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La concejala de Cultura, María Aranguren, acudió ayer al Auditorio Paco de Lucía para asistir al concierto que ofreció la Orquesta Sinfónica MDC.
- Fotos del ayuntamiento
Por una parte, George Gershwin, uno de los compositores americanos más reconocidos en Europa, presenta la habilidad, tan característica de la música americana, de mezclar culturas y géneros de una manera indiscriminada. Su “Rhapsody in blue” es una muestra magistral de cómo el jazz, la influencia de la música negra y una referencia constante a las grandes formas y modulaciones de la música clásica, pueden convivir en un único gesto.
Otro pintor de sonidos americanos indispensable fue Aaron Copland, la música que compuso para el ballet Appalachian Spring, ofrece una serie de imágenes de un país idealizado, que resumen la estética de Copland en su simplicidad, el uso de modelos asimétricos como identificación con la música negra y la búsqueda de la unidad estética.
Cerró este triángulo americano Arturo Márquez, uno de los compositores mexicanos imprescindibles, conocido por fusionar los estilos nacionalistas mexicanos con las técnicas de composición clásica. Por último, se incluyó una figura crucial para la historia de la música: Leonard Bernstein, director y compositor de raíces judías, de quien se escuchó “West Side Story”.