Cuando yo era un chaval me preguntaba por qué en España todos teníamos que pensar en el mismo sentido. Un profesor del Instituto, sí, del, porque era el único en la ciudad, me hablaba de democracia y de la libertad de elección política de hombres honrados y justos. Me encantaba la idea, hombres libres mirando solo por el bien de todos los ciudadanos, llamados productores en aquella época en España.
Más tarde, cuando leí a los clásicos helenos y romanos, Platón me indujo a repensarme el tema. No era tan fácil eso de la democracia, podían incluso deformarte la realidad hasta que la asumieras como tal, y no todos eran hombres libres, honrados y justos. Incluso podían lavarte el cerebro haciéndote dar vuelvas y más vueltas, repitiendo frases y oraciones, no dejándote pensar, en resumidas cuentas.
Desde los años 68 al 78 tuve que compaginar mi ilusión de libertad y de lógica, ardores democráticos sin frenos, en momentos de palos y tiros procedentes de todos los lados, con trabajo, estudios, matrimonio y dos hijos nacidos después de la muerte del General Franco. Y con unos tics dictatoriales de los partidos políticos que surgieron de la nada, en número superior a quinientos, que hasta la combativa prensa de entonces tuvo que hacer una serie de guías o libritos, a fin de explicarnos quienes eran cada uno de ellos, que aportaban y qué pretendían para España.
Ni una pega a la Constitución, a la unidad, a la democracia. Yo, en cambio, no me sentí conforme con lo conseguido. Sobrevivieron pocos partidos políticos, y dentro de los partidos políticos, solo triunfaban aquellas personas que “aceptaban con agrado cuantas indicaciones se les formula”, párrafo textual que vi personalmente en un escrito, porque “quien se movía, no salía en la foto”. Además, por mi trabajo profesional, venía pasar demasiado dinero, efectivo, cajas de alquiler, transferencias y signos externos que no se correspondían, ya en aquella época, con los ingresos, y préstamos que, en buena, lógica, deberían tener tanto personas como organizaciones políticas.
Elegí entonces alquilar mi tiempo, con plena dedicación, a mi trabajo; a cambio, he desempeñado ciertos puestos de responsabilidad en un grupo empresarial multinacional y alcanzado una edad en la que se prioriza el estilo de vida personal y el círculo de amistades. Lo dado por lo recibido. La compañía y yo estamos en paz.
Es ahora cuando tengo libre el tiempo, el pensamiento y la palabra. Y entre que oigo lo que me da la gana, y que lo que oigo me la sopla, algunas veces me asusto de las tonterías que algunos dicen.
En los últimos años, siempre en mi opinión, en España han pasado las siguientes cosas, que han dado un vuelco total a la paz existente y al espíritu de concordia y hermanamiento que fue la Transición.
1: Crisis financiera y económica, con muy importante incremento de las cifras de parados; 2. Fraude e insolidaridad de los parados, consentido; 3. Aparición de Podemos, populistas radicales de izquierdas liderados por unos profesores universitarios, buena palabrería y mejores relaciones con medios de comunicación de ignoto centro decisor de ideas; 4. Crisis y fraccionamiento del PSOE, con importante debilitación en número y fuerza política de sus elegidos; 5. Inmigración indiscriminada, subvencionada con los impuestos de todos los españoles y que, en una gran parte, no aportan nada ni de forma particular ni en conjunto al bienestar en España; 6. Gran error del Presidente Aznar, cediendo responsabilidades a las CCAA a cambio de su permanencia en el poder; 7. Misma actuación por parte del Presidente Zapatero, por la misma causa. 8. Habiendo mejorado la población activa, los salarios sufrieron una deflación interna que aún no han recuperado; 9. Aprovechando todas ellas, Cataluña lleva casi cuarenta años adoctrinando a sus jóvenes en el odio a España, tergiversando la historia, mintiendo en todo y a todos, corrupción circular, cenando en el mismo restaurante, puede ser en mesas diferentes, pero siempre mirando al lado contrario; 10. Anunciada próxima proclamación de la República Catalana, tratada hasta ahora con excesivo guante de seda.
Y lo que algunos inventan, no puede ser nada más que en noche de insomnio tras intento de cohabitación fallido, es la plurinacionalidad, España es un país de naciones, a las que hay que traspasar muchísimas más funciones, más transferencias, más beneficios y más dineros, secesión encubierta, todo ello a cargo siempre del papá Estado.
Con ellos nos aseguramos sus votos independentistas que junto a los de Podemos, que quieren controlar los Ministerios de los que dependen las Fuerzas Armadas de todo tipo en España, Pedro Sánchez llegaría a la Moncloa, sostenido en el poder por alfileres, que son los que le pincharían en el supuesto que no acatara sus pretensiones, e incluso sus órdenes.
Ejemplo palpable el producido la segunda semana de septiembre en Castilla La Mancha. El Vicepresidente Segundo de la Junta, José García Molina, de Podemos, nombrado hace un mes para tal cargo a efectos de que el Presidente Sr. García Page, del PSOE, pudiera seguir como tal, ha dicho que “aboga por una coalición entre PSOE, Podemos y ERC para formar un gobierno en España”. Frente Nacional del siglo XXI. Primera propuesta formal de ello. Recuerdo a los lectores que las compañías de teatro acreditadas, antes de estrenar en Madrid, se van de “bolos” por provincias, en dónde los pequeños defectos de montaje pasan más desapercibidos.
Otro iluminado, José Manuel Franco, candidato a liderar el PSOE en la CCAA de Madrid, ha dicho que “si reformamos la Constitución en el sentido federal, Madrid tiene que ser una entidad más en ese Estado. Madrid tiene que ser nación, nación. Si el Estado es plurinacional, como nosotros defendemos, que sea una nación dentro del Estado español”. Y se ha quedado tan ancho.
Madrid es la capital de España, que acoge a todo el mundo con cariño, hospitalidad y dónde nadie se siente extranjero. Madrid es el cordón umbilical del entramado nacional, dónde empiezan, o acaban, las carreteras, los trenes, los aviones y, sobre todo, es el discurrir de la vida de quienes a ella llegan en busca de estudios, de trabajo, de turismo, sin distinguir a nadie por su sexo, su color, su ideología o por su idioma.
Menos mal que, parece, ha rectificado, pues sería gracioso oír gritar a los militantes socialistas aquello de ¡Viva Franco! al Presidente de la Nación Madrid. ¡Ah!, espero que gane el candidato alcalaíno.
Antonio Campos . El blog de Campos