Richi no murió ahogado como se creía, sino a golpes

En el aniversario de la muerte de Richi un 31 de enero de 2015 , la revista INTERVIÚ hace nuevas revelaciones según las cuales el joven de 17 no habría fallecido ahogado como hasta ahora se creía, sino que un nuevo informe forense sostiene que el chico no murió tras caer al agua, sino como consecuencia de las lesiones de la pelea. La familia del joven espera ahora que esta nueva prueba contribuya a demostrar que “a Richi lo asesinaron, digan lo que digan los cobardes que le pegaron aquella brutal paliza y los que lo vieron morir y han callado la verdad durante meses”, opina Carmen, la madre del chico

  • Un nuevo informe forense asegura ahora  que el menor encontrado muerto en el río tras una pelea falleció a golpes.
  • En el aniversario de la muerte de Richi, la Revista INTERVIÚ entrevista a  la madre del chico, Carmen Rainero

  • A petición de la familia, reproducimos la entrevista  publicada por INTERVIÚ

Richard Ángel Egoavil, Richi, que contaba 17 años, desapareció el 31 de enero de 2015, en Alcalá de Henares tras una pelea a la salida de una discoteca. Veinte días después, un pescador encontró su cuerpo en el río. Según la autopsia, murió ahogado. Pero el pasado octubre la policía detuvo a ocho personas que, según un testigo, “pegaron” al menor y “lo llevaron en volandas” hacia el agua. Ellos lo niegan. Ahora un informe forense apunta que Richi falleció por los golpes que le propinaron.

“La muerte de Richard Ángel Egoavil es compatible con una muerte violenta producida fuera del agua”. Es la conclusión de un informe forense que la familia del menor fallecido en Alcalá de Henares  acaba de presentar en el Juzgado de Instrucción número 3 de la localidad que investiga el caso. El joven conocido como Richi, que tenía 17 años, desapareció la noche del 31 de enero de 2015 después de que él y otro amigo participaran en una pelea con otras ocho personas en la puerta de la discote ca DKNO del barrio Nueva Alcalá. Tras veinte días de búsqueda, un pescador encontró su cadáver en el río Henares, a unos doscientos metros de la zona donde sus amigos lo vieron por última vez. El forense concluyó que el chico había muerto como consecuencia de una parada cardiorrespiratoria y señaló dos posibles causas: Richi se ahogó o sufrió un “shock termodiferencial” (corte de digestión).

Por una chica …

Los amigos de Richi contaron que la pelea empezó en la discoteca, cuando el joven y uno de sus acompañantes tuvieron una pequeña discusión con una chica, Raquel García, que entonces tenía 18 años y otra amiga. Raquel avisó a su novio, Daniel Díaz, que se enfrentó a Richi, junto con otro chico, Miguel Ángel Pavón. Raquel, Daniel, Miguel Ángel y cinco menores de edad están ahora acusados de la muerte del joven. Según la declaración de una testigo, Dani le pegó “una patada” a Richi a la salida del club y “se arrastraron por los suelos . Después, Richi salió corriendo. El joven se había tomado unas copas con sus amigos esa noche. La primera hipótesis con la que trabajó la policía fue que se hubiera caído al río de forma accdental después de huir del local. Para entonces, la madre del chico, Carmen Rainero, se había entrevistado con varios amigos de su hijo en busca de respuestas: “Sabía que había algo más, pero nadie quería decirme qué era”.

Ocho meses más tarde, la investigación dio un vuelco. Un testigo, amigo de Richi, acudió a la policía y contó que aquella noche hubo una “segunda pelea” en un descampado junto a la presa del río. Allí, según su declaración, ocho chicos acorralaron al joven: “Vi cómo Richard estaba discutiendo con Dani, Pavón, un chico rubio alto y dos hermanos gemelos rumanos. La pelea terminó con Richard inconsciente en el suelo. En ese momento, Dani le cogió por debajo de las axilas y los dos chicos gemelos de las piernas, llevándole en volandas y trasladándole hacia el paseo del río”. Todos fueron detenidos y puestos en libertad con cargos. Los dos chicos que, según el testigo, empezaron la pelea, están acusados de homicidio junto a tres menores de edad. Al resto, el juez les imputa delitos de encubrimiento y omisión del deber de socorro. Hace dos meses ese testigo se desdijo ante el juez de todo lo que había contado a la policía y los acusados negaron haber lanzado a Richi al agua. Insisten en que el joven “se fue solo y nadie le siguió” tras la agresión. Sus declaraciones, afirman la madre de Richi y su abogado, “están llenas de contradicciones”.

