- Antonio Carvajal llena la librería Capitel de poesía y pasión por la palabra
- Crónica gráfica y video de Pedro Enrique Andarelli para ALCALÁ HOY
Este sábado, en una mañana de poesía y evocación literaria, la librería Capitel acogió el ritmo de los versos y las reflexiones de Antonio Carvajal, Premio Nacional de Poesía en 2012 y reconocido poeta miembro de la Generación del 70.
La presentación corrió a cargo de Darío Márquez, joven poeta local que ofreció una breve introducción, con un tono cercano y respetuoso, supo captar la atención del público y honrar al invitado. Esta breve apertura allanó el camino para que Carvajal tomara la palabra, y con su presencia magnética, se apropiase del espacio como solo los grandes saben hacerlo.
Durante algo más de una hora hiló palabras con maestría, no solo leyendo sus propios poemas sino también reflexionando sobre su propio recorrido literario. A través de una conversación impregnada de humor y profundidad, Carvajal fue llevando a los asistentes por un viaje que abarcó desde sus primeros poemas hasta su veneración por los clásicos. Dedicó parte de su charla a recordar su relación con algunos de los grandes nombres de la Generación del 27, especialmente su admiración por Vicente Aleixandre, con quien tuvo trato personal.
Por otro lado, el poeta, habló de la importancia de la métrica, un aspecto que él considera fundamental para sostener la armonía de los versos. Con la generosidad propia de los grandes poetas, Carvajal se explayó sobre su visión y dejó claro que para él la poesía no es un mero juego de palabras; es un arte que requiere rigor, entrega y, sobre todo, respeto hacia el ritmo interno de cada poema.
El Premio Nacional de Poesía 2012 compartió anécdotas interesantes, entre ellas la curiosa historia de la grafía del apellido de Miguel de Cervantes. Según él, no existe una distinción fonética entre la b y la v en este caso, lo cual sugiere que el origen y la etimología del apellido podrían ser distintos de lo que se ha creído comúnmente.
Los asistentes, cautivados, mantuvieron un riguroso silencio, sumidos en una escucha atenta que solo interrumpieron de vez en cuando para aplaudir.
Al final de la charla, el poeta cerró con la lectura de un último poema que dejó una estela de asombro y reflexión en la librería.