- EL 6 de septiembre se cumplian 75 años de la explosión accidental del polvorín militar que se situaba junto al monte Gurugú en Alcalá de Henares.
La Asociación de Recuperación de Memoria Histórica de Alcalá de Henares (ARMHADH) organizó un acto sobre el 75º aniversario de la explosión del polvorín de Alcalá de Henares. El acto fue presentado por el presidente de la ARMHADH, Manuel Ibáñez, y conducido por el historiador alcalaíno Julián Vadillo, coautor de “La explosión del polvorín de Alcalá de Henares (1947)”.
- Crónica gráfica de Pedro Enrique Andarelli para ALCALÁ HOY
La conferencia se celebró este miércoles 21 de septiembre en el salón de actos de la Concejalía de Educación, Antiguo Conventos de Capuchinos en la calle Santiago, y asistieron asistieron la concejala de Educación, Diana Díaz, y los concejales de UP-IU, Teresa López y David Cobo. Así como el secretario comarcal de CCOO, Vicente García y el concejal socialista Manuel Lafront.
“El 6 de septiembre de 1947 se produjo la explosión accidental del polvorín de Alcalá de Henares, así se desprende de la documentación, y se sumó a una serie de terribles explosiones de polvorines militares que en aquellos años se dieron en España, como el de Pinar de Antequera, (Valladolid) o el de Cádiz. Debidos todos ellos a un deficiente almacenamiento o mal estado de la munición”, explicó el profesor Vadillo ante un centenar de asistentes que llenaron el salón de actos.
“La explosión del polvorín de Alcalá de Henares fue una detonación terrible que segó la vida de 23 personas y causó decenas de heridos. Esta horrible tragedia fue utilizada por la dictadura para reprimir a los movimientos antifranquistas que de forma clandestina se organizaban en Alcalá de Henares, su comarca y Madrid”.
“Mediante detenciones arbitrarias e interrogatorios en los que se recurría a la tortura fueron detenidas decenas de personas vinculadas al PCE y la JSU. El resultado fue el de 69 personas condenadas a penas de prisión y ocho condenados a muerte, fusilados el 8 de agosto de 1948 en el Penal de Ocaña. Todos ellos inocentes”.
Tras el acto hablaron familiares de varias personas que sufrieron prisión por este montaje de la dictadura, de las amenazas y amedrentamiento que sufría toda la familia, de la imposibilidad de encontrar trabajo para estas personas cuando salían de prisión. Por todo ello reclamaban verdad, justicia y reparación.
El coordinador de IU, David Cobo, reclamó la necesidad de que las placas y monumentos a los que combatieron y sufrieron la dictadura estén en lugares céntricos y concurridos, y no en lugares de la periferia por los que nadie pasa, así como la necesidad de un espacio de memoria y dignificación al preso político que más tiempo pasó en las cárceles de la dictadura, el poeta comunista alcalaíno Marcos Ana.
Marcos Ana fue un asesino condenado por sus crímenes. Aún le recuerdan los familiares de los asesinados, que también tienen memoria histórica y no olvidan quién asesinó a sus antepasados.
Es completamente cierto que todos los condenados por la explosión del polvorín eran inocentes, empezando porque en Alcalá nunca existió maquis ni una resistencia clandestina organizada ya que estando tan cerca de Madrid y con una fuerte guarnición militar eso hubiera sido impensable. Además, se sabe a ciencia cierta, y las autoridades franquistas de la época probablemente lo sabían también, que la explosión fue accidental y debida al mal estado de conservación de la munición, sobrante de la Guerra Civil. En consecuencia, el proceso y las ejecuciones fueron simplemente un crimen.
El caso de Marcos Ana es complejo. Para empezar no fue procesado y condenado por “delitos políticos” como otros muchos bajo eufemismos como el de auxilio a la rebelión, que ya tiene narices cuando los que se rebelaron fueron los franquistas, sino por varios asesinatos.
No tengo manera de comprobar la certeza o la falsedad de estas acusaciones, esto es algo que tendrán que hacer los historiadores, pero lo que sí es cierto es que no fue condenado y encarcelado por motivos políticos. Cierto es que él siempre se presentó como tal, pero tampoco justificó que yo sepa su inocencia.
Insisto, no puedo afirmar ni negar nada acerca de estos presuntos delitos, ni por supuesto pretendo hacerlo, pero sí me gustaría recordar que no todos los encarcelados y ejecutados por Franco eran inocentes, aunque sí lo fueran muchos de ellos; pero también hubo criminales de guerra en el bando republicano, y el hecho de que la represión y los asesinatos fueran mayores en el bando franquista, que lo fueron, no puede ocultar este hecho. Por desgracia en la Guerra Civil afloró lo peor de la sociedad española en ambos bandos, con independencia de que en uno de ellos la violencia estuviera institucionalizada y en el otro no.
En cuanto al caso concreto de Marcos Ana, insisto en lo ya dicho: es tarea de los historiadores dilucidar su responsabilidad, no mía.