- a “Marcha Zombie” reunió a miles de personas para denunciar los recortes culturales y reivindicar la fuerza de la cultura participativa en Alcalá.
- Crónica gráfica y video de Myriam Trujillo para ALCALÁ HOY
Este viernes 31 de octubre, Alcalá de Henares volvió a vivir, literalmente, una resurrección. Lo hizo al ritmo de guitarras eléctricas, gritos, aplausos y ataúdes con epitafios de proyectos culturales enterrados. Miles de personas, artistas, familias, curiosos, políticos y zombis de toda condición, participaron en la Marcha Zombie: Por una cultura sin sepultura, una manifestación que convirtió el corazón de la ciudad en un escenario colectivo de humor, horror y protesta.
Desde la plaza de los Santos Niños hasta la fachada del Ayuntamiento, el espectáculo fue creciendo en intensidad y simbolismo. Allí, donde otros ven un desfile grotesco, los participantes vieron una metáfora perfecta: una cultura local dada por muerta, pero empeñada en volver a la vida. Y lo hizo, vaya, si lo hizo, con música en directo, performances y un manifiesto tan mordaz como lúcido contra las políticas municipales que, según los organizadores, “han sepultado los proyectos participativos de Alcalá”.
Música en directo y zombis con mensaje
Cada performance iba acompañada por música en directo, lo que dio a la marcha una energía irresistible. Sobre el escenario improvisado de la calle Mayor, los músicos Álex Montón (voz), Josete Blanco (bajo), Javi de Luca (guitarra) y Pedro Ruiz (batería) fueron los encargados de poner ritmo al desfile fúnebre. El repertorio fue tan variado como simbólico: “Je veux” de ZAZ, “Eye of the Tiger” de Survivor, “Thriller” de Michael Jackson, “Highway to Hell” de AC/DC y el clásico de Peret “El muerto vivo”, interpretado en directo por César Gallego para cerrar la marcha con un estallido de humor y emoción.
El tema de ZAZ fue el más repetido, casi un himno de la noche. Su letra, “Je veux de l’amour, de la joie, de la bonne humeur”, resonaba entre los zombis como un grito vital contra el conformismo y el consumismo. No podía ser más coherente: la cantante francesa Isabelle Geffroy, conocida artísticamente como ZAZ, saltó a la fama en 2010 con ese single rebelde incluido en su álbum debut homónimo. En Alcalá, su mensaje sonó como una declaración de intenciones de una ciudadanía que no quiere limosnas ni espectáculos vacíos, sino alegría, arte y participación real.
A lo largo del recorrido, los asistentes pudieron ver desfilar los ataúdes de los proyectos culturales “enterrados” por el Ayuntamiento: Alcalá Suena, Alcalá Cuenta, Música en las Terrazas, el Certamen de Pintura Rápida, Música en el Río, e incluso alusiones al cierre del Zulema y del aula de música de la Juve. Cada “entierro” era una pequeña representación teatral con epitafios y versos improvisados, acompañados por los riffs de guitarra y el retumbar del bombo.
Las calles se llenaron de aplausos, risas y teléfonos móviles grabando el espectáculo. Quienes no sabían bien de qué iba aquello se encontraron con un auténtico funeral por la cultura viva de Alcalá, pero también con su resurrección simbólica. “Nos quisieron enterrar, pero no sabían que éramos semillas”, decía uno de los carteles, adaptando la célebre frase atribuida a los movimientos sociales latinoamericanos.
El manifiesto de los muertos vivientes
Ya frente a la fachada del Ayuntamiento, los organizadores depositaron los ataúdes y dieron lectura al manifiesto “Por una cultura sin sepultura”, un texto que no dejó títere con cabeza. La lectura, coreada por centenares de personas entre flashes y vítores, se dirigía directamente al equipo de gobierno de Judith Piquet: “Hoy os dejamos en la puerta de vuestra institución estos ataúdes que vosotros habéis construido y enterrado. Dentro hay miles de horas de personas que aman más a esta ciudad que sus gobernantes”, decía el texto, acusando al Ayuntamiento de haber “enterrado de un plumazo la cultura participativa”.
El manifiesto también denunciaba los intentos de desacreditar la convocatoria: “Durante estos días nos habéis llamado sectarios, oportunistas, manipuladores, piratas… pero aquí estamos. Nos podéis matar, nos podéis enterrar, pero volveremos a salir de la tumba”.
El tono era irónico, teatral y combativo, fiel al espíritu zombi de la marcha. En uno de los párrafos más comentados, los organizadores proclamaron con humor: “Os postulamos al zombi Cecilio como pregonero de las fiestas. Estamos seguros de que le van a pitar menos que a la alcaldesa.”
El manifiesto, que fue grabado y difundido por numerosos medios locales, concluyó con un aplauso prolongado y una sensación colectiva de catarsis. La cultura, al menos esa noche, volvió a latir.
Una calle Mayor tomada por los vivos y los muertos
La calle Mayor quedó colapsada de público. Según los organizadores, fueron “miles de personas” las que acompañaron el cortejo, entre zombis maquillados, músicos, colectivos culturales y curiosos. La Policía Nacional, a la que los convocantes agradecieron expresamente su colaboración, garantizó que la marcha se desarrollara sin incidentes.
Entre el público, también se dejaron ver rostros conocidos del ámbito político: el portavoz socialista Javier Rodríguez, junto a los concejales Alberto González, María Aranguren, Diana Díaz, Blanca Ibarra y Patricia Sánchez, además de Rosa Romero, por Más Madrid. La presencia de representantes de la oposición fue leída como un gesto de apoyo al tejido cultural que se siente “despreciado y marginado” por las políticas actuales.