Un nuevo informe forense

Ahora un nuevo informe forense sostiene que el chico no murió tras caer al agua, sino como consecuencia de las lesiones de la pelea. “De todas las características que presenta una víctima fallecida por sumersión, el cadáver de Richard Ángel no presentaba ninguna”, afirma la doctora en medicina legal y forense María del Mar Robledo en su estudio. Esta nueva prueba pericial contradice los resultados de la autopsia practicada a Richi, que concluyó que el chico había fallecido  “por sumersión”, después de encontrar agua y vegetales del río en sus pulmones. Pero, según destaca Robledo, estos tenían un aspecto normal, cuando lo lógico, si se ahogó, es que estuvieran turgentes, edematosos y muy dilatados, tanto que sobrepasen la cavidad torácica. Además, Robledo apunta en su análisis que el hecho de que en el estómago de Richi no apareciera agua es indicativo de que el joven perdió la vida fuera del río. “Está aceptado que hallar un volumen apreciable de medio litro es indicativo de vitalidad, ya que tras la muerte es difícil que se produzca dicha entrada. En la autopsia de Richard no se indica un volumen significativo de agua del río”, añade la perito.

Richi no tenía ningún órgano afectado, a pesar de que en todas las muertes por asfixia “el hígado suele aparecer congestionado y sangrante al corte”, según recoge el informe. El cadáver del joven solo presentaba un aumento de los niveles de estroncio en el corazón: Se trata de un mineral que se encuentra en el organismo y cuyo incremento indicaría que el chico tragó agua cuando aún estaba vivo.

Sin embargo, el Instituto de Toxicología y Ciencias Forenses, responsable de la autopsia, reconoció en su informe que en el caso de Richi la concentración de estroncio “podría no ser útil para el diagnóstico de sumersión-asfixia”, ya que “en víctimas sumergidas en agua por periodos superiores a cuatro días – el cadáver estuvo en el río veinte días– existe la posibilidad de que el incremento se deba a la difusión pasiva de agua post mortem”. La perito defiende que la autopsia practicada a Richi “abre interrogantes” sobre lo que pasó con el joven, porque el forense “obvió indicadores que informan de que Richi no murió ahogado”. Robledo enumera varios errores: “No hace ninguna referencia a si Richard presentaba en las vías respiratorias hongo de espuma” (una mezcla de agua y moco que habría producido por los movimientos respiratorios convulsivos en el río). “Tampoco se valoraron las diatomeas en sangre”, para comprobar si en la sangre del chico había restos vegetales del fondo acuático. “Ni siquiera se hizo un análisis para evaluar el aspecto de las livideces [modo en que se deposita la sangre en el cuerpo de una persona cuando muere] en el cuerpo del joven, que por el paso del agua a la sangre, tendría que haber presentado una tonalidad más clara de lo habitual”.

La familia del joven espera que esta nueva prueba contribuya a demostrar que “a Richi lo asesinaron, digan lo que digan los cobardes que le pegaron aquella brutal paliza y los que lo vieron morir y han callado la verdad durante meses”, opina Carmen, la madre del chico. Los padres de Richard se separaron antes de que él naciera. El chico pasó su infancia con su madre en el barrio madrileño de Hortaleza. Era un niño cuidado y obediente, “estaba siempre sonriendo y jugando al fútbol”, recuerda la mujer. Cuando cumplió 14 años, Richi se mudó con su padre a la localidad madrileña de Meco. Carmen había rehecho su vida con otra pareja y había tenido tres hijos más. “Soy capaz de dar mi vida por hacerle justicia a mi hijo. Sé que tengo que seguir por mis otros tres niños y mis dos nietos, pero si no lucho por Richi, ni siquiera podré mirarles a la cara el resto de mi vida”, concluye.