- Carlos Marigil Alba, Estudiante de último curso de arquitectura y urbanismo en la UAH.
No obstante, tienen parte de razón todos aquellos que se quejan de la próxima dificultad de acceder con el coche al centro de la ciudad y de aparcar. Sin negar que parte de ellos lo hacen por razones de comodidad, hay una razón de peso en reclamar que el proyecto no está acompañado, y debería de estarlo, de medidas concretas que resulten una alternativa viable de desplazamiento, y esto, en Alcalá, señala directamente a nuestra red de autobuses. Es insuficiente, es ineficiente, está obsoleta en términos de planificación y no es capaz de ser competitiva con el coche en los trayectos al centro de la ciudad ni a otros focos, más desde determinados barrios peor conectados. En definitiva, se ha dificultado la posibilidad de acceder en el coche y aparcar en el centro de la ciudad en pos de una movilidad más sostenible, pero no se han ofrecido las alternativas.
Hay que ser conscientes por supuesto de que es el Consorcio Regional de Transportes de Madrid el responsable de ésta red en la ciudad, y que las relaciones entre el Ayuntamiento y el Consorcio no han sido muy fructíferas en los últimos años, pero si el Ayuntamiento quiere proponer un proyecto de ciudad y de movilidad más sostenible, la casi única manera de ofrecer una movilidad interna colectiva competitiva es con autobuses, por razones obvias, y esto ningún equipo de gobierno ha conseguido rectificarlo.
Algunas de las reivindicaciones más sonadas, como la ampliación de la línea 8 al centro de especialidades o la creación de una línea circular son solo ejemplos de una red llena de trayectos que no están cubiertos, rodeos interminables, líneas innecesarias o duplicadas, insuficiencia horaria y barrios donde ni siquiera llega. Esto ocurre porque las líneas no han cambiado, al margen de parches o extensiones inútiles, desde su creación hace más de cuarenta años, cuando las necesidades y trayectos de la ciudad eran a todas luces diferentes, por no hablar de la inexistencia de una estación de autobuses competente para el centro comarcal que somos o un intercambiador ferroviario en el lugar que ocupa la decadente estación de cercanías de nuestra ciudad, pero esto ya es harina de otro costal.
La cuestión es que la movilidad es sin duda uno de los grandes retos de Alcalá de Henares por su doble condición de ciudad perteneciente al área metropolitana más grande de España y de ciudad con una fuerte demanda interior por tener una universidad, una distinción de Patrimonio de la Humanidad y cerca de 200.000 personas, condicionantes que confluyen todos en el proyecto de la Plaza Cervantes que da pie a este artículo y lo justifica. El sistema de trenes y autobuses que nos conecta con Madrid, Guadalajara y otras partes del área metropolitana es cada vez menos competitivo en términos de tiempo, coste y fiabilidad, algo que, unido a la falta de planificación general y actualización de nuestra red interior, hace de nuestro modelo uno que no puede competir con el coche. Más aún, es incompatible con una ciudad que aspira a vivir del turismo y con una oferta cultural tan grande en el centro que trasciende las necesidades de nuestros vecinos para ofrecer alternativas de movilidad a los visitantes que saturan nuestros aparcamientos cada vez que vienen.
En conclusión, si queremos cambiar el sistema de movilidad de nuestra ciudad en detrimento del coche, algo indiscutible e irrenunciable a lo que aspira éste proyecto de semipeatonalización, los responsables de éste área (en este caso el Ayuntamiento, pero por extensión también la Comunidad de Madrid a través del Consorcio) no pueden limitarse a una operación de maquillaje del espacio público de la Plaza Cervantes y la calle Libreros.
Efectivamente, es un proyecto que va a hacer el centro más respirable y quizás anime a algunas personas a dejar el coche en casa, algo que es de aplaudir, pero no va a solucionar el problema de raíz: la movilidad de los ciudadanos.