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No puede decirse, por desgracia, que Díaz Ayuso sea un gran ejemplo de la moderación y templanza que necesitamos para pacificar nuestra vida política.
- Santiago López Legarda es un periodista alcalaíno que ha ejercido en diferentes medios nacionales.
¿Qué es más vergonzoso: el texto firmado en Bruselas por los representantes de Junts y del Partido Socialista o los actos de violencia y exaltación de la dictadura que estamos viendo delante de las sedes del PSOE? Muy posiblemente los votantes españoles tendremos que hacernos esta pregunta al tiempo de acudir a las urnas cuando haya nuevas elecciones generales, cosa que sucederá, según creo, mucho antes de cuatro años. En este sentido, lamento mucho desilusionar a mi presidenta regional, doña Isabel Díaz Ayuso, quien no ha tenido empacho en afirmar que estamos al comienzo de una dictadura y que Pedro Sánchez es un tirano. No puede decirse, por desgracia, que Díaz Ayuso sea un gran ejemplo de la moderación y templanza que necesitamos para pacificar nuestra vida política.
Tampoco ha dado buen ejemplo mi tocayo Santiago Abascal. Según él todo esto acabará con Sánchez en el banquillo o con los que se oponen a sus planes en la cárcel. ¿Y por qué habría de acabar en la cárcel el señor Abascal si no comete ningún delito? Mientras los jueces no lo consideren autor o inductor de algún delito, el señor Abascal puede estar tranquilo y puede llevar a cabo cuantas iniciativas considere oportunas para protestar o tratar de evitar que se consume el pacto alcanzado para la investidura de Pedro Sánchez. Eso sí, nosotros nos atreveríamos a recomendarle que todas esas iniciativas sean pacíficas y preferiblemente parlamentarias, puesto que es en el Parlamento, y no en la calle, donde reside la soberanía nacional.
El actual Presidente del Gobierno en funciones es un líder socialista o socialdemócrata ni mejor ni peor que tantísimos otros líderes que ha tenido el PSOE en sus casi 150 años de historia. Puede que sea un líder cegado o deslumbrado por la ambición de poder, puede que esté equivocado o aturdido, puede que un exceso de confianza en sí mismo le haya impedido ver el lío infernal en que se estaba metiendo, puede que le hayan tendido una trampa y puede que sea él quien la haya tendido a los que van a votarle como Presidente del Gobierno con todas las de la ley. También puede ser que las medidas o decisiones que él cree beneficiosas para sí mismo y para España acaben siendo un rotundo fracaso. Pero Pedro Sánchez es un demócrata. No será él quien impida la celebración de elecciones libres. Fueron otros los que lo impidieron en el pasado y son otros los que lo impedirían hoy… si pudieran.
Hay que decir también que las sonrojantes concesiones hechas al prófugo de Waterloo no significan una traición a España ni suponen la ruptura de España, ni tampoco el fin del estado de derecho, ni el inicio de una tiranía ni el fin de la separación de poderes. Son concesiones políticas que pueden y deben criticarse tanto desde una óptica de derechas como desde la izquierda, pero de ningún modo justifican ese toque de rebato callejero que están lanzando los líderes de la derecha y la extrema derecha. Y alguna de esas concesiones, singularmente la anunciada ley de amnistía, estará sometida al control de constitucionalidad por parte del alto tribunal encargado de interpretar nuestra Carta Magna.
En este punto de la constitucionalidad de la futura ley de amnistía, resultan muy llamativas unas declaraciones del señor Núñez Feijóo según las cuales el Tribunal Constitucional es hoy un tribunal de parte porque al parecer hay una mayoría de miembros de orientación progresista. ¿ Y no son unos jueces de parte esos miembros del Consejo del Poder Judicial que emitieron un informe contra la ley de amnistía sin que nadie se lo hubiera pedido y antes de conocer el texto de la misma? Quizá convendría ser más cauto con las palabras cuando uno lleva media docena de años bloqueando las previsiones constitucionales en lo que a renovación del poder judicial se refiere.
