- David Cobo García – Portavoz Izquierda Unida Alcalá de Henares
Veo a Trump, el amigo del Ku kux klán, el aliado del Estado terrorista de Israel, sentado en la Casa Blanca junto a los Borbones, los cuales están de visita en EEUU. El ciudadano Borbón ha manifestado: – “Hay muchos intereses en común. Compartimos esfuerzos en muchas áreas, además de un aspecto básico como es el valor por la democracia”.
¿Valores democráticos los que vulneran los derechos de los niños? ¿Los que desestabilizan países para generar golpes de Estado y guerras civiles con el propósito de colocar gobiernos satélites de EEUU? ¿Los que dan a Israel armas y licencia para asesinar palestinos? ¿Democracia, Señor Borbón? Y puestos a preguntar, ¿a usted quién le ha votado para ser nuestro Jefe de Estado?
Me golpea el colaboracionismo con la barbarie de todas aquellas personas, trabajadoras en su mayoría, que a pesar de haber sido educadas en valores de respeto y solidaridad ahora celebran acciones repugnantes como la perpetrada en la frontera del sur de EEUU o el rechazo a los refugiados por parte de Europa. Seres humanos que han perdido esa empatía a la que llamamos humanidad y no quieren que sean rescatados los refugiados del “Aquarius”, que celebran la política fascista del fascista Ministro del Interior italiano. Los que consideran invasores a los trabajadores migrantes que arriesgan su vida en busca de pan, trabajo y paz.
No podemos decir que las personas que aceptan posiciones xenófobas, supremacistas, nacionalistas… son ignorantes. Ellos saben que todos los países hemos sido migrantes en alguna página de nuestra historia, pero les da igual. El trabajador en paro no está en situación de desempleo por la llegada del trabajador migrante, no ha sido el trabajador migrante el que se ha llevado el tejido productivo a otras partes del mundo. No ha sido el trabajador migrante el que ha malvendido las empresas públicas, ni el que ha precarizado las condiciones de trabajo. No ha sido el trabajador migrante el que ha firmado acuerdos de libertad de movimientos de capitales y supresión de aranceles. No son ignorantes y a pesar de ello adoptan esas posiciones.
Siempre me ha intrigado ese cambio ético que hace abrazar el egoísmo más abyecto. No me refiero sólo a los que se insensibilizan, los que subían la radio para no oír los gritos de los torturados o los que miraban a otro lado para no ver el humo del horno crematorio. Me refiero a los participes, a los afines a tales vulneraciones de los derechos humanos.
Erich Fromm, el psicoanalista y psicólogo social, en su obra ‘El miedo a la libertad’ aborda como una buena parte de la sociedad alemana se dejó llevar por las ideas del nazismo. El derrumbamiento de los pilares sociales sobre los que se había constituido su sociedad hasta 1918, las malas condiciones de vida, el sentimiento de insignificancia e inestabilidad. Todo ello, les hizo agarrarse a la idea de que su situación económica estaría ligada a la situación económica de su nación, en lugar de a la de su clase. Se enrolaron en el autoritarismo y la dominación como sistema que les otorgara seguridad y orgullo, asumiendo valores totalmente aberrantes, contrarios a la solidaridad, pero aceptando que se realizaban por el bien de la nación. ¿Y qué es la nación? Un ente abstracto, un significante vacio, pero inequívocamente superior a los intereses de las personas.
Según Erich Fromm, el individuo se refugia en el autoritarismo, como sistema que le otorgue seguridad y certezas, destruyendo su yo y su pensamiento crítico para entrar en el conformismo de considerar las ideas inculcadas como propias.
El capitalismo nos trata a los trabajadores como a la mercancía de sus almacenes. Al igual que decide cuantas toneladas almacena de este o aquel producto, coarta los movimientos de las personas. Cierra las puertas, decide si es rentable recolectar o dejar pudrir el fruto en el árbol. Nunca ha sido más sincero que cuando nos bautizó con la expresión “recursos humanos”, pues así es como nos ve y valora, como un recurso cuya libertad de movimientos está supeditada a los intereses del mercado, como una mercancía más de su almacén donde amaestrar para el mercado es más conveniente que educar para la vida. Una visión autoritaria donde a las personas se nos pone al servicio de la economía, y no la economía al servicio de las personas.
Este manejo deshumanizado se hace posible inculcando que es por el bien común, para prevenirnos de una supuesta amenaza e invasión. Del mismo modo, los refugiados españoles fueron confinados en campos de concentración franceses tras la guerra civil. Los diputados franceses de derechas los llamaron “los indeseables”, cuando posteriormente muchos de esos españoles “indeseables” confinados en los campos lucharon por liberar a Francia del nazismo y contribuyeron a su grandeza.
Me parece especialmente preocupantes conceptos como “No me importan las personas, me importa España”. Anteponiendo una idea abstracta a los intereses de la gente, incluso negando con ello que la gente, las personas, sean España. ¿Quién es España para el orador? ¿El IBEX35?
Me recuerda al lema que leí en la camiseta de un nazi, el cual rezaba: “España somos nosotros”. ¿Quiénes son ese nosotros? Los nacionalistas que se apropian del concepto de nación para sí, lo prostituyen a sus intereses y descartan cualquier concepto diferente al suyo.
Muchos deberían dejar de ser patrioteros para ser humanos. Es el nacionalismo y el integrismo religioso las principales fracturas que debilitan la unidad necesaria de los más para acabar con el abuso al que son sometidos por los menos.
En esta Europa de la vergüenza, de la gran fosa común del Mediterráneo, y este EEUU desolador, de muros y niños enjaulados, han conseguido que algo tan básico como “amarás a tu prójimo como a ti mismo” sea una frase totalmente revolucionaria.
David Cobo García – Portavoz Izquierda Unida Alcalá de Henares