- David Cobo García. Coordinador Asamblea de Izquierda Unida Alcalá de Henares
Vivimos en una sociedad repleta de miedos. Miedo a no tener dinero para el dentista. Miedo a que te suban el alquiler. Miedo a perder el trabajo. Miedo a no llegar a fin de mes… pero si todos y todas tuviéramos cubiertas nuestras necesidades básicas la mayor parte de estos miedos desaparecerían.
Según la actual Constitución Española se supone que vivimos en una democracia donde el poder emana del pueblo y en la que todos somos iguales. Se supone que todos los ciudadanos tenemos derecho a disponer de una vivienda y derecho al trabajo. Deber de conservar el medio ambiente, derecho a la educación, la sanidad… todos sabemos que estos derechos son mentira.
Son mentira porque no es cierto que se respete tu derecho a la sanidad cuando te dan una cita para el especialista para dentro de un año.
El derecho a la educación es mentira desde el momento que un alumno universitario abandona los estudios cuando su familia no puede permitirse pagar la matrícula. No existe el derecho a la educación cuando se quiere cursar Formación Profesional y miles de estudiantes se quedan sin plaza.
No hay derecho al disfrute del medio ambiente cuando a grandes empresas les es más rentable pagar multas por contaminar que dejar de hacerlo.
El derecho al trabajo no es real cuando los derechos a los trabajadores son sistemáticamente vulnerados en todos aquellos lugares donde no hay organización sindical; el 42% de las horas extra que se hacen en España no se pagan, no se reconocen las categorías laborales, no se respetan los horarios. En materia de seguridad laboral, son 798 trabajadores y trabajadoras las que se dejaron la vida en el trabajo durante 2024 en España. Y cuando un trabajador da el paso adelante denunciando que se están violando sus derechos, sabe que su vida laboral en esa empresa ha terminado, ya que el empresario le pondrá en calle mediante barato despido improcedente.
Cuando el trabajo precario es la única opción, el derecho al trabajo es una patraña.
Cuando la vivienda es utilizada como objeto de especulación financiera sin control, cuando las familias trabajadoras son expulsadas de sus ciudades al no haber alquileres asumibles, cuando casi la mitad de las viviendas que se venden en España son pagadas a tocateja acaparadas por fondos de inversión e impunes especuladores. El derecho a la vivienda es una burda mentira.
No todos somos iguales cuando la justicia no es igual para todos. No todo el mundo tiene capacidad económica para recurrir hasta las últimas consecuencias. No todo el mundo tiene dinero para elegir su abogado y, por supuesto, no todo el mundo puede elegir al juez.
Decimos que vivimos en democracia cuando la Jefatura del Estado no es periódicamente elegida por el pueblo sino heredada familiarmente. La monarquía es una institución anacrónica que perpetúa privilegios y desigualdades. Su estructura patriarcal y hereditaria niega la igualdad y la participación ciudadana. La inviolabilidad del rey, consagrada en la Constitución, choca con los principios de transparencia y rendición de cuentas. La monarquía es incompatible con la democracia.
Vivimos en un contexto de ofensiva reaccionaria. Vagamos respondiendo escandalizados a las ofensivas de la derecha. Hablemos claro, que se escandalicen ellos.
Necesitamos República. No solo para dejar de alimentar de lujos, privilegios e impunidad a los Borbones. No solo pensando en una medida estética y simbólica. Necesitamos República para construir una democracia que verdaderamente asegure el cumplimiento de los derechos conquistados por la población.
Necesitamos una nueva Constitución republicana que blinde los derechos de las familias trabajadoras, que asegure de forma fehaciente e inequívoca el derecho al trabajo digno, a la vivienda, a la educación y a la sanidad pública de calidad. Derechos que queden protegidos de cualquier deriva reaccionaria por parte gobiernos autonómicos o municipales.
Queremos una sociedad donde todos los recursos del Estado se utilicen para asegurar el bienestar de la gente. Sin privilegios ni impunidad. Donde nadie pueda comprar los derechos de la gente ni con todo el dinero del mundo.
Queremos a los corruptos, explotadores y especuladores en la cárcel. Su codicia solo merece desprecio.
La gente corriente no debería temer al poder, el poder debe estar realmente en manos del pueblo y utilizarlo en beneficio común. Para eso necesitamos República, porque queremos vivir dignamente y lo queremos ahora.
Este señor todavía no se ha enterado que en una república democrática pueden estar en el poder tanto la derecha como la izquierda. A no ser que su república según la entiende sea una dictadura del proletariado o lo que es lo mismo la redistribución de la pobreza. Ya en la segunda república no entendieron la alternancia en el poder y cuando ganaron las derechas en 1934 dio la izquierda un golpe de estado que llevó a la guerra civil en 1936. Así que señor Cobo no manipule y deje su maldad que queremos vivir en libertad algo que usted conoce por su edad y no queremos que nos trate como tontas. Algunas ya somos mayorcitas para creer en iluminados sectarios
Hasta “Solo” he leido. Ciertos grupos se creen en posesión de la verdad absoluta y me resulta repelente, como me repelería que me tratase de gobernar un obispo o un ayatolá con la biblia o el coran como bandera. Exponer las razones sin absolutismos permite elegir con mayor conocimiento de causa.
