MIL CUATROCIENTAS NIÑAS | Por Pilar Blasco

"Trato de contener mis ganas de vomitar al escribir lo siguiente. Pero ya es hora de no callar. Y si no contamos la verdad, si no transmitimos lo que nos cuentan por horrible que sea, por mucho que nuestra conciencia nos llame a la prudencia y la corrección, si seguimos callando lo que ocurre en nuestras calles y en nuestras ciudades, pueblos y países, este horror nos estallará en las manos y en nuestras cabezas, que ya nos está estallando".

  • Pilar Blasco es  licenciada en Lengua española y ha colaborado en publicaciones locales en temas de actualidad política y cultural.

Hasta dónde llega nuestra capacidad de asombro, de alarma, de estupor, de indignación, de espanto y sobre todo de reacción ante el mal en estado puro, acompañado de la cobardía (que eso es lo que llaman corrección política, cobardía pura y dura, además de indiferencia, y complicidad en última instancia). Hasta dónde alcanza en la sociedad previamente anestesiada y macerada en ideologías aberrantes – el wokismo por ejemplo- la aceptación tácita de las crueldades y las corrupciones más insólitas y desacostumbradas, sobrevenidas, para más escarnio, impuestas para más humillación, toleradas por buenismos de mala fe, impunes por no se sabe qué leyes, escritas o no… Hasta dónde y hasta cuándo.

Por el título de este texto colegirán mis improbables lectores que aludo a una noticia extraída de los archivos, secretos o no, pues como en casos parecidos, parece ser que se sabía hace tiempo (un clásico) que estas cosas ocurrían desde los años 90 más o menos. Total más de 20 años de corrupción, silencio administrativo, ocultación de testimonios, incluso castigo de los denunciantes, víctimas y testigos de crímenes horrendos contra menores. Hasta que uno o varios policías de los que conservan la conciencia del bien y del mal, al menos en parte y en casos, le ha contado la verdad a un magnate de los medios de comunicación de los que no necesitan la subvención ni el sostén de gobiernos permisivos y corruptos, un empresario de los que le da una patada en el culo a los censores sectarios contratados por el poder oficial y declaran la libertad en su empresa, que para eso es suya y la han creado ellos con su inteligencia y su dinero.

Y ese señor va y publica lo que llevaba 25 años callado y acallado por las autoridades competentes. En este caso de Gran Bretaña o Reino Unido. A saber, que en ese periodo de más de dos décadas han sido víctimas de toda clase de abusos, convertidas en mercancía sexual de libre disposición, etc., un número estimado de mil quinientas niñas, muy pequeñas en algunos casos, por las mafias paquistaníes musulmanas que campan por las islas británicas como pedro por su casa desde hace más o menos esos años. Desde que esas doctrinas disolventes de sociedades libres, soberanas, demócratas y avanzadas empezaron a instalarse, ahora empezamos a saber porqué, en los países europeos y del llamado Occidente. Parece que el modelo es importado de sus países de origen, en los que las mujeres valen menos que una silla. Y parece ser también que en esas prácticas que no tienen parangón en sadismo y crueldad, entra el componente racista, pues las niñas puramente británicas, para entendernos, son las víctimas preferidas de esos engendros del diablo, bestias indignas de llamarse humanos, ni siquiera animales que viven entre nosotros sin permiso. Con el permiso de nuestros gobiernos permisivos y corruptos en todo caso.

Trato de contener mis ganas de vomitar al escribir lo siguiente. Pero ya es hora de no callar. Y si no contamos la verdad, si no transmitimos lo que nos cuentan por horrible que sea, por mucho que nuestra conciencia nos llame a la prudencia y la corrección, si seguimos callando lo que ocurre en nuestras calles y en nuestras ciudades, pueblos y países, este horror nos estallará en las manos y en nuestras cabezas, que ya nos está estallando. Algunas de esas niñas, con nombres y apellidos, además de drogadas y prostituidas, fueron asesinadas, cocinadas y consumidas como kebab en los festines de la mafia paquistaní. Podemos seguir pensando que eso no puede pasar aquí a nosotros, podemos seguir negando que ha habido y hay, ya hace años, algo parecido en Alemania, en Francia, que comienza a haberlo en los modélicos países nórdicos, en Europa occidental, en España. Podemos…

Gracias a ese comunicador, empresario de comunicadores libres, un denostado ultraderechista de la fachosfera mundial según la correcta progrez que nos domina política y socialmente, la que se revuelve con veneno puro y lengua viperina contra los cerebros y conductas que se le resisten, con insultos y calumnias de la más redomada infamia y la mayor simpleza y vulgaridad, digna de su público, el que se arrodilla y se arrastra y babea con sus mentiras y atropellos, en actitudes humillantes y vergonzosas. El que llama bulos y fango a todo lo que no casa con sus mentes abducidas y en muchos casos bien pagadas.

Sea Elon Musk o cualquiera de los denunciantes, heroicos en muchos casos, que se arriesgan al oprobio, la cancelación, el exilio social, la ruina económica y demás consecuencias que acarrea el apartarse del rebaño multiculturalista global y alejarse de la tribu woke, venga de quien venga el destapar y ventilar las cloacas del poder en todos los órdenes, sean bienvenidos al otro lado del muro en el que nos han colocado unos gerifaltes multimillonarios que pretenden salvar a la humanidad a base de reducirnos al nivel animal ovino mediante prácticas de ingeniería social inaceptables para los sujetos de las mismas, las víctimas del experimento, que de momento somos los de este lado del muro, los disidentes, los amenazados con la censura de multas millonarias. Los fieles creyentes también lo son aunque no lo saben o no lo quieren saber.

Pero todo se andará. No se crean los que ahora lo disculpan y disimulan todo por el bien social y la evitación del racismo y la xenofobia, buques insignia junto con el machismo, animalismo y naturalismo, abortismo, etc. de la ideología dominante, no crean que no les llegará a ellos la purga. Solo hace falta que lean algo de historia contemporánea para saber cuál será su futuro, no muy distinto del nuestro. Si no lo remedian y no lo remediamos todos juntos. Sobre todo y especialmente por el bien de los nuestros, de nuestros menores, de su seguridad y su futuro. Aún estamos a tiempo

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