Lucha por respeto y dignidad en la residencia de mayores | Por David Cobo

Residentes, sus familiares y trabajadores de la residencia de mayores Francisco de Vitoria, en Alcalá de Henares, se están movilizando y visibilizando la vulneración de derechos que sufren los mayores en dicha residencia. Denuncian falta de personal, mediocre servicio de lavandería, carencia de medios materiales y pésima alimentación.

Foto de Izquierda Unida
  • David Cobo García es  Coordinador Izquierda Unida Alcalá de Henares
Foto de Pedro Enrique Andarelli

“Mi padre ha perdido 14 kilos en 10 meses”, es el grito desesperado de la hija de un residente. “Me siento culpable por haber traído a mi madre aquí”, dice otra con voz rota y lágrimas en los ojos. “Para que no se quede con hambre cada día traigo a mi padre una pieza de fruta y un sándwich”, me comentó una mujer el primer día que visité la residencia Francisco de Vitoria.

Tras estos duros testimonios hay causas y responsables. El contrato de alimentación es de 4,65€ diarios por residente. Es decir, que con esos ridículos 4,65€ han de dar desayuno, café, comida, merienda y cena a cada persona. Algo absolutamente inviable si se quiere dar una alimentación adecuada. El resultado es calidad mediocre y raciones insuficientes en la residencia Francisco de Vitoria.

Se supone que debe haber una auxiliar por cada 10 residentes, pero solo hay una por cada 15 o 20, dependiendo del turno. La Comunidad de Madrid dice que no es así, sacándose de la manga un rápido cálculo por el cual concluyen que hay un número adecuado de trabajadores respecto al de residentes. Lo que no dicen, y ahí está la trampa, es que cuando dan el dato del número de trabajadores incluyen a los administrativos y personal que no atiende directamente a los residentes.

Tuberías viejas que afectan al estado del agua potable que circulan por ellas, negando por ello el uso de la mayoría de los grifos de la residencia. Necesidad urgente de modernizar unas instalaciones que han quedado obsoletas. Falta de inversión y preocupación por lo esencial.

Uno de los pocos enseres que el residente mantiene para mostrar su gusto personal y personalidad propia es su vestimenta. La ropa que él mismo ha elegido o que le ha regalado un ser querido, algo propio, identitario, personal. El hecho de que el servicio de lavandería no funcione adecuadamente no sólo influye en que puedan faltar en un momento determinado sábanas o toallas limpias, lo cual ya es grave, sino que además influye en que puedan tener o no disponible ropa personal para vestirse cada día. Cuestión que directamente afecta a la dignidad de la persona.

La trabajadora de la Residencia de mayores Francisco de Vitoria María Cristina González durante una sesión extraordinaria del Pleno en el Ayuntamiento – Alberto Ortega – Europa Press

Hay que reconocer el gran valor de las trabajadoras que han dado la cara denunciando esta situación. Trabajadoras que no quieren guardar silencio, que no pueden irse a casa tranquilas sabiendo que solo pueden duchar a los residentes 2 o 3 veces por semana. Que se desesperan ante la falta de empapadores. Que se enfadan al ver que llegan pañales de peor calidad. A las que se les encoge el alma cuando ven que tienen que partir un plátano en trozos para compartirlo entre los residentes, y que estos van perdiendo peso de forma alarmante.

Es curioso que si atendemos a las estadísticas, a aquellas a las que recurrimos cuando fortalecen nuestra opinión y de las que renegamos cuando la rebaten, veremos que los colectivos generacionales cuyos derechos son más quebrantados son precisamente los más vulnerables y tienen menor capacidad de protesta: los niños y los ancianos. Esto, como sociedad, no debería sonrojarnos de vergüenza, pues esta acogota e inmoviliza, sino que debería inundarnos de ese otro sentimiento que nos pone de pie y nos empuja a la acción al que muchos llaman indignación y al que prefiero definir como conciencia.

