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De aquel objetivo de sustituir al PP, los de Inés Arrimadas están haciendo gestos que explicarían que el veto que Albert Rivera le impuso al PSOE de Sánchez ya no es tal.
- Analista político colaborador de ALCALÁ HOY
La decisión de Ciudadanos ha sido, sin duda, de lo más comentado en los últimos días en el plano político. Según a quien se lea, Ciudadanos ha resucitado o ha muerto. Desde mi punto de vista, lo que es un hecho es que Ciudadanos ha regresado a la relevancia política. Para bien o para mal, eso todavía no lo sabremos porque lo que también es un hecho es la incertidumbre sobre cómo habrá influido su decisión en el electorado.
En todo caso, parece obvio que la estrategia política de Ciudadanos ha tomado un nuevo rumbo. De aquel objetivo de sustituir al PP, los de Inés Arrimadas están haciendo gestos que explicarían que el veto que Albert Rivera le impuso al PSOE de Sánchez ya no es tal. Sin ir más lejos, aquí, en Alcalá, los nuevos Presupuestos Municipales saldrán adelante no por el respaldo de Unidas Podemos, que a priori podría ser la ecuación más lógica, sino por el voto afirmativo de Ciudadanos. Donde dije digo, digo Diego, dirán algunos. Yo más bien creo que este nuevo rumbo se explica como un intento de Ciudadanos de diferenciarse del Partido Popular. Es decir, desde la óptica de Ciudadanos, están haciendo todo lo que no es capaz de hacer, hoy por hoy, el PP: acordar con el PSOE. Y de paso, esto les sirve para alejarse de VOX y de su discurso, en el que muchos, como también al PP, le habían encasillado. Yo no hablaría de utilidad, como hablan algunos, sino de hacer lo que uno cree que es mejor en beneficio del interés general. La utilidad en política es un concepto más subjetivo que objetivo.
Interpretar el sí de Ciudadanos como un sí al Gobierno de Sánchez e Iglesias, aparte de irreal, me parece caer en la trampa. Me niego a aceptar la paranoica teoría de los que señalan con el dedo a Inés Arrimadas como una traidora, palabra gruesa donde las haya, por haber facilitado la prórroga del estado de alarma por 15 días más. Para algunos ya no es la Arrimadas implacable contra el nacionalismo catalán y para otros, Ciudadanos ya no es un partido ‘facha’ que pacta con VOX. Estos juicios de valor –si se les puede llamar así- tan poco trabajados pueden estar bien para generar repercusión en Twitter, pero no se corresponden con la realidad.
Ya he dicho que todavía no sabremos cómo influirá la decisión de Ciudadanos en el electorado, pero, por lo pronto, yo prefiero sacarle los efectos positivos que, a mi juicio, tiene. Por ejemplo, con un Presidente del Gobierno con poderes especiales dada la vigencia del estado de alarma y con un Pablo Iglesias erigido en pieza fuerte en la toma de decisiones del Gobierno, siempre es positiva la concurrencia de partidos como Ciudadanos que, en mi opinión, tienen una visión más realista de la economía que la que tiene Podemos. O que en vez de pactar las grandes cuestiones que conciernen a España solo con partidos nacionalistas a los que España les importa entre poco y nada, el Gobierno se las tenga que ver obligado –esto es lo triste- a llegar a acuerdos con partidos que sí tienen en su ideario que España es solo una, diversa, sí, pero solo una. Una única nación de ciudadanos libres e iguales.
La historia ha querido que España, como el resto del mundo, se enfrente a la mayor crisis que se recuerda desde el siglo XX y que lo haga, además, con el Congreso de los Diputados más fragmentado de nuestra trayectoria democrática. Por eso es vital que se produzca, como pedí recientemente, un gran pacto por España. Y ojalá el PP también esté presente en ese gran acuerdo para hacer frente a la España postcoronavirus. Porque su concurso como primer partido de la oposición es realmente importante.
Siendo sincero, no tengo elementos a día de hoy para decir qué creo que hubiera sido lo mejor. Hay quienes apelan a leyes de rango inferior para dejar atrás el estado de alarma, pero no hay certezas jurídicas que aseguren que con esa legislación, tal y como está redactada ahora, pudieran adoptarse medidas de confinamiento, restricción de la movilidad y distanciamiento social. Otros apelan a un estado de alarma indefinido, sin horizonte ni en el tiempo ni en las medidas, pero el estado de alarma no puede ser el estado de alarma que el Gobierno quiere que sea. Porque es un Gobierno en minoría y porque tiene que tejer consensos con todas las fuerzas políticas. Habrá que encontrar términos medios entonces.
Entiendo a los que no ven nada positivo en este paso andado por Ciudadanos. Incluso entiendo que les desconcierte. Quizá el Gobierno, vista su nula capacidad de diálogo con el resto de formaciones políticas y su relación poco amistosa con la verdad, como diría Savater, no merezca ese apoyo. Incluso siendo posiciones diferentes, comprendo los argumentos esbozados tanto por PP como por Ciudadanos. Alguno podrá pensar que eso no puede ser y que hay que posicionarse en un sentido o en otro, pero no son tiempos de trincheras los que vivimos. Lo más fácil siempre será ver la jugada desde el sofá de casa o desde la inmediatez de las redes sociales que desde el terreno donde se toman decisiones. La política, como la vida misma, es eso, tomar decisiones. Y aunque nos equivoquemos, siempre será mejor que preguntarnos qué podríamos haber hecho y no hicimos.
Dar lo mejor de uno mismo, esa es la cuestión.