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Nuestros conciudadanos de extrema derecha parecen estar hartos del estado de alarma, del virus que lo ha provocado y del tedio de semanas y semanas encerrados en casa.
- Santiago López Legarda es un periodista alcalaino que ha ejercido en diferentes medios nacionales.
Si yo fuera corresponsal en Madrid de un periódico extranjero, creo que trataría de resumir para mis lectores la situación en España con este titular: la derecha busca el caos y el Gobierno hace una gestión caótica. Si tienes un titular aceptable, ya tienes la mitad de la crónica; pero aún queda la otra mitad. Y esa otra mitad a veces es la parte más ardua del trabajo, sobre todo si uno tiene el prurito profesional de que el contenido del texto se ajuste a lo que anuncia o afirma o sugiere el titular.
En el caso de España, habría que empezar por buscar una explicación, ya que no es posible una justificación, a ese último episodio inconcebible del pacto con EH Bildu a cambio de su abstención en la última prórroga del estado de alarma. A mi modo de ver, ese pacto, en el que tantos y tantas cosas fueron traicionados y engañados, es fruto de la desesperación con la que el Ejecutivo de Pedro Sánchez lucha por su supervivencia. Y el máximo responsable político del mismo es el propio Sánchez, que no quería arriesgarse a sufrir un revolcón en el Congreso y ordenó a sus peones de brega que amarrasen cuantos votos fuera posible, sin detenerse a considerar los “efectos colaterales” que pudieran venir después.
En realidad podríamos decir que todo lo que está pasando en el ámbito político no es otra cosa que los “efectos colaterales” de la complicadísima aritmética parlamentaria surgida de las últimas elecciones. La derecha y el mermado centro-derecha se instalaron en el no; y a partir de ahí ya supimos que lo que venía era una interminable sucesión de ejercicios en el alambre. Porque la crítica desde la tribuna de oradores puede, y en ocasiones debe, ser todo lo implacable y acerada que se quiera; pero si se materializa en un no inamovible, la consecuencia suele ser el bloqueo o el funambulismo.
Después de semanas de encierro, una parte de la sociedad comenzó a dar muestras de impaciencia y descontento, pese a que los datos objetivos demuestran que ha sido una estrategia adecuada para contener la expansión del virus. La extrema derecha se lanzó sin pudor a explotar ese descontento y el PP se ha dejado arrastrar a una política de bloqueo y confrontación por miedo a que los radicales del cuanto peor mejor le robasen la cartera. ¿Y qué es lo que nos proponen unos y otros? Un cambio de caballo en mitad de esta corriente que amenaza con arrastrarnos a todos.
Supongamos que el estruendo de las cacerolas y cláxones presuntamente patrióticos, unido a las divisiones e incoherencia internas, hiciera caer a este Gobierno. ¿Estaríamos en una situación mejor para hacer frente a la pandemia? A mí me parece que la respuesta es no, porque lo que vendría serían meses de interinidad e incertidumbre hasta la celebración de unas nuevas elecciones generales, y no está claro en absoluto que de dichas elecciones surgiera una mayoría parlamentaria suficiente. Y tampoco quiero ser tan mal pensado como para creer que lo que en verdad desearían nuestros cabreados conciudadanos de la derecha y la extrema derecha no es la celebración de nuevas elecciones, sino la resurrección de algún espadón decimonónico.
Así que estamos en mitad de la corriente y la peor opción es esa aventura de cambio de caballo que nos proponen con su discurso y con sus hechos el PP y sus aliados/adversarios de VOX. No hay ni un solo dato objetivo para suponer que un Gobierno encabezado por Casado lo habría hecho mejor; y tampoco lo hay para suponer que lo habría hecho peor. El hecho incontestable es que los ciudadanos prefirieron que lo encabezase Pedro Sánchez. Y lo que necesitamos es que este Gobierno, por mucho que se equivoque y mucha crítica política que merezca, sea ayudado por las fuerzas parlamentarias y la disciplina social a superar las consecuencias terribles de la pandemia. Lo que no necesitamos es gente buscando el caos a base de poner palos en las ruedas.
Muy buen análisis, con objetividad y lógica aplicada. Gracias
PP y EH Bildu han firmado acuerdos en el parlamento Vasco. Quien negocia con “etarras”?
Estoy harta de que la extrema derecha me robe mi bandera, como si solo les representase a ellos. Y la violencia que están desatando no tiene ningún sentido. Detrás de sus ropas caras hay mucha violencia y poca humanidad. Se les ha ido la olla. Son iguales que Trump.
Y porqué piensa el articulista que todos los que se manifestaron eran de Vox ?
En ningún país del entorno de está sometiendo el Gobierno al control del Parlamento como foro de la voluntad del pueblo. Y este gobierno es muy reciente surgido de la voluntad popular. Es el Anti caos. Asistimos a una rigurosa mecánica parlamentario, estricta y brillante aplicación de la Constitución, pura y admirable democracia.