A finales de los años 90 en la presentación del libro ‘Nosotros, los mayores’, de Fernando Fernán-Gómez, el autor, entre el sarcasmo y la ironía que le caracterizaban, dejaba una frase lapidaria y perturbadora al expresar que la vejez es un periodo en el que “se pierde la estima y la consideración que los otros tienen de ti.” Lapidaria, porque no veo que pueda ser rebatida con argumentos de fuerza, y perturbadora, ya que esta realidad no deja indiferente a nadie pues a unos nos despertará la conciencia o la indignación, y a otros al menos les hará aflorar algo de temor, ya que la vejez es una etapa de la vida por la que todos vamos a pasar, en el mejor de los casos.

A lo largo de la vida acumulamos vivencias que nos otorgan conocimiento, experiencia. ¿Dónde está ese conocimiento acumulado, esa experiencia de vida? ¿En las bibliotecas quizá? ¿En los discos duros de potentes ordenadores? Pienso que mucho de ese conocimiento y experiencia está en las residencias y en los centros de mayores. Conocimiento que se pierde en este mundo acelerado que resbala en la superficialidad de lo inmediato, conocimiento que por falta de voluntad o posibilidad no llega a la juventud y se pierde como lágrimas en la lluvia.

En la vida vamos quemando etapas y afrontando nuevas. Quizá la más difícil de iniciar es aquella en la que una persona abandona su hogar y pasa a vivir en una residencia. Deja atrás su cama, la mayoría de sus cosas, a sus vecinos, sus horarios… y pasa a adaptarse a nuevos compañeros y horarios, a abandonar su casa para adaptarse a su habitación. Una fase en la que la persona abandona mucho para ganar en cuidados, servicios y apoyo. Un paso difícil y que no es gratuito, cada residente paga en función de sus ingresos mensuales y la mayoría de estos van a pagar su estancia en la residencia. ¿Pero de qué ha servido dar este difícil paso si escasea el personal y los alimentos?

Todos los problemas mencionados tienen un mismo motivo: falta de inversión. Falta de inversión en lo importante. Anteponer los intereses económicos de la Comunidad de Madrid, o de la empresa contratista, a la dignidad y cuidados de nuestros mayores. Precarizar nuestros servicios públicos por los cuales pagamos y, los que más, los propios residentes, que pagan, y mucho, por estar allí.

La libertad, esa palabra grandilocuente que a todos nos gusta, no puede ser prostituida para querer decir impunidad. Impunidad para desmantelar los servicios públicos que como sociedad nos hemos dotado para garantizar los derechos sociales de la población. Libertad no puede ser impunidad, la libertad es otra cosa. Libertad es saber que en la residencia vas a contar con los cuidados y medios necesarios para pasar lo mejor posible el invierno de la vida. Libertad es acostarte sabiendo que tu familiar dependiente se encuentra en una residencia bien cuidado y atendido, y que así te lo transmite en cada visita. Libertad es sentir que haces bien tu trabajo como sanitario, tal y como te lo han enseñado, contando con todos los medios y percibiendo que en cada jornada laboral estamos brindando cuidado y haciendo confortable la vida cotidiana de los residentes.

Una trabajadora de la residencia Francisco de Vitoria dijo en el salón de Plenos del Ayuntamiento de Alcalá de Henares: “Estamos amenazadas, pero no tenemos miedo. Solo tenemos miedo a nuestras conciencias”. Los que no tienen conciencia no entenderán esta frase, pero es tan inmensamente grande lo que ella encierra. El que tiene conciencia no puede descansar sabiendo que la injustica se perpetra ante sus ojos y con su silencio.

Es evidente que una sociedad que no cuida a sus mayores y a su infancia es una sociedad enferma. Es obvio que debemos caminar juntos, unir nuestras fuerzas y cambiar esta situación. Imponer el sentido común ante la ceguera de los que sólo ven números en la gestión del que posiblemente sea el último hogar de nuestros mayores, en el último hogar de aquellos que nos prestaron su mano para apoyarnos en nuestros primeros pasos. Aquellos que nos enseñaron a coger la cuchara y atarnos los cordones, los que nos dieron protección cuando todo nos daba miedo. Ahora nos toca a nosotros defenderlos, defenderlos de la ceguera de los que solo ven en ellos una posibilidad de negocio.

 

 

¡ Nuestro canal en Telegram! Si te ha interesado esta información, únete ahora a nuestro canal de telegram @alcalahoy para estar al tanto de nuestras noticias.

Comentar

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.