El desfile combinó crítica y espectáculo con un ingenio que ya es marca de la casa. Las peñas, artistas callejeros y colectivos vecinales que participaron recordaron que esta “marcha de los muertos vivientes” tiene raíces profundas en la Alcalá alternativa, donde durante años se celebró como evento cultural previo a Halloween, con talleres, maquillaje y performances.
Esta vez, sin embargo, el tono fue más político y reivindicativo. No se trataba solo de pasar miedo o divertirse, sino de reclamar una cultura ciudadana, libre y sin mordaza. En palabras de uno de los participantes: “Somos zombis, sí, pero más vivos que muchos despachos.”
La escena final, con César Gallego interpretando “El muerto vivo” mientras el público coreaba y bailaba bajo las luces de los móviles, fue el colofón perfecto: un canto al humor, la resistencia y la memoria colectiva. “Yo no estoy muerto, estaba de parranda”, decía la canción de Peret; anoche, Alcalá entera, pareció responderle con una sonrisa cómplice.
La marcha zombi más multitudinaria y simbólica de cuantas se recuerdan deja imágenes imborrables: niños maquillados, artistas tocando en directo, ataúdes frente al Ayuntamiento y un clamor compartido por recuperar los espacios perdidos de la cultura local.
“Por una cultura sin sepultura” no fue solo un lema: fue un recordatorio de que la cultura, como los zombis, siempre encuentra la manera de volver.
El manifiesto completo: “Por una cultura sin sepultura”
Hoy os dejamos en la puerta de vuestra institución estos ataúdes, que vosotros habéis construido y enterrado. Dentro de esos ataúdes hay miles de horas de personas que en algún momento decidieron que músicos, narradores, pintores, actores… necesitaban algo más de su municipio y de forma desinteresada hicieron un proyecto para la ciudad, porque esas personas aman mucho más a esta ciudad que vosotros.
Los que gobernáis podéis tener el poder y la capacidad de enterrarlos, pero no tenéis ni el derecho ni el peso moral para poder acabar de un plumazo con la cultura participativa de la ciudad, con los proyectos de esa gente, ni con las alternativas de ocio de la ciudadanía que no os “cuadran” con los intereses de vuestros partidos políticos. Como políticos tenéis la obligación de apoyar, ayudar y soportar estas iniciativas.
Durante estos días nos habéis llamado en público, en redes o en privado sectarios, oportunistas, tramposos, chantajistas, manipuladores, piratas, ególatras… ¿De verdad pensáis esto de los artistas de la ciudad? ¿De verdad queréis tan poco a la gente que trabaja por Alcalá de Henares de forma altruista?
Como podéis ver, da igual que hayáis intentado decir en nota de prensa nacional que esto era un fraude, intentado cambiar el recorrido de esta marcha alegando cuestiones peregrinas, hecho llamadas a colaboradores de la marcha para “disuadirles” de su idea… Hoy estamos aquí, y aquí tenéis vuestros ataúdes.
Pero cuidado, porque somos zombis, y como tal no estamos muertos. Nos puede faltar algún miembro, algún trozo de cerebro o tener mucho dolor… pero todavía estamos de pie, todavía andamos. Y por si no os habéis dado cuenta, a las iniciativas de cultura ciudadana las podéis matar, las podéis enterrar… pero volverán a salir de su tumba. Y si es necesario que volvamos a recordarlo, así lo haremos. Si tenemos que defender a otro colectivo, allí estaremos, y si tenemos que dar visibilidad a vuestra injusticia, no dudaremos en hacerlo.
Aquí hay cinco ataúdes… pero son muchos más: Alcalá Suena, Alcalá Cuenta, Música en las Terrazas, Alcalá Jazz, Música en el Río, el Certamen de Pintura Rápida de CCOO, el cierre del Zulema, del aula de música de la Juve o competiciones deportivas que han sido arrebatadas a sus creadores. Hay muchos más que apoyan este movimiento, que saben que tenemos razón, pero la estrategia del miedo y las prebendas que utilizáis funciona bien y hoy, por desgracia, no voy a poder agradecer a mucha gente que ha hecho esto posible por miedo a las represalias.
Y ya como última cosa… os postulamos al zombi “Cecilio” como pregonero para este año. Estamos seguros de que le van a pitar menos que a la alcaldesa.























Al chico este habría que nombrarlo concejal de cultura como mínimo, si no consejero o ministro. Para cosa cultural lo mismo cabe una corrida de toros que tirar una cabra desde un campanario que organizar una rave de fumatas plan rockeros en el patio de la universidad. Muy divertido lo de los zombis.
Una manifestación más sin incidentes, protestando por una causa justa. Muchos otros deberían aprender a hacer manifestaciones así, de buen rollo, con humor, irónica y música.
A los organizadores de Alcalá suena, se les ha propuesto ampliar la celebración del festival durante todo el año y en todos los barrios de la ciudad, en lugar de concentrarlo únicamente en el casco histórico durante un solo fin de semana.
Sin embargo, sorprende conocer que se ha rechazado esta opción alegando que dicha propuesta no permite instalar barras de bebida. Esto plantea una pregunta legítima: ¿existe algún interés económico o porcentaje vinculado a la gestión de estas barras que pueda estar influyendo en esta decisión?
Un evento cultural que presume de ser inclusivo y participativo debería anteponer la música, la cultura y el beneficio colectivo a cualquier posible interés económico particular. Sería positivo que se aclarara esta situación por transparencia y respeto hacia la ciudadanía. Porque suena raro, raro, raro.
Alcala suena nunca se ha lucrado de los eventos que realiza, es complicado pensar en alguien responsable, altruista, buen gestor y con ganas de hacer el bien a los demás, pues existe y es César Gallego, aunque es complicado para casi todos pensar que hay alguien así.