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“El machismo es el miedo de los hombres a las mujeres sin miedo” – Eduardo Galeano
- David Cobo García – Portavoz IU Alcalá de Henares y concejal de Unidas Podemos IU en el Ayuntamiento
Habría sido humano el correr y esconderse pero no lo hizo, ella plantó cara al agresor de su hermana y este, armado con una pistola, le metió tres tiros en el cuerpo: dos de ellos en la cabeza y el otro en la espalda, impactando en la médula. Nadia Otmani, pues ese es su nombre, sobrevivió aunque parezca imposible. Las lesiones la condenaron a una silla de ruedas, pero no pudieron robarle su valor, ni sus ganas de vivir y luchar. Nadia ahora dirige la asociación Al Amal, para apoyar a las mujeres contra la violencia machista y el racismo.
Tampoco se escondió cuando Talibán Smith, presidente del partido misógino, reventó con sus falsedades un acto institucional contra la violencia machista. Sus mentiras son conocidas, repetidas hasta la saciedad, en ese constante martilleo que caracteriza a las falsedades que a fuerza de insistencia quieren tornarse realidad:
- Dice que la violencia machista no existe, a pesar de que la misma ha asesinado en España a más de 1.000 mujeres en menos de 17 años.
- Exclama que hay muchas denuncias falsas de violencia machista, lo cual es totalmente mentira. Son falsas menos del 0,01% de las denuncias según datos de la Fiscalía General del Estado.
- Manifiesta que los agresores de mujeres son mayoritariamente migrantes, siendo esto una patraña. Los asesinos españoles son en torno al 70% del total.
- Alega que la Ley de Violencia de Género es inconstitucional y vulnera la presunción de inocencia, lo cual fue desmentido por sentencia del Tribunal Constitucional en el 2008.
Talibán Smith lo había vuelto a hacer, había obtenido su minuto de gloria, había vomitado sus embustes machistas a la cara de las víctimas del machismo. Se dirigió triunfante a su butaca, rememorando tal vez ese momento en el que hace dos meses se contramanifestó frente a una concentración que recordaba a las asesinadas. La sonrisa cínica en los labios pues sabía que de nuevo su mezquino mensaje abriría las portadas. Pero algo sucedió ajeno a sus cálculos, esperaba algunas voces de protesta, algún insulto quizá, pero no esperaba que aquella mujer se acercara con su silla de ruedas y le mirase a la cara.
Las palabras de Nadia Otmani no estaban preparadas. No era un discurso elaborado, era un indignado alegato ante la ofensa descarada. Exigían respeto a las víctimas con la claridad y contundencia que otorga la furia que persigue justicia. Sus palabras cayeron en la sala con la misma fuerza y sinceridad que las lágrimas que recorrieron sus mejillas.
El mentiroso no se atrevió a replicar, ni tan siquiera le aguantó la mirada, demasiada realidad para sus miserables mentiras, excesiva verdad para sus mentiras miserables. El hombre gris se escondió tras su traje gris, totalmente superado por la mujer que no se esconde.
Como en la canción de Silvio Rodríguez, la serpiente se destruye cuando se le plantea una verdad. La verdad siempre es revolucionaria.
La voz de Nadia fue la voz de las miles de mujeres que salieron a la calle este 25 de noviembre, fue la voz de los millones que se manifestaron el 8 de marzo, y más importante: fue la voz de todas aquellas que ya no la tienen.