Repartiendo papeles | Por Santiago López Legarda

•  La reina de la fiesta en este guateque virtual que van a ser las elecciones del 4 de mayo es Isabel Díaz Ayuso, la más espabilada, la más rápida en desenfundar y, en definitiva, la más lista.

Ángel Gabilondo, el hombre serio y formal al que podríamos comprar sin temor un coche de segunda mano, ha reclamado para sí el papel poco agradecido de El Soso. Yo le comprendo, pero me ha hecho recordar aquellos guateques de juventud en los que los sosos quedábamos relegados al ingrato papel de pinchadiscos. Digo quedábamos, y por eso el catedrático de filosofía de la Autónoma tiene toda mi comprensión.

Los más espabilados solían ser los primeros en ligar con las chicas guapas, aunque su desempeño en la pista de baile no fuera del todo correcto. Eran los reyes de la fiesta, para qué vamos a negarlo. Y la reina de la fiesta en este guateque virtual que van a ser las elecciones del 4 de mayo es Isabel Díaz Ayuso, la más espabilada, la más rápida en desenfundar y, en definitiva, la más lista; la que se ha ganado el derecho a cerrar la cinta con una cabalgada  hacia la puesta del sol mientras la banda sonora sube a primer plano. Yo creo que el PP va hacia una refundación de la mano de Díaz Ayuso. Una refundación como la que encabezó José María Aznar en 1989 para convertir a la vieja Alianza Popular en la casa común de todo el espectro que va del centro a la extrema derecha. En las elecciones generales del año 2000 Joaquín Almunia se presentó sin éxito ante los electores como el anfitrión de la casa común de la izquierda. Pero ahora es fácil barruntar que Díaz Ayuso tiene futuro como anfitriona de la casa común de la derecha.

Pablo Iglesias, el hombre que despertaba tantas adhesiones entusiastas antes de que sus adversarios consiguieran encasillarlo en la infamante condición de comunista, se sentiría incómodo al saber que le hemos adjudicado el papel de El Malo. Pero a su pesar tenemos que decir que es un malo de libro, más malo que el insuperable Lee Van Cleef. Y hay que ser rematadamente malo para lanzarse al ruedo diciendo que lo ideal es un reparto de papeles entre él y Gabilondo. El candidato socialista para atraer a los hombres y mujeres de esa fuerza tranquila que tantas veces invocaba Francois Miterrand; y él para entusiasmar a quienes un día soñaron que era posible un asalto a esos cielos de Madrid que tanto amamos.

Dada su condición de anestesista, a no le queda otra que hacerse cargo del papel de La Buena. Un papel imprescindible, puesto que la campaña que se avecina puede ocasionar  algo más que rasguños, hablando siempre en términos metafóricos. También a ella, creo yo, podríamos comprarle un coche de segunda mano. ¿Pero se lo compraríamos al actor Toni Cantó? Ahí pinchamos en hueso, porque lo de este hombre más que un papel es un papelón. Tengo la duda de si lo suyo es una vocación política a prueba de todo desengaño o es la búsqueda descarnada de las habichuelas, sin complejitos, como él mismo ha dicho en estos días. El antiguo líder de Ciudadanos en la Comunidad Valenciana ahora nos dice que comparte  la estrategia de Díaz Ayuso buscando la confrontación permanente con el Gobierno de España, pero anteriormente nos informó de que el PP llevaba la corrupción en los genes y que quien no quisiera luchar contra la corrupción lo que debía hacer era votar al PP. Un viaje sideral por el espacio de la política, como el de esas estrellas fugaces que nos deleitan en las noches de verano.

Y una vez repartidos los papeles, solo queda que comience el rodaje. Vamos a ver si el resultado consigue mantener al personal entretenido frente a las pantallas.

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