- Carlos Cotón es miembro del Consejo de Dirección de UPYD y Portavoz en Alcalá de Henares
Definitivamente, defender la idea de España –en España- se ha convertido en algo revolucionario. Ahora, lo predominante es, precisamente, atacar a España, y no solo desde el punto de vista de sus símbolos, no, sino desde el punto de vista de aquello que protegen y garantizan esos símbolos.
La escena de Dani Mateo sonándose los mocos en una bandera de España durante un programa de televisión, ha tenido mucha repercusión. Pero, aunque no fuera su principal intención, con ese gesto, Dani Mateo se estaba fanfarroneando no de una bandera, no de unos colores, no de un símbolo, sino de lo que hay tras esa bandera, tras esos colores y tras ese símbolo.
La bandera de España representa la Constitución española, y la Constitución española no es un texto que recoja palabras y nada más, sino que es el marco de convivencia que garantiza nuestros derechos y libertades como ciudadanos españoles y como ciudadanos europeos. La Constitución española es el instrumento que garantiza nuestro sistema democrático, que nos permite vivir en democracia con todas las ventajas que eso supone.
El populismo y el nacionalismo amenazan hoy a España, a Europa y al mundo globalizado en el que vivimos. Las amenazas hoy día ya no son las que pudiéramos conocer de los regímenes totalitarios basados en las armas o en la represión social. Las amenazas democráticas, como las sociedades, han evolucionado. Y lo hemos visto en Cataluña, donde se ha producido un golpe de Estado, un golpe a la democracia, sin la necesidad de empuñar un fusil y directamente desde las instituciones.
Los movimientos populistas y nacionalistas se están aprovechando de la incertidumbre política y social que impera en este mundo globalizado, y por eso avanzan con fuerza. Los Estados, por su parte, han de defenderse. Hay que demostrar que los populistas y los nacionalistas no son adversarios políticos cualesquiera, sino que son movimientos que operan al margen de las reglas democráticas.
En España, la mayor amenaza democrática que sufrimos hoy día es la del separatismo. Lo hemos visto en Cataluña, donde un grupo de políticos han intentado convertir en extranjeros a una parte de los españoles, donde han marginado la opinión mayoritaria de una sociedad que como la catalana, quiere seguir formando parte de España y de Europa. Pero también nos enfrentamos a los populismos y a los nacionalismos fuera de nuestras fronteras -en Europa-, aquellos que nos dicen que la idea del proyecto común europeo se ha agotado, aquellos que nos dicen que debemos caminar por separado y no unidos como hasta ahora. Aquellos que nos enseñan el camino de la resignación y el enfrentamiento.
La mentira y la manipulación, son las mejores armas con las que cuentan este tipo de movimientos, y lo que no puede hacer un Estado es mantenerse al margen mientras unos pocos tratan de destruir, con total impunidad y sin oposición, lo que durante muchos años hemos venido construyendo –y lo seguimos haciendo- todos. Los separatistas catalanes, apoyados por los nacionalistas vascos y en menor medida por los nacionalistas gallegos, intentan vender una imagen de España antidemocrática, donde no se respetan los derechos y las libertades más fundamentales. Los demócratas no podemos permitir eso, no podemos permitir que aquellos que realmente no creen en la democracia, nos insulten y nos humillen con total descaro. Nosotros tenemos más y mejores argumentos que ellos.
Cuando yo defiendo a España no estoy defendiendo una bandera como tal o unos colores predeterminados, no estoy defendiendo un sentimiento, estoy defendiendo los derechos y las libertades que esa bandera, a través de la Constitución española, me garantiza a mí y al resto de mis conciudadanos. Cuando yo defiendo la idea de Europa, no estoy defendiendo una utopía, estoy defendiendo el concepto de ciudadanía, la unión de los ciudadanos de diferentes países y de diferentes culturas. El nacionalismo y el populismo representan la ruina tanto para España como para Europa.
Cuando decimos que los secesionistas catalanes pretenden romper España, no nos estamos refiriendo a que un mapa se esté cayendo a pedazos, nos referimos a que se está tratando de fomentar y de imponer la desigualdad ante la ley, la idea de que en España, según en el territorio en el que se viva, hay ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda. No puede ser que las leyes sean optativas –de hecho, no lo son-, y el Estado no puede permitirse que esa idea se extienda entre el imaginario colectivo. Las leyes se respetan, se cumplen y las cumplimos todos, y quien no lo hace, tiene su correspondiente sanción. Es muy sencillo. Es la esencia misma de la democracia.
Como plasma Rosa Díez en su último libro, “la idea de España es una realidad con más de quinientos años de historia que ha sido un proyecto exitoso y que sigue siendo la plataforma más segura y potente para navegar por las aguas turbulentas de un mundo globalizado, complejo e incierto”.
No podemos permitir que los antidemócratas, los totalitarios, en fin; los populistas y los nacionalistas, nos roben España y todo lo que ella representa. Cuando alguien se recochinea de la bandera de España, cuando alguien se burla de los símbolos de España, lo que está haciendo es recochinearse y burlase de los derechos y las libertades que nos asisten para practicar, en términos de igualdad, nuestra condición y nuestro papel de ciudadanos libres e iguales.
Las personas libres no se preguntan qué va a pasar sino qué vamos a hacer. Lo que está en riesgo es la democracia y nuestras libertades. Ante eso, no podemos permanecer impasibles.
Carlos Cotón es miembro del Consejo de Dirección de UPYD y Portavoz de UPYD Alcalá de Henares