Y no, amigo, ser republicano no garantiza ser honesto.
Ser republicano no garantiza ser honesto. Ser monárquico tampoco. Lo que es seguro es que no se puede ser monárquico y demócrata.
Ni siquiera como falacia resulta apropiada semejante simpleza. Diselo a paises como UK, Dinamarca, Holanda o hasta Japón o a ciertas republicas desde USA hasta Perú, esre último con todos sus expresidentes juzgados y encarcelados o huidos, por no mencionar algunas que conocerás mejor que yo. Cada vez que me pongo a pensar quien podria ser en España un buen presidente de la República “me se abren las calnes”. Quizás conoces a alguien, Anguita, no?, el mismo del que ahora abominan ciertos colectivos cercanos a la izquierda…
A la República, cuyos promotores cometieron, justo es decirlo, graves errores que provocaron que se les fuera de las manos, se la cargaron los dos extremismos, por un lado los sublevados franquistas -aunque Franco se mantuvo en segundo plano hasta que pudo dar su propio golpe de mano- y por otro aquéllos -anarquistas, comunistas e incluso el sector radical del PSOE liderado por Largo Caballero- que no deseaban un gobierno democrático, sino su propia revolución… y cada uno a su manera, conviene no olvidar los choques entre comunistas -en realidad estalinistas- y los troskistas del POUM, incluido el asesinato de Andrés Nin-, la cuasi guerra civil dentro de la Guerra Civil que mantuvieron estas facciones en Cataluña, o el postrero y a mi modo de ver necesario golpe de estado de Casado como única manera de quitar de enmedio a unos comunistas contrarios a una rendición que, no por lamentable, era inevitable ya que todo estaba perdido, en buena parte por su culpa.
Aparte de algo tan evidente como que, tal como ha sido comentado, una república no es de izquierdas ni de derechas, algo que los comunistas y anarquistas despreciaban como “república burguesa”, a la que atacaron ya en la mal denominada Revolución de Asturias y directamente reventaron a raíz de las elecciones de 1936 y sobre todo tras el golpe de estado.
Como también han comentado hay monarquías y monarquías, y repúblicas y repúblicas; no es lo mismo la monarquía sueca o la británica que la marroquí o la saudí, al igual que no es lo mismo la república francesa o la norteamericana -pese a Trump- que la venezolana o la rusa. Y si bien es cierto que yo no soy monárquico y la considero algo anacrónico, tampoco me estorba la actual siempre y cuando por encima de todo exista una democracia, que en el fondo es lo verdaderamente importante.
Eso sin considerar que la II República supuso en su momento no sólo un cambio de régimen, sino también la implantación de una verdadera democracia en lugar del pasteleo caciquil de la Restauración, que si bien en un principio sirvió pese a sus limitaciones para dar a España una estabilidad que necesitaba tras las convulsiones del siglo XIX, lo que comenzó siendo una ayuda acabó convirtiéndose en una rémora, principalmente por las veleidades autoritarias de Alfonso XIII. Lamentablemente fracasó o mejor dicho la hicieron fracasar los hunos y los hotros en frase de Unamuno, que no era precisamente radical.
Pero ahora, a estas alturas, el cambio de la monarquía actual, con la cual insisto no simpatizo y me refiero a la institución, no a la persona que la encarna, no supondría ninguna mejora práctica ya que todos los avances promovidos por la II República están más que asumidos en la España actual, mientras que probablemente crearía problemas nuevos o agravaría los ya existentes, por lo que aunque sólo fuera por motivos de prudencia, y porque poco o nada ganaríamos con ello, mejor no menearlo.
Para terminar dos apuntes: Resulta llamativo que los descendientes ideológicos de quienes tanto empeño pusieron en hundir la “república burguesa” -léase democrática- para implantar su revolución comunista, defiendan ahora un modelo político que fueron los primeros en hundir, ya que no propugnan una III República del siglo XXI sino que están estancados en la II de ¿1931? ¿1932? ¿1934? ¿1936? ¿1939?, sin tener en cuenta que los intentos de dar marcha atrás en la historia están condenados indefectiblemente al fracaso. Asimismo, me indigna que se hayan apropiado de la figura de Manuel Azaña, que según los parámetros actuales sería como mucho un liberal moderado -o centrista- o un socialdemócrata templado, cuando los comunistas y los anarquistas de entonces le hicieron literalmente la vida imposible.
Por favor, no intenten reescribirme la historia, y asuman por una puñetera vez que los franquistas no fueron los únicos malos de la Guerra Civil. ¿Se acuerdan de Paracuellos o de las checas?