- Los vecinos reclaman más seguridad, cámaras y presencia policial tras semanas de robos continuos que mantienen en alerta a todo el barrio.
El Centro Cultural La Galatea volvió a llenarse este jueves, pero no para hablar de fiestas, ni de cultura, ni de urbanismo. Lo que llevó a unas 45 personas a reunirse fue el hartazgo. Hartazgo de los robos, de los cristales rotos, de los garajes forzados y de la sensación de que en Espartales, ese barrio joven, moderno y lleno de familias, cada noche puede pasar algo. Convocados por el colectivo Espartales Unidos, los vecinos compartieron una preocupación común: la inseguridad se ha instalado en el barrio y nadie parece tener una solución convincente.
“Nos roban a diario, coches, bicis, trasteros… y ya hasta los volantes”, denunciaba una vecina, visiblemente indignada. “Vivimos con miedo. No puedes dejar el coche en la calle ni marcharte tranquila a trabajar”, añadía otra. Las intervenciones se fueron encadenando una tras otra, en una atmósfera de cansancio pero también de unión. Porque si algo dejó claro el encuentro es que el vecindario ha decidido pasar de la queja a la acción.
Un barrio en vilo por los robos diarios
El problema no es nuevo. Ya el pasado 6 de octubre, ALCALÁ HOY recogía testimonios de residentes de Espartales que hablaban de una auténtica oleada de robos. Coches destrozados, matrículas desaparecidas, garajes asaltados y vecinos al límite. El barrio, dividido entre norte y sur, lleva semanas sumido en una sucesión de incidentes que, según denuncian los afectados, no cesan pese a las denuncias presentadas ante la Policía.
“Cada día sabemos de alguien nuevo a quien le han robado algo”, resumía un portavoz de Espartales Unidos. Los grupos de WhatsApp arden con mensajes de alerta, fotos de vehículos vandalizados y vídeos captados por cámaras de seguridad. “Hay noches en las que escuchas ruidos y prefieres no mirar”, contaba un vecino de Espartales Sur, una de las zonas más afectadas.
En redes sociales, las imágenes se multiplican: retrovisores arrancados, cables colgando de las columnas de los garajes, faros sustraídos y coches forzados con precisión quirúrgica. Algunos mensajes, con un punto de resignación, resumen el clima general: “Esto ya no es un barrio, es un caladero”.
El problema, además, ha tenido su reflejo político. Desde hace semanas, los grupos de la oposición vienen pidiendo al Ayuntamiento medidas concretas y presencia policial estable. Pero la sensación vecinal es que las respuestas institucionales han sido más protocolarias que efectivas.
Más Madrid pide que el Ayuntamiento se persone en los juicios
A la reunión acudieron representantes de Más Madrid Alcalá, que recordaron su propuesta presentada el pasado 18 de octubre: que el Ayuntamiento se persone en los procedimientos judiciales relacionados con los robos múltiples sufridos por los vecinos. La iniciativa, similar a la que se aplica en el municipio de Rivas, busca que la administración local pueda actuar como parte afectada ante una situación que, aseguran, ya trasciende lo individual.
“El Ayuntamiento debe defender a sus vecinos, porque los robos no son hechos aislados, sino un problema colectivo que afecta a la convivencia y al bienestar del barrio”, explicó Sara Escudero, portavoz de la formación en esa reunión.
La propuesta fue debatida en el último Pleno municipal, donde la alcaldesa Judith Piquet (PP), que gobierna en coalición con Vox, se mostró reticente. La regidora sostuvo que el Consistorio “ayudará dentro de sus competencias”, pero recordó que la persecución penal es competencia estatal. “No podemos modificar las leyes ni sustituir el trabajo de los tribunales”, dijo.
Esa respuesta, percibida como evasiva por buena parte del público, encendió los ánimos de quienes esperaban un compromiso más firme. “Lleva meses diciendo lo mismo”, lamentó un vecino durante la reunión. “Si Rivas puede, Alcalá también. Lo que falta es voluntad”, replicó otro entre aplausos.
Desde el Gobierno local, en cambio, se insiste en que la Policía Local mantiene patrullas reforzadas en el distrito y colabora estrechamente con la Policía Nacional. Sin embargo, las cifras de detenciones o esclarecimientos de casos no se han hecho públicas, y eso alimenta la desconfianza vecinal.
“Queremos soluciones, no excusas”
El debate vecinal derivó en un intercambio de ideas y propuestas: instalación de más cámaras de videovigilancia, refuerzo del alumbrado en zonas oscuras, y sobre todo mayor presencia policial visible, tanto a pie como en coche.
Algunos vecinos propusieron incluso organizar patrullas vecinales coordinadas para alertar de movimientos sospechosos, aunque otros recordaron los riesgos y la necesidad de no sustituir a las fuerzas de seguridad. “Lo mejor sería que no tuviéramos que llegar a eso”, comentó una vecina mayor. “Solo pedimos vivir tranquilos, no tener que mirar por la ventana cada dos minutos.”
En ese punto, varios asistentes coincidieron en que la presión vecinal es la única vía para que las instituciones reaccionen. Se barajó la idea de convocar una manifestación en el propio barrio si la situación continúa igual. “Si no nos oyen en el Pleno, nos oirán en la calle”, apuntó uno de los portavoces de Espartales Unidos.
La conversación se cerró con un mensaje colectivo: “No estamos solos, nos tenemos los unos a los otros”. El lema, acompañado de un aplauso largo, sirvió de cierre simbólico a una tarde en la que, por fin, el miedo se transformó en acción.
Espartales, barrio joven con alma de comunidad
Más allá de los robos, lo ocurrido revela una fractura en la relación entre las instituciones y uno de los barrios más dinámicos de Alcalá. Espartales nació como un proyecto moderno, con avenidas anchas, parques, colegios nuevos y viviendas accesibles para familias jóvenes. Pero el rápido crecimiento no vino acompañado de los mismos ritmos en servicios, mantenimiento ni seguridad.
“Somos un barrio olvidado, y no lo merecemos”, afirmaba una de las organizadoras del encuentro. “Pagamos los mismos impuestos que en el centro y no tenemos ni presencia policial ni limpieza adecuada.” El caso de Espartales, por tanto, va más allá de la delincuencia: es también una reivindicación de igualdad urbana. Que el norte y el sur de Alcalá reciban el mismo trato y la misma atención.
Mientras tanto, el colectivo Espartales Unidos ha anunciado que seguirá recabando denuncias, compartiendo información y manteniendo contacto con asociaciones de otros barrios para coordinar acciones conjuntas. “Esto no va a quedar aquí”, advirtieron.
En su perfil de Facebook, publicaron un mensaje esperanzador tras la reunión:“Si nos apoyamos entre tod@s, podemos lograr que Espartales vuelva a ser un barrio tranquilo y seguro”. Y aunque la inseguridad siga acechando, algo ha cambiado. El vecindario ha hablado alto y claro, y su eco ya resuena en el Ayuntamiento.


















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