Vengo escribiendo sobre Venezuela desde hace años, denunciando el abuso de poder de Maduro, la falta de alimentos y medicinas, la mala calidad de vida de sus ciudadanos, la super inflación descontrolada desde hace mucho tiempo, la corrupción existente y otra serie de penosos temas que han venido ocurriendo en aquellas preciosas tierras desde la época de Chaves, acentuado todo bajo el mandato del analfabeto social que es Maduro.
El presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, se autodeclaró “presidente encargado” del país, con el beneplácito de toda la oposición y de los líderes en el exilio. Acto seguido, Donald Trump respaldó a Guaidó y, en un comunicado, la Casa Blanca señaló que lo reconocía como presidente interino. A continuación, los gobiernos de Colombia, Perú, Brasil, Ecuador, Paraguay, Costa Rica, Argentina, Chile y, el últiomo por el momento, Francia, se han sumado al reconocimiento de Guaidó como presidente interino de Venezuela.
Guaidó, 35 años, es ingeniero por la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas y posgrado en Gerencia Pública por la Universidad George Washington. Masón declarado.
Si la masonería francesa, en la persona del Presidente de la República, ha reconocido a Guaidó, mal lo tiene Maduro.
Guaidó, sin utilizar la fuerza, o mejor dicho, sin muertos por el momento, ha dado un golpe de estado, similar a la situación catalana, por mucho que grandes personajes democráticos de la política actual se hayan manifestado a su favor, justificándolo en no se qué artículo o supuesto de la legislación venezolana.
Quienes siguen mis escritos saben que soy absolutamente contrario a Maduro y su dictadura, elegido en unas elecciones con observadores internacionales, entre otros, el expresidente de España, de infausto recuerdo como tal, Rodríguez Zapatero. Muchos dictadores llegaron al poder a través de elecciones democráticas, tanto de izquierdas como de derechas.
Pero si se apoya la actuación de Guaidó por la situación política, económica y social del país, también habría que aceptar, entre otros golpes de estado mundiales, el del General Franco en España ante una situación igual, o peor, que la Venezuela de Maduro en su momento.
La palabra y el concepto DEMOCRACIA, no siempre y no igual para todos tiene el mismo sentido y significado. Y si no, que se lo digan a aquellos que han rodeado el Parlamento Andaluz porque han perdido el poder, de forma democrática, en esa región española. O a esos otros que constantemente se está saltando la Constitución en Cataluña, con el “Don Tancredo” del Gobierno central de turno. La democracia hay que aceptarla, y apoyarla, cuando se gana y cuando se pierde; en caso contrario, en el sentido que sea, el pensamiento interno de quien no lo acepta así, es el de un golpe de estado, del color o situación que cada uno pretenda defender, que no sean las urnas legales.
Me parece irresponsable y una falta total de conocimiento de la legislación venezolana el afirmar que el actual presidente de la Asamblea Nacional está dando un golpe de estado. Si bien no ha leído los demás artículos donde habla en contra de Nicolás maduro jamás he visto en Alcalá hoy una publicación que describa la actual crisis económica, social y política de Venezuela. Me parece un artículo que no aporta nada a la situación actual.