- Yolanda Besteiro de la Fuente / Presidenta de la Federación Mujeres Progresistas
- Prostitución. 18 de octubre, Día europeo contra la trata de personas
En las sociedades que podríamos llamar formalmente igualitarias, podemos afirmar y sin miedo a equivocarnos que, por desgracia, la prostitución está en proceso de expansión. Los datos no retroceden un ápice, según Naciones Unidas, un 95% de las mujeres prostituidas en el mundo son víctimas de trata con fines de explotación sexual, y éste es el tercer negocio más lucrativo del mundo tras el tráfico de armas y el tráfico de drogas.
Lo que puede considerarse la esclavitud de nuestro siglo no podrá abolirse si queremos construir un mundo igualitario, un mundo donde no se exista un mercado de cuerpos de los que se pueda disponer para su uso sexual. Por tanto, la reflexión que debemos hacer sobre la prostitución debe girar en torno al mundo que queremos construir y legar a nuestras generaciones venideras.
Para entender la perpetuación de este fenómeno tenemos que enmarcarlo en la raíz más extrema de desigualdad entre hombres y mujeres, prácticamente en su totalidad ellas son las prostituidas y ellos los prostituidores, los que obtienen placer de personas que se encuentran en una situación de clara inferioridad, víctimas de una sociedad injusta y patriarcal.
La siguiente variable al género que fomenta la existencia de la prostitución es la propia tolerancia de la sociedad, la legitimación de un comportamiento totalmente reprobable que, sin embargo encuentra cabida en argumentos conservadores y en otros que no lo son tanto basados en la teoría de la libre elección y el consentimiento. Tales posturas deben chocar con la realidad de que la mayor parte de las mujeres prostituidas son víctimas de un sistema de dominación planetaria, son mujeres vulnerables y violentadas procedentes en su mayoría de los países más pobres y desestructurarlos del mundo.
La prostitución se puede abolir si verdaderamente la sociedad se lo propone. Es evidente que si no hubiera demanda de hombres dispuestos a pagar por usar a las mujeres no existiría la prostitución. Ellos son plenamente conscientes de que existe la trata y el proxenetismo pero desde su posición de cliente que “simplemente” desea satisfacer sus necesidades sexuales, no quieren ver la parte de culpabilidad que tienen en esta cadena. Pero la explotación sexual es un fenómeno estructural que para afrontarlo no puede reducirse únicamente al nivel individual de la demanda, sino que precisa involucrar la voluntad activa de otros agentes que se benefician de su propia existencia.
Pero no será hasta cuando la sociedad en su conjunto se dé cuenta de que la impunidad y el secretismo en este fenómeno deber acabar, hasta que no se tome conciencia tal y como pasó con la violencia de género, de que la prostitución es otra forma más de esa violencia ejercida simplemente por el hecho de ser mujeres, redefiniendo este fenómeno como un problema de todos y de todas. Mientras eso no sea así, seguiremos apoyando la supervivencia de la prostitución, lo que la académica Ana de Miguel define como “una escuela de egolatría y prepotencia, una auténtica escuela para aprender e interiorizar las relaciones de desigualdad”.
Yolanda Besteiro de la Fuente. Presidenta Federación Mujeres Progresistas