- Rosa Romero es concejala portavoz del Grupo Municipal Más Madrid Alcalá en el Ayuntamiento de Alcalá de Henares.

Cuando el Premio Ciudad de Alcalá pierde su esencia
La reciente concesión del Premio Ciudad de Alcalá de las Artes y las Letras a Ana Rosa Quintana ha generado una fuerte controversia, planteando cuestiones clave sobre el prestigio y el propósito de este galardón. En el pasado, este premio ha reconocido a figuras de gran talla, como José Luis Sampedro, cuyo legado literario y ético es incuestionable, o Antonio López, uno de los artistas plásticos más respetados internacionalmente por su realismo exquisito. Sin embargo, otorgar este mismo honor a Ana Rosa Quintana, cuyo historial está marcado por un notorio escándalo de plagio, es una decisión difícil de justificar.
En el año 2000, Quintana fue señalada por plagiar fragmentos de las obras de tres autores de renombre en su única novela, Sabor a hiel. Este incidente afectó gravemente su credibilidad como escritora y derivó en la retirada de su libro por la editorial Planeta. A pesar de sus intentos de desviar la culpa hacia un colaborador, el daño ya estaba hecho, comprometiendo su imagen pública en el ámbito literario.
Alcalá de Henares, una ciudad conocida por su rica herencia cultural y literaria como cuna de Miguel de Cervantes, alberga además una destacada institución educativa: la Universidad de Alcalá. Esta universidad, a través de su Taller de Escritura Creativa, ha sido un semillero de talento, brindando formación a nuevas generaciones de escritores. Asimismo, figuras locales como Guillermo Mora, un artista visual de renombre internacional, han contribuido a la vitalidad cultural de la ciudad. Estas conexiones con las artes y las letras hacen que la decisión de premiar a Quintana, una figura controvertida, sea aún más desconcertante.
El equipo de Gobierno local, formado por PP y Vox, ha defendido la elección basándose en el impacto mediático que traería galardonar a Quintana, mostrando que para ellos este premio es más una herramienta publicitaria que un reconocimiento auténtico al trabajo artístico. En lugar de celebrar el esfuerzo creativo y el compromiso con las artes, han priorizado la atención mediática, socavando el verdadero valor del galardón. La defensa de la premiación no solo demuestra un enfoque superficial, sino que además refleja una clara intencionalidad política, dada la composición del jurado, dominada por miembros afines al equipo de Gobierno.
Es urgente que el Ayuntamiento de Alcalá revise los criterios y bases de este galardón para asegurarse de que los futuros premios se otorguen a figuras que realmente encarnen el mérito artístico y literario, y no basados en consideraciones de popularidad o conveniencia política. De no corregirse, el prestigio del Premio Ciudad de Alcalá se verá gravemente comprometido, convirtiéndose en una mera herramienta de promoción sin sustancia cultural. Solo mediante un cambio estructural, que garantice la participación mayoritaria de personas expertas en artes y letras en el jurado, el premio podrá recuperar su esencia y continuar siendo un referente de excelencia cultural.