En definitiva, creo que vamos hacia una legislatura más bien corta, en la que el clima social y político puede llegar a ser irrespirable y en la que la convocatoria de elecciones anticipadas puede acabar siendo la única salida razonable. Ya dijimos en estas mismas páginas de ALCALÁ HOY que nos parecía preferible la repetición de elecciones que pactar la formación de Gobierno con un prófugo de la justicia. Pero una cosa son nuestras preferencias y otra bien distinta las cosas sencillas que me temo vamos a tener que recordar en esta legislatura que arranca la semana que viene: que Pedro Sánchez tiene todo el derecho y toda la legitimidad para armar una mayoría parlamentaria, que los siete de Junts son tan representantes de la soberanía nacional como los del PP o los de Vox, y que los ciudadanos seremos llamados a las urnas cuando toque y ahí tendremos ocasión de decir con nuestro voto qué nos parece todo esto.
Se pregunta que es más vergonzoso el pacto del PSOE con Junts o lo que denomina actos de violencia y exaltación de la dictadura. Porque haya un grupo de descerebrados fascistas no se puede tildar a todas las personas que protestan ante los pactos de igual manera. Ya sabemos que su ideología, por cierto condenada por la Unión Europea, tilda a los demócratas y constitucionalistas con exaltar a la dictadura. Las personas que protestan están sufriendo el expolio de la libertad y de la igualdad, por unos pactos con ultraderechistas xenófobos. Esa gente que se manifiesta quiere que todos los españoles seamos iguales ante la ley, esa gente quiere pagar impuestos y que se distribuyan entre aquellos que más lo necesitan, no que lleguen a las clases más privilegiadas. Quieren que el peso de la ley caiga contra los corruptos y malversadores. Pero al parecer usted quiere dar carta blanca a estas personas, pero claro protestar es de fascistas. Tacha de demócrata a Pedro Sánchez. Ya sabemos que su ideología es tachar de demócrata a aquel que saquea al Tribunal Constitucional o a la Fiscalía General del Estado. Supongo que en su ideología está llamar fascistas a todas las asociaciones judiciales, incluidas las de izquierda y ya no digamos a Inspectores de Hacieda, Asociaciones Empresariales, y un largo etc. que sería cansino describir. Incluso existen mentes perturbadas que a los policías que fueron a defender la Constitución a Cataluña manifiestan que fueron a dar palos, cuando las imágenes de aquellas nefastas fechas se atisba que sufrieron actos de terrorismo, pero claro si defienden la sede del PSOE los mismos policías ante un minúsculo grupo de exaltados ultrafascistas la cosa cambia y ya se permite dar palos. Estoy en contra de cualquier asedio y escraches ante las sedes de cualquier partido, pero de momento la gente intenta tener libertad de expresión ante la cada vez más deteriorada democracia española. La gente tiene derecho a manifestarse, pero la inmensa mayoría ni quiere volver a un paso aciago y ni sabe lo que es, solo quiere vivir en democracia y libertad y con Pedro Sánchez en el poder, y va para largo caemos en un régimen autócrata y chavista que cada vez nos empobrecerá más. Y felicidades señor López Legarda, está asistiendo a la redistribución de la pobreza en España. Al fin y al cabo es lo que quiere.
Como siempre, un acertado análisis con independencia de que se compartan o no los argumentos del señor López Legarda.
Mi opinión personal se centra en dos detalles: primero, que estamos padeciendo una ola de populismo, o si se prefiere teatro, preocupantemente intensa, ola que es completamente transversal por todo el espectro político español y que no es exclusiva nuestra sino que afecta a la mayoría de los países occidentales, véanse entre otros los casos de Donald Trump o el Brexit. La consecuencia es una polarización de la sociedad y una pérdida de matices en beneficio de un maniqueísmo que veo como muy peligroso. Aunque por fortuna las circunstancias son muy diferentes, una situación política similar acabó conduciendo al desastre de la Guerra Civil en España y de la II Guerra Mundial en muchos otros países, con salvajadas por medio como el nazismo. No temo que vuelva a ocurrir algo parecido, pero sí que se deteriore la convivencia hastra extremos preocupantes.
Y segundo, yo veo a Pedro Sánchez como un jugador de póker al que le gusta arriesgar y apostar fuerte para ganar la partida por muy malas cartas que le toquen. Mi talante es completamente opuesto, y desde luego algunas de sus decisiones me han puesto los pelos de punta; pero sí le reconozco una inteligencia y una osadía -nada que ver con predecesores suyos como Zapatero- gracias a las cuales es mucho lo que puede ganar… o perder. Y por supuesto, aunque dista de ser mi ideal de gobernante, está muy por encima de la práctica totalidad de sus pares e incluso de impares como la inefable Isabel Díaz Ayuso, empeñada en jugar en primera división cuando la suya es la segunda y máximo exponente de ese populismo vacío al que antes he criticado, debiendo añadir que en realidad quien mueve los hilos no es ella sino quien tiene detrás como asesor o quizás más bien valido. Pero ésta es otra historia.
