- El colombiano cerró su gira española en Alcalá de Henares ante más de 6.000 personas en un concierto familiar, emotivo y bailongo.
- Fotos y vídeo de Myriam Trujillo para ALCALÁ HOY
La noche del viernes 19 de septiembre, las piedras centenarias de la Huerta del Obispo volvieron a ser escenario de una de esas veladas que se graban en la memoria colectiva. Camilo, el cantante colombiano del mostacho daliniano y los pies descalzos, puso el broche a su gira española con un concierto multitudinario que reunió a más de 6.000 personas. Y lo hizo en Alcalá de Henares, en el penúltimo capítulo de los Conciertos de la Muralla, un ciclo que este año ha vuelto a poner la ciudad en el mapa de los grandes eventos musicales.
El recinto amurallado se convirtió en un auténtico “Lugar Feliz”, como reza el nombre de la gira. Allí se citaron familias enteras, pero sobre todo niños y niñas que parecían vivir su noche soñada. Con pancartas luminosas, luces de neón y hasta bigotes pintados en la cara para emular a su ídolo, La Tribu, así se hacen llamar sus fans, coreó de principio a fin cada tema. Favorito, Bebé, Manos de tijera, Índigo… y un medley cargado de sensibilidad que arrancó lágrimas y abrazos.
El ambiente fue, ante todo, festivo y familiar. El público vibró con cada canción, pero también se dejó envolver por la cercanía de Camilo, que supo convertir un concierto de miles en algo íntimo, como si cada espectador estuviera invitado a una reunión en su propia casa. Esa complicidad se reflejaba en los gestos de los más pequeños, auténticos protagonistas de la noche, que saltaban, cantaban y abrazaban a sus padres con los ojos brillando de emoción.
Una producción con visión internacional
El promotor José Torrano y la productora Emotional Events tenían claro el objetivo: ofrecer a Alcalá un concierto único, de esos que dejan huella. Y lo consiguieron con creces. No solo llenaron la Huerta del Obispo, sino que lograron que hasta la ciudad complutense viajaran personas de toda España, e incluso de fuera, para no perderse el único concierto de Camilo en la Comunidad de Madrid este 2025. Alcalá pedía a gritos grandes citas musicales de repercusión internacional, y esta lo fue de principio a fin.
Además, hubo un golpe de suerte que ayudó a inflar las velas: dos días antes, Camilo se había sentado en el sofá de El Hormiguero, el programa líder del prime time televisivo. Esa aparición multiplicó el eco mediático de su visita a Alcalá, convirtiendo la cita en mucho más que un concierto: en un acontecimiento. El artista llegó a la ciudad complutense con la promoción hecha y con un público expectante.
La puesta en escena acompañó. Pantallas, luces y colores transformaron la Huerta en un espacio de fantasía. La muralla, iluminada en tonos cálidos, parecía abrazar a un público que se sabía privilegiado. Y sobre ese escenario, Camilo no estuvo solo: se rodeó de músicos de primer nivel como Oscar Convers (bajo), Leon Subervi (guitarra), Frank Fuentes (percusión), Reinaldo González (percusión), Nicolás González (guitarra y teclados) y Edwar Montoya (trombón). Juntos, tejieron un sonido rico en matices que mezclaba pop, raíces latinas y aires tropicales.
Evaluna y Ricardo Montaner, la guinda familiar
Pero lo que elevó la noche a categoría de memorable fue la irrupción de la familia Montaner. Primero apareció Evaluna, pareja de Camilo y artista reconocida por derecho propio. Su voz cristalina y la complicidad entre ambos llenaron el escenario de ternura. Los fans lo agradecieron con gritos, móviles en alto y un mar de aplausos.
Y cuando parecía que ya no quedaba más sorpresa, irrumpió Ricardo Montaner. El veterano cantante venezolano, suegro de Camilo y leyenda viva de la música latina, subió al escenario para interpretar junto a su yerno y su hija dos canciones que dejaron al público con la boca abierta. Era el mismo número que días antes había sacudido la televisión en El Hormiguero, pero vivirlo bajo la muralla complutense fue otra historia: allí la emoción era palpable, compartida y colectiva.
Camilo, siempre juguetón, tampoco perdió ocasión de bromear con el público. Su momento más divertido llegó al señalar a su teclista Nico, acusándole de enamorarse cada verano en España y acabar con el corazón roto. “Porque hay amores que no sobreviven al verano”, dijo entre risas, mientras muchos buscaban en las gradas a la posible musa alcalaína del músico.
El concierto tuvo su clímax con Vida de rico, convertida en himno colectivo. Miles de voces unieron fuerzas para cantar a pleno pulmón un tema que ya es símbolo de felicidad sencilla, de esas cosas pequeñas que se vuelven enormes cuando se comparten. Fue el momento más bailongo de la velada, un estallido de alegría que convirtió la Huerta en una pista de baile gigante.
La noche terminó con la misma energía con la que empezó: música, sonrisas y la sensación de haber vivido algo irrepetible. Con este concierto, Camilo cerró su gira española, dejando claro que Alcalá puede ser escenario de primera fila en el panorama musical internacional. Y quienes estuvieron allí se llevaron consigo un recuerdo imborrable: la certeza de que, por una noche, la muralla se convirtió en el lugar más feliz del mundo.