- El PP madrileño arranca curso en Arganda con Ayuso y Feijóo, mientras Piquet refuerza su papel regional ya como alcaldesa complutense.
- Fotos posteadas por el Partido Popular
Entre abanicos azules, sombreros de paja y cámaras apuntando al escenario como si se tratara de un festival indie, el Partido Popular de Madrid inauguró este jueves su curso político en Arganda del Rey. Y allí, en primera fila y con sonrisa de manual, se sentó Judith Piquet, esta vez no como aspirante ni como “futura alcaldesa”, sino como alcaldesa de Alcalá de Henares. Acompañada para la ocasión por el secretario general del PP alcalaíno, Jorge de la Peña, la primera teniente de alcaldía, Isabel Ruiz Maldonado, y el edil de Cultura e Igualdad, Santiago Alonso, la regidora complutense se dejó ver en el patio de butacas de la política madrileña, ahora ya con galones.
El acto, concebido como arranque del curso político regional, contó con los dos pesos pesados del PP: Isabel Díaz Ayuso y Alberto Núñez Feijóo. La presidenta madrileña aprovechó la ocasión para agradecer al líder nacional que hubiese plantado el acto solemne de apertura del año judicial en el Tribunal Supremo, un gesto que ella tradujo como defensa de la dignidad institucional frente a lo que considera una anomalía. El agradecimiento sonó a guiño cómplice: “Gracias por no normalizar lo que no es normal”, le espetó Ayuso, con medio auditorio ya en pie aplaudiendo.
De la Plaza de Cervantes a Arganda: déjà vu con cargo añadido
Para los cronistas con memoria, lo de este jueves en Arganda tuvo mucho de déjà vu. En septiembre de 2022, el PP madrileño había elegido Alcalá de Henares para abrir el curso político, con la Plaza de Cervantes como escenario y Judith Piquet en el papel de aspirante a la Alcaldía. Aquel día, Ayuso la presentó como “máquina” y “futura alcaldesa”, en un mitin que mezclaba el aroma de fiesta mayor con la liturgia popular de los discursos encendidos.
Tres años después, la historia se repite, pero con un matiz esencial: Piquet ya es alcaldesa y se muestra arropada por su equipo en un acto de alcance regional. Lo que entonces sonaba a profecía de campaña se convierte ahora en confirmación de poder territorial. Para ella, la foto no es anecdótica: significa estar en la mesa de los mayores, compartiendo espacio con Ayuso, Feijóo y un buen puñado de alcaldes y concejales que saben que la política también es cuestión de imagen.
Ayuso, fiel a su estilo, desplegó munición gruesa contra Pedro Sánchez. Primero criticó lo que llamó el uso “caprichoso” del Parlamento, a su juicio abierto y cerrado según convenga al Gobierno. Luego remató con una frase de esas que hacen temblar al argumentario: “Estar tanto con los narcos deja a uno trastocado”. Lo decía para arremeter contra las relaciones que atribuye al Ejecutivo con el chavismo venezolano, pero la bala rebotó de inmediato contra la primera fila. Porque el recuerdo de la foto de Feijóo en los noventa, navegando con Marcial Dorado, volvió a aparecer como un fantasma inevitable.
La escena resultó incómoda: mientras Ayuso insistía en la idea de que Sánchez y Zapatero caminan de la mano de regímenes poco democráticos, algunos asistentes miraban de reojo al líder nacional, sentado a pocos metros, como si esperaran verle encogerse de hombros. Fue, en términos futbolísticos, un balón perdido en campo propio.
Piquet gana peso en el engranaje regional
Mientras los titulares de la prensa nacional se centraban en la última salida de tono de Ayuso y el boomerang que alcanzó a Feijóo, para Alcalá la foto del día era otra: Judith Piquet en primera fila, como alcaldesa en ejercicio, consolidando su presencia en el círculo regional. No era ya la telonera que recogía vítores en la Plaza de Cervantes, sino la dirigente municipal que juega en dos ligas a la vez: la complutense y la autonómica.
El PP vendió el acto como un compromiso con la libertad, la estabilidad institucional y las “políticas útiles” para los vecinos. Una retahíla de conceptos que, en la práctica, se tradujo en un mitin de verano con estética de romería. Sombreros de paja con el logo del partido, militantes con abanicos al ritmo del calor y una puesta en escena que recordaba más a una verbena patronal que a un arranque de curso. La diferencia es que en lugar de orquesta había micrófonos y, en lugar de pasodobles, un arsenal de reproches al Gobierno de Sánchez.
Para la delegación alcalaína, la cita tuvo un valor simbólico añadido: exhibirse como parte del engranaje del PP de Madrid. Jorge de la Peña, Santiago Alonso e Isabel Ruiz Maldonado acompañaron a Piquet, reforzando la idea de que Alcalá no solo se gobierna desde la Plaza de Cervantes, sino que también se teje influencia en los corrillos regionales. Y eso, de cara a futuras batallas electorales, no es un detalle menor.
La liturgia política, en cualquier caso, cumplió con su guion: vítores a Ayuso, aplausos a Feijóo y el runrún de que el PP empieza un curso cargado de bronca contra el Ejecutivo central. Y, entre medias, las cámaras fijándose en la alcaldesa complutense, que supo sonreír, posar y ocupar su sitio sin estridencias.
El curso político queda inaugurado, pues, entre discursos inflamados, pullas dialécticas y un ambiente que oscilaba entre la verbena y la convención de partido. Con una moraleja clara para la política local: Judith Piquet ya no es la “máquina” que prometía futuro, sino la alcaldesa que ocupa un lugar fijo en el álbum de fotos del PP madrileño. Y, a juzgar por cómo la arropó su equipo y la visibilidad que se le otorgó en Arganda, parece que la alcaldesa de Alcalá está llamada a jugar un papel cada vez más central en la estrategia popular.
La ironía, claro, se cuela sola: hace tres años Ayuso la bendecía como futura alcaldesa en la Plaza de Cervantes; hoy la lleva a Arganda como alcaldesa consagrada. Veremos qué titular toca dentro de otros tres. De momento, la rentrée popular ya ha dejado su primera escena: abanicos, sombreros y promesas de libertad a granel, con la alcaldesa complutense en la primera fila del espectáculo.