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El presidente en funciones desveló el nombre de Nadia Calviño como próxima Vicepresidenta del Gobierno para asuntos económicos. ¿No es eso vender la piel del oso antes de matarlo?
- Santiago López Legarda es un periodista alcalaino que ha ejercido en diferentes medios nacionales.
Al día siguiente lo que más me sorprendió al abrir el periódico fue la casi unanimidad de los analistas y expertos en dar como perdedor a Albert Rivera. Ya se sabe que cuando tu barco sufre una vía de agua, los que hasta ayer te hacían la pelota te abandonan como ratas. Pero tanta coincidencia me resultó sospechosa, pese a que el líder de Ciudadanos se copió un poco a sí mismo, con ese trozo de adoquín que se trajo de Barcelona y demás. Habría que reconocerle a Rivera, al menos, un esfuerzo de sarcástica originalidad, que los demás no tuvieron: entre sus promesas incluyó muy solemnemente la supresión del I.C.B. El Impuesto de la Corrupción Bipartidista.
Así que yo no ví como perdedor a Rivera. Tampoco es que le viera como ganador, pero creo que hizo con brío y buenos argumentos lo que tenía que hacer: disputarles el voto a los líderes del PP y VOX. Memorable fue la respuesta que le dio a Abascal, abonado durante años a las mamandurrias que le proporcionaba su amiga Esperanza Aguirre, cuando le preguntó si había necesitado ganar casi 400.000 euros antes de darse cuenta de lo inútiles y despilfarradores que resultan algunos organismos públicos. Otra cosa distinta es que, según las encuestas, Ciudadanos ha entrado en barrena seguramente por los errores del propio Rivera. No puede uno empecinarse en negarle hasta el saludo a Pedro Sánchez y venir ahora ofreciéndose como el gran desbloqueador para después del 10-N.
Al Presidente en funciones sí que lo vi mal. No como perdedor del debate, sino mal físicamente, como si no hubiera dormido o como si las pesadillas que provoca el poder lo estuvieran desgastando aceleradamente. La cámara lo captó varias veces pálido y cabizbajo, con gesto de estar un poco harto de las cosas que le dicen sus adversarios.
Puede que la convicción íntima de haberse equivocado le esté llevando a un comportamiento errático. Anunció el nombre de Nadia Calviño como próxima Vicepresidenta del Gobierno para asuntos económicos. ¿No es eso vender la piel del oso antes de matarlo? Después propuso, como bálsamo de Fierabrás para esta España que se bloquea a sí misma, que se deje gobernar a la lista más votada. Albricias, porque ese era el mantra que solía vendernos machaconamente el Partido Popular. Y lo propone ahora el hombre que fue descabalgado de la Secretaria General del PSOE por negarse tozudamente a dejar vía libre a un tal Rajoy, que era el representante de la lista más votada. Se ve que Sánchez y sus asesores siguen teniendo dificultades para entender cómo funciona un régimen parlamentario.
Más muestras del errático discurso del inquilino de la Moncloa: prometió traer a suelo patrio al huido Puigdemon si gana las elecciones, cuando esa parece ser una tarea reservada a los jueces en exclusiva; y amenazó con volver a incluir dentro del Código Penal la convocatoria de referendos ilegales, cosa que hizo el PP en época de Aznar y luego eliminó, con su proverbial talante, el socialista Rodríguez Zapatero.
En el capítulo de las políticas sociales, los dos representantes de la izquierda coincidieron en varios puntos, pero uno me llamó la atención: eliminar los llamados copagos sanitarios. ¿Los jubilados españoles pueden ir mañana y tarde a tomar un café y echar la partida en el centro de mayores y no pueden pagar 8 euros al mes en medicinas? No me lo creo. Lo que pasa es que los “mimos” populistas hacia la llamada tercera edad con tal de atraerse su voto están alcanzando un descaro nauseabundo.
Náuseas produce también por momentos el discurso racista e inconstitucional de la extrema derecha. Dijo Abascal que entre sus objetivos está la defensa de los pilares cristianos de nuestra civilización. Sinceramente no creo que en pasaje alguno del Evangelio pueda encontrarse apoyo o inspiración para unas políticas que, de llevarse a cabo, serían pura y simplemente un crimen de lesa humanidad. “Los pobres son los que más necesitan una patria que les defienda”, soltó mi tocayo en otro momento de la noche. Pero resulta que la propuesta fiscal que defiende es especialmente favorable para los más ricos y pudientes. Así que podemos sospechar que la patria con la que sueña Abascal amaría tanto más a sus hijos cuanto mayores fueran las rentas o los patrimonios que tuvieran acumulados.
En el extremo opuesto se situó Iglesias, quien sueña con una patria que les pague a sus hijos el recibo de la luz. Una vez más defendió la creación de una gran empresa pública que produzca y distribuya electricidad cobrándola a precios más baratos que los actuales. Me parece que la única manera de hacerlo sería subvencionando los recibos con cargo al presupuesto. Y, en ese caso, por qué no subvencionar los combustibles, el pan, la leche y el jamón de bellota para estas fiestas navideñas que ya se nos echan encima. El desastre completo, vamos.
¿A quién votar? Porque votar, hay que votar, eso no lo vamos a discutir. Quizás deberíamos elegir a alguien que no insulte a nuestra inteligencia con argumentos como este, dicho por Pablo Casado en el debate o en algún mitin previo: si no votáis al Partido Popular, los que mandarán en España son Torra y los proetarras de Bildu. Que los dioses nos protejan y nos iluminen.