Bomberos forestales: Jessica no tiene la culpa

Las declaraciones de Orlena de Miguel, portavoz adjunta del Gobierno municipal, han desatado la polémica al responder con un ataque personal y burdo a una denuncia del PSOE sobre la precariedad de los bomberos forestales en Alcalá de Henares. Mientras el foco estaba en los sueldos indignos, las instalaciones insalubres y la falta de medios, De Miguel desvió la atención hacia “Jessica”, sobrina de Ábalos, en un ejercicio de escapismo político sin precedentes.

Foto de Ricardo Espinosa
  • El PSOE reclama a la alcaldesa una reunión urgente con los bomberos forestales y soluciones reales más allá del ruido político.

Hay declaraciones que no merecen ser desmentidas, sino analizadas. Porque son síntomas. Como las erupciones cutáneas de una infección política más profunda. Esta semana, la portavoz adjunta del Gobierno municipal de Alcalá de Henares, Orlena de Miguel, ha conseguido superarse a sí misma en esa disciplina tan castiza de embarrar el terreno antes siquiera de pisarlo. Lo hizo en respuesta a una crítica del PSOE sobre la situación, ciertamente precaria, de los bomberos forestales del municipio. Lo que vino después ya es historia del disparate.

“Si el Gobierno de Pedro Sánchez dejara de gastar el dinero de TRAGSA en contratar prostitutas para que se acuesten con sus ministros…”, empezó diciendo. Y uno pensaba que ahí acababa la broma. Pero no: venía con bonus track. “Nos ha sorprendido la foto del concejal socialista Enrique Nogués con los agentes de TRAGSA; viendo su trayectoria, le pegaba más una foto con Jessica, extrabajadora de TRAGSA y sobrina de Ábalos”.

Y claro, ahí está el titular. No los sueldos de 1.250 euros, no las instalaciones obsoletas, no los uniformes lavados junto a los tuppers del almuerzo, no la falta de garaje para los vehículos. El titular es “Jessica”.

Hay que reconocerle a De Miguel cierto talento para el trampantojo político: pone a Jessica como excusa, pero el blanco no es ella. Ni siquiera es Nogués. El blanco es el clima. El clima moral enrarecido, el ventilador de la sospecha, la política entendida como espectáculo en el que vale más una insinuación sucia que una propuesta limpia. Jessica no es persona: es munición.

El problema es que esta munición ya huele. Huele a eslogan prefabricado, a discurso automático, a retórica de saldo. A la frase soltada con regocijo en el WhatsApp de grupo, como si eso fuera hacer política. Y no, no lo es.

Hacer política, en este caso, habría sido sentarse a hablar seriamente sobre un servicio público que lleva años acumulando negligencias. Habría sido reconocer que hay trabajadores forestales que se duchan de uno en uno porque la caldera no da abasto, que los trajes impregnados de humo se lavan donde se come, que los vehículos duermen al raso mientras la ciudad agradece su trabajo desde Twitter. Eso habría sido política. Lo demás es ruido. Ruido con nombre de mujer, y apellido de titular.

No sabemos si Jessica trabajó bien o mal en TRAGSA. No sabemos si su parentesco con Ábalos la convierte automáticamente en sospechosa. Pero sabemos que no está aquí para defenderse. Y que utilizar su nombre como golpe bajo contra un concejal de Alcalá no es solo torpe: es miserable. Lo que Orlena lanza no es una crítica: es una mancha. Una insinuación sin pruebas, sin contexto, sin respeto. Y lo más grave: sin relación con el tema que se debatía.

Porque el fondo del asunto sigue siendo el mismo. Un cuerpo de bomberos forestales mal pagado, poco valorado y olvidado en las prioridades políticas. Un conflicto laboral que se responde no con propuestas, sino con prostitutas imaginarias, garajes fantasmas y chistes de sobremesa.

¿Dónde queda la alcaldesa Judith Piquet en todo esto? De vacaciones, literalmente. Y ha sido en su primer día de ausencia cuando su portavoz adjunta, amiga personal, ha aprovechado para lanzar una andanada verbal más propia de un grupo de WhatsApp que de una rueda de prensa institucional. Sería injusto atribuirle a Piquet palabras que, con toda probabilidad, no forman parte de su estilo. Pero tampoco se puede ignorar que la designación de portavocías es competencia directa suya, y que quien habla con cargo, habla con permiso. Vale que la función de una portavoz adjunta sea repetir el argumentario del PP, pero no hasta el punto de traspasar ciertas líneas rojas de estilo, compostura y decoro. Mañana mismo, Orlena de Miguel tendrá que sentarse frente a frente con Enrique Nogués en el Pleno. Veremos si mantiene la compostura… o si se presenta con otra ocurrencia en el bolsillo.

Porque al final, la pregunta es sencilla: si esta denuncia no merece una respuesta clara, ¿entonces para qué habla el Gobierno municipal? ¿Para qué sirve una portavoz si ante una petición formal de reunión con los bomberos forestales, con condiciones laborales indignas, instalaciones obsoletas y vehículos al raso, decide salir corriendo hacia los cerros de Úbeda con una historia de burdel político y una tal Jessica bajo el brazo?

¿Tocaba hablar de Jessica o de los trajes contaminados lavados al lado del microondas? ¿Tocaba ironizar sobre la sobrina de un exministro o mirar a la cara a diez profesionales que, por 1.250 euros al mes, se juegan el pellejo mientras otros se juegan los titulares?

Porque proteger nuestro patrimonio natural, como bien dicen desde el PSOE, empieza por cuidar a quienes lo defienden. Lo que no empieza por ningún lado es un debate público en el que, ante un problema urgente, la única respuesta sea la fuga verbal y el espectáculo.

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1 Comentario

  1. Solo con oír a esta personaje en los plenos, te haces la idea de su mentalidad ideológica, su talante para el diálogo y su humildad como persona. Que bonito Consistorio están dejando los del comando panceta.

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