Plaza de Colón | Por Pilar Blasco

Antonio Machado definió Madrid como el rompeolas de las Españas. Hoy ha cobrado actualidad el lema de Don Antonio en el posmoderno siglo XXI. Y se materializaría en la simbólica plaza madrileña a la que da nombre el misterioso navegante genovés que empujó España replicarse en muchas Españas hace cinco siglos. España está llena de grandes hombres.

Concentrado en la plaza de Colón de Madrid, EP
  • Pilar Blasco es  licenciada en Lengua española. Actualmente jubilada, ha colaborado en publicaciones locales en temas de actualidad política y cultural.

Antonio Machado definió Madrid como el rompeolas de las Españas. Certera visión de un español de bien (“soy en el buen sentido de la palabra, bueno”), socialista de los que profesaban la fe del bien común en el lado equivocado. De los que, como otros socialistas de su tiempo, se colocaron en la trinchera de la unidad, la libertad e igualdad de los españoles, sin percatarse de que a sus espaldas otras fuerzas se iban aprovechando con fines inconfesables de aquellos intelectuales idealistas y gentes de buena fe. Hoy ha cobrado actualidad el lema de Don Antonio en el posmoderno siglo XXI. Y se materializaría en la simbólica plaza madrileña a la que da nombre el misterioso navegante genovés que empujó España replicarse en muchas Españas hace cinco siglos. España está llena de grandes hombres.

Si hay algo apasionante en nuestras vidas es la historia, nuestra historia. España ha cambiado mucho y poco en un siglo. Precisamente Machado vivía intelectualmente impregnado por la filosofía bergsoniana del tiempo, su devenir, su fugacidad y su eterno fluir inaprensible. Qué presente resulta en estos tiempos, peligrosos e inestables una vez más, arrastrados por fuerzas ocultas e inesperadas, empujados sin causa al sino de la autodestrucción española. Últimamente entre los tópicos manejados para disipar la perplejidad, contamos con la máxima (dicen) del canciller Bismark, según la cual España es el país que más ha hecho a lo largo de su historia por autodestruirse sin conseguirlo. De lo que se deduce que es una nación fuerte de cuerpo y espíritu. Y  la historia lo confirma a poco que sepamos de ella.

Curtida en mil batallas, en la cima del mundo y en los abismos de la degradación, siempre ha resurgido, ha remendado sus desgarros y curado sus heridas, dejándose, eso sí, algunos girones de su ser en el camino.  Con luces y sombras hemos vivido un periodo de medio siglo inédito en la historia de España. Decir en paz sería faltar a la verdad, pues en estas casi cinco décadas hemos tenido un azote de sangre y plomo por parte del enemigo interior, uno de ellos. Y una presión maligna sobre nuestra unidad y sobre nuestra convivencia en forma separatismo perverso, excluyente y chantajista. Esas sombras nos impidieron disfrutar plenamente de la “edad de oro” del siglo XX. Una etapa privilegiada de la que, ahora que se tambalea, somos conscientes.

Porqué están en juego los valores que propiciaron la democracia y libertad del periodo constitucional, creo que ya lo sabemos todos en los últimos años, aunque tantos españoles desgraciadamente se niegan a admitirlo empleando la conducta del avestruz y la actitud cerril del fanático. Pero la realidad es tozuda y no se puede negar ni poniéndose de espaldas ni de perfil a ella. Los mantras del “todo va bien, aquí no pasa nada, todo se hace por el bien de España y los españoles, etc”, ya no funcionan. Esa es la verdad del barquero y la del porquero. Otra cosa es que muchos, demasiados, la nieguen, abducidos por ideologías fabricadas al efecto. Contra el lavado de cerebro y la manipulación de mentes poco se puede hacer, sólo unos pocos sanan del virus, los demás prefieren vivir con el veneno en el cuerpo y con la soga al cuello con que se van a ahorcar. La historia contemporánea tiene espeluznantes ejemplos de autodestrucción de sociedades enteras por el mismo mal.

No recomiendo leer a Orwell porque en casos graves no hace efecto, incluso hay quien lo interpreta del revés. Ni Orwell ni otros que han escapado del abismo totalitario físico y  mental y lo han contado. Para los entregados, el infierno es el paraíso y hay que tocar el cielo con las manos, o algo así. Para la mayoría no hay salvación. El mal ya está hecho. Lo curioso es que no les apetece ir al “edén” sino traérselo a casa y meternos a todos queramos o no, sin opción a elegir, puesto que ya nos encontramos con el camino hecho sin vuelta atrás, sin libertad.

Y en ello están de la mano de sus amados líderes y gurús mediáticos. No importa que esos guías espirituales les mientan, los engañen y falten al respeto, tienen motivos para hacerlo, lo que hagan bien hecho está y es por el bien de España y por la cohesión social y la convivencia.  Que esa convivencia sea con gentuza extorsionadora, que nos desprecia y nos insulta, con criminales convictos y otros malhechores, no pasa nada; nuestro amado líder tiene derecho a permanecer en el trono y eso es lo que importa.

No añadiré más razones para acudir al la Plaza de Colón cada vez que se nos convoque. Y a la de Cibeles, Sol, Neptuno, Mayor, Felipe II, República Dominicana, La Cebada, España, Callao, Las Cortes… y todas las que nos acojan a los madrileños y a los españoles de bien. Hoy España es una gran Plaza de Colón y no le vamos a fallar.

 

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1 Comentario

  1. Vamos, que Antonio Machado era tonto de lo bueno que era y se aprovecharon de él. Además estuvo en el bando equivocado (¿el bando de los que dieron un golpe de estado contra un régimen democráticoz apoyados por nazis y fascistas italianos era el bando bueno?) Si Antonio Machado, después de haber muerto en el exilio y ser depurado y humillado por el régimen viviera hoy, no creo que tuviera ganas de acudir a la manifestación de Colón. Esta señora que tanto sabe y disfruta de la historia, siempre suele olvidar algunos datos importantes en sus artículos…

    • Pilar Blasco es muy “olvidadiza”, no, creo que escribe unos artículos muy, muy partidistas. Claro Pilar, estoy segura que Antonio Machado disfrutaría mucho alzando la bandera “nacional”, cantando un “Cara al sol” y vitoreando a Vox o al Partido Popular.

    • Carmen, Pilar Blasco es partidista. Tiene un buen historial académico, pero su sentimiento ideológico es tan fuerte que es capaz de imaginar a don Antonio Machado hondeando la bandera en la plaza de Colón, es más, estaría junto a los representantes del partido popular.

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