con una composición de 12,5% de azúcares, un aporte de 92 kilocalorías por cada 100 gramos y con etiqueta Nutri-Score C. Según explicó Lurueña, “el fabricante solo tuvo que utilizar 0,6 gramos menos de azúcar por cada 100 gramos de producto para que los yogures aportaran 5 kilocalorías menos, pasando de 82 kilocalorías por cada 100 gramos a 77. De este modo, la puntuación cambió de la C de color amarillo a la B de color verde”.

El algoritmo que determina las notas del Nutri-Score ha sido modificado en diferentes oportunidades, sin embargo, las actualizaciones no han resuelto los problemas de base: Nutri-Score calcula las notas en base a 100 gramos de producto, no teniendo en cuenta la porción de consumo, la preparación de los alimentos, el modo de vida de los consumidores, entre otras cuestiones clave. Los defectos siguen allí y debido a ello, la elección de un etiquetado armonizado a nivel europeo se ha estancado y la Comisión Europea no ha tomado ninguna decisión con respecto a este proyecto que forma parte de la Estrategia ‘De la Granja a la Mesa’.

Mientras el proyecto europeo de Nutri-Score sigue fuera de la agenda de la Comisión, los defensores del modelo, entre ellos, los grandes fabricantes que se favorecen con las buenas notas que el sistema le otorga a sus productos, intentan imponer el etiquetado en los distintos mercados donde operan. Es por ello que publicaciones como la del periodista de El Comidista ayudan a advertir a los consumidores sobre lo que hay detrás de esta etiqueta de colores y letras. Pero también contribuyen a lograr cambios.

En España, por ejemplo, la introducción del NutriScore apoyada por el entonces ministro de Consumo, Alberto Garzón, fue frenada por una moción aprobada por la Comisión de Sanidad y Consumo del Senado. La iniciativa presentada por el Grupo Parlamentario Popular en 2021, instó al Gobierno a detener la implantación del sistema NutriScore a fin de evitar “las incertidumbres a las empresas del sector alimentario y la confusión a los consumidores”.

Esta moción significó un paso a favor de los consumidores, como así también de la defensa de los productos tradicionales españoles. Sin embargo, la etiqueta aún figura en algunos productos presentes en los supermercados españoles debido a que fabricantes como Nestlé, Danone y otros, han decidido adoptarla de manera voluntaria. Tiene sentido que así lo hayan hecho, debido a las buenas notas que obtienen sus productos. Sin embargo, basta con ver lo que sucedió en Francia tras la última actualización del algoritmo del NutriScore, donde empresas que ya habían incorporado el etiquetado de manera voluntaria como es el caso de Bjorg, decidieron quitarlo al ver sus notas retroceder tras la nueva versión del etiquetado.

España no es el único país que le puso un freno al Nutri-Score. En Rumanía, la Autoridad Nacional para la Protección del Consumidor (ANPC) ha prohibido el uso de NutriScore al considerar que puede confundir a los consumidores. Una decisión similar a la que tomó la Autoridad Antimonopolio de Italia (AGCM). Mientras que el año pasado, el Consejo de Estados de Suiza, aprobó una moción de la Comisión de Ciencia, Educación y Cultura pidiendo a los representantes que prohíban la etiqueta NutriScore al considerar que para promover una dieta saludable se necesita un enfoque amplio y por ende, no se puede depender de puntajes asignados a paquetes de alimentos individuales. En definitiva, “no debemos fiarnos del Nutri-Score”, ni de aquellos fabricantes que basan sus campañas de marketing en las buenas notas que tienen sus productos malsanos gracias a un sistema permisivo que les permite mejorar su imagen.

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