Bergerot denuncia la “situación crítica” del Pablo Picasso y acusa a Ayuso de desatender a los menores

El Colegio de Educación Especial Pablo Picasso vuelve a encender las alarmas en Alcalá de Henares. Más Madrid ha recogido el testigo de las denuncias que las familias llevan meses elevando a la Comunidad de Madrid: falta de personal, aulas masificadas, recursos mínimos y un único ascensor para más de 250 menores con grandes necesidades de apoyo. Una situación que la formación califica de “crítica” y que exige respuestas urgentes.

Foto remitida por Mas Madrid
  • Más Madrid reclama a Ayuso personal, inversión y soluciones reales para un centro desbordado que afecta al bienestar del alumnado más vulnerable.
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El Colegio Público de Educación Especial Pablo Picasso vuelve al centro del debate político y social en Alcalá de Henares. La diputada portavoz de Más Madrid en la Asamblea, Manuela Bergerot, se ha reunido con la AMPA del centro para tomar el pulso a un problema que las familias llevan años denunciando sin descanso: falta de personal, recursos mínimos, masificación y un único ascensor para más de 250 niños y niñas con grandes necesidades de apoyo. Una realidad que, según las familias, compromete la educación, la salud y el bienestar del alumnado. Y según Más Madrid, señala directamente a la Comunidad de Madrid.

Bergerot no ha querido suavizar el diagnóstico: la situación del Pablo Picasso es “crítica”, y lo es desde hace demasiado tiempo. Las cartas enviadas por las familias al Gobierno regional, que ya van para colección, siguen sin traducirse en mejoras palpables. Y en un colegio de educación especial, cada día sin recursos es un problema añadido para el alumnado y para quienes les cuidan.


“Solo un ascensor para más de 250 estudiantes”: un colegio al límite

Acompañada por la portavoz de Más Madrid en Alcalá, Rosa Romero, y por las concejalas Sara Escudero, Marta Carmona y Alicia Torija, la diputada escuchó de primera mano lo que las familias llevan repitiendo años: ratios imposibles, bajas sin cubrir, aulas reconvertidas a golpe de urgencia, falta de personal sanitario y técnico, y un ascensor que se ha convertido en símbolo de todo lo que no funciona.

Rosa Romero fue especialmente contundente. “Es una auténtica vergüenza que a estas alturas el colegio siga teniendo solo un ascensor”, afirmó. Y no le falta razón: hablamos de un centro donde una buena parte del alumnado tiene movilidad reducida, necesita apoyos continuos o requiere desplazarse con dispositivos de asistencia. Si ese ascensor falla, y ha fallado alguna que otra vez, el colegio se paraliza.

Romero también enumeró la lista de carencias: solo cuatro técnicos de integración social, necesidad urgente de más personal de enfermería y fisioterapia, aulas masificadas y la reconversión improvisada de espacios que, en teoría, deberían destinarse a otras funciones. Las familias lo resumen con una frase tan clara como demoledora: “Estamos siempre por debajo de los mínimos”

En un centro ordinario, las ratios importan. En un colegio de educación especial, las ratios determinan si un niño puede avanzar, si recibe atención adecuada o si acaba pasando la mañana esperando a que haya manos suficientes para atenderle. Y en el Pablo Picasso, según denuncian las familias, esas manos no llegan.


Un problema enquistado: mayo, septiembre… y nada cambia

La diputada Alicia Torija ya visitó el centro en mayo y llevó el caso a la Asamblea de Madrid. Allí, según Más Madrid, la respuesta del Director General fue “tirando balones fuera”. Cinco meses después, con un nuevo curso ya avanzado, las familias cuentan lo mismo, pero agravado: falta de limpieza, infraestructuras envejecidas, bajas sin cubrir, escasez de personal técnico y un día a día en el que cualquier imprevisto desbarata la rutina del alumnado, especialmente sensible a los cambios.

La queja recurrente de las familias es que la Comunidad de Madrid se queda en los “mínimos”. Cumple lo justo, pero nunca va más allá, y en un centro como el Pablo Picasso, cumplir lo justo no basta. Se necesitan inversiones, planificación y una estructura estable que garantice que cada niño y niña recibe la atención que requiere. Y eso, hoy por hoy, no está ocurriendo.

Bergerot lo resumió en términos inequívocos: “Está en riesgo la educación y el bienestar del alumnado”. Y es difícil discutirlo cuando la realidad del centro coincide punto por punto con las denuncias de familias, profesionales y representantes municipales.


Un debate que seguirá en el foco

La reunión de esta semana no zanja nada, pero sí confirma que el tema seguirá en el foco político. Más Madrid ha mostrado una presencia constante en el asunto, y la AMPA mantiene su movilización. La pelota, una vez más, queda en el tejado de la Consejería: dotar de personal, mejorar infraestructuras, cubrir bajas con rapidez y dejar atrás la lógica de los mínimos.

Mientras tanto, el Pablo Picasso continúa funcionando gracias al esfuerzo de sus profesionales y al empuje de las familias, que llevan años sosteniendo lo insostenible. En Alcalá, el centro es un referente histórico de atención a menores con necesidades específicas de apoyo educativo. Y precisamente por eso, su deterioro duele más: es un termómetro que mide la sensibilidad, o la falta de ella, de la administración hacia quienes más apoyo necesitan.

Lo que queda claro tras la visita es que el problema es conocido, descrito con precisión y denunciado por todos los actores implicados. No falta diagnóstico; falta voluntad política. Y mientras no llegue, el ascensor seguirá siendo metáfora y realidad de un sistema que sube lento, baja con retraso y demasiadas veces se queda atascado.

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