Como siempre Santiago López Legarda acierta con su análisis. Enhorabuena por tus interesantes artículos. No dejes de escribir.
Lamentable tanto servilismo.
Lo que usted interpreta como servilismo es simplemente libertad de opinión. Se puede y se debe discrepar si no se está de acuerdo, pero otra cosa muy distinta es descalificar como intenta hacer usted.
Menudo personaje está hecho. ¿Ya le ha pagado Javierito la extra o a la espera aún? ¿O estamos a primeras horas de la mañana con la segunda copa?
Ante todo: RESPETO. Es evidente que su sentimiento ideologico le supera, tanto como polarizar una respuesta en palabras vejatorias. Buen ejemplo de un conservador pepero.
“Hay que decir también que las sonrojantes concesiones hechas al prófugo de Waterloo no significan una traición a España ni suponen la ruptura de España”
Espero se lo paguen bien, Sr. Legarda.
Buen artículo. Lo único que faltaría por añadir es que en los 4 folios firmados por PSOE y Junts, no se puede encontrar ninguna de las medidas tan nefastas para España que se repiten como un mantra. No hay una ley de amnistía, se esboza que se presentará, no hay una cesión de impuestos, en el texto Junts dice eso es lo que quiere, etc…. Por favor, hay que leer, no interpretar…..
“En este punto de la constitucionalidad de la futura ley de amnistía, resultan muy llamativas unas declaraciones del señor Núñez Feijóo según las cuales el Tribunal Constitucional es hoy un tribunal de parte porque al parecer hay una mayoría de miembros de orientación progresista. ¿ Y no son unos jueces de parte esos miembros del Consejo del Poder Judicial que emitieron un informe contra la ley de amnistía sin que nadie se lo hubiera pedido y antes de conocer el texto de la misma? Quizá convendría ser más cauto con las palabras cuando uno lleva media docena de años bloqueando las previsiones constitucionales en lo que a renovación del poder judicial se refiere”
Lamentablemente no estoy de acuerdo con su análisis y le voy a decir por qué. De los 6 párrafos de que consta su artículo, los dos primeros hablan del ruido. Sí del ruido y de la relevancia e importancia impropia y desmesurada que le da a las manifestaciones y lo que sucede de forma puntual por los radicales. No nos fijemos en ello. No hay que gastar ni tiempo ni palabras en ello. Parece una argucia muy cansina condenando las declaraciones y exabruptos de uno u otro dirigente de la derecha y es lamentable porque parece un intento de desviar la atención sobre lo importante.
Hay que ir al meollo del asunto para emitir un juicio sobre una actuación, es este caso las concesiones legales que posibilitarán al P.S. ser investido presidente. En el tercer párrafo usted las califica de sonrojantes y, a mí me parecen más bien infames. El problema catalán, si le hay, se debe solucionar entre todos y no de forma unilateral o, más bien unipersonal, como pretende. Crear una ley a medida que salve judicialmente a golpistas, prevaricadores con concesiones legales y económicas genera agravios comparativos entre los españoles y, como bien decía el profesor Tierno “nadie es más que nadie pero tampoco menos”. Su decisión de crear leyes a medida para su investidura es, insisto, es infame y obsceno. No solo por el fondo sino por la forma. Un insulto a los preceptos socialistas y un “regresismo”, que no progresismo, hacia la concordia entre todos los españoles.
No le niego la perfecta legalidad de este amaño que quizás salga adelante, ójala que no, pero las formas no son de una persona que quiera la armonía y la paz social sino solo su ascenso personal y egoísta a costa de la cantidad de problemas de todo índole que va a generar.
De su artículo solo estoy de acuerdo con el último párrafo en el que augura una legislatura corta y escabrosa y también coincido plenamente con usted en que se debían de haber celebrado otra convocatoria de elecciones.
Un saludo.
PD La locución de Ignacio Varela sobre este tema en el programa “Por fin no es lunes” del 4 del 11 del 23 es una joya.