- El PP reunió en el Parador complutense a sus principales alcaldes y dirigentes para escenificar su relato de agravios frente al Gobierno de Sánchez.
- Fotos remitidas por el Ayuntamiento de Alcalá de Henares
El Parador de Turismo de Alcalá de Henares amaneció este martes con más trajes azules que en una convención autonómica. No era para menos: Judith Piquet jugaba en casa. La alcaldesa complutense y presidenta de la Federación de Municipios de Madrid (FMM) ejerció de anfitriona ante lo más granado del municipalismo popular, en un escenario tan simbólico como monumental. Porque no todos los días el Partido Popular reúne a su plana mayor en un edificio que combina claustros del siglo XVI, ruinas renacentistas y arquitectura contemporánea de premio.
Convocados por el PP de Madrid, los presidentes de federaciones de municipios y provincias del partido se reunieron en el Parador de Alcalá, un hotel de la red de Paradores ubicado en el corazón histórico de la ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998. El antiguo Colegio-Convento de Santo Tomás de Villanueva, fundado en el siglo XVI, fue restaurado por Aranguren + Gallegos Arquitectos con un concepto que llamaron “Jardín Tallado”: un diálogo entre piedra y luz que ganó el Premio de Arquitectura Española 2009. No podía haber mejor escenario para hablar de historia, instituciones y agravios.
Alcalá, epicentro de los agravios
Piquet aprovechó la ocasión para denunciar el “maltrato sistemático” del Gobierno de Pedro Sánchez hacia Alcalá de Henares, una ciudad que —según subrayó— “sufre las consecuencias de un Ejecutivo que castiga a los municipios donde no gobierna”.
“Pedro Sánchez nos da muchísimos ejemplos de cómo maltrata a Alcalá”, afirmó. “Nos debe dinero a las administraciones locales, seguimos sin Presupuestos Generales del Estado para 2026, y todo lo que depende del Gobierno central está paralizado o sumido en el caos”.
Entre los ejemplos citados: la paralización de las obras de la estación de la estación central de cercanías, “detenidas desde hace más de un año sin explicación”; el deterioro del servicio de Cercanías, que afecta cada día a miles de vecinos; y el macrocentro de inmigrantes instalado hace 21 meses “sin diálogo ni planificación con el Ayuntamiento”.
“Esa instalación se impuso sin plan de seguridad ni proyecto de integración”, criticó. “Alcalá es una ciudad solidaria, pero la solidaridad no puede confundirse con la improvisación”.
Las palabras de la alcaldesa fueron recibidas con aplausos por un auditorio que reunía alcaldes, concejales y responsables municipales del PP. Durante unos minutos, Alcalá se convirtió en el epicentro del antisanchismo, y Piquet, en su portavoz más combativa. Aunque, entre los cafés y corrillos del claustro, no faltó quien recordara que no todo el vecindario comparte el relato del agravio, y que los retrasos de Cercanías, más que ideológicos, son estructurales. Pero la política vive de percepciones, y el maltrato, bien contado, también moviliza.
Serrano y Bendodo apuntalan el discurso
El secretario general del PP de Madrid, Alfonso Serrano, reforzó la denuncia con un discurso de alto voltaje: “El PSOE solo acepta instituciones que se pliegan o someten al sanchismo”, afirmó, acusando al Gobierno de querer “someter a todas las instituciones, desde el Constitucional hasta los medios”.
En su intervención, grabada por Europa Press Televisión, Serrano defendió que “defender las instituciones hoy es sinónimo no solo de trabajar por el municipalismo, sino también de hacer frente al proyecto autocrático que representa el Partido Socialista”.
Por su parte, Elías Bendodo, vicesecretario nacional del PP, reivindicó a los ayuntamientos como “la trinchera más cercana a los ciudadanos”. “Cuando el Gobierno falla, los alcaldes del PP dan la cara”, señaló, en un tono más pragmático, pero con la misma intención: consolidar el municipalismo popular como contrapeso al sanchismo.
Y en ese ambiente, la presidenta de la FEMP, María José García-Pelayo, introdujo una nota de conciliación institucional al subrayar que “la cooperación entre administraciones no puede estar condicionada por los colores políticos”. Dicho en un acto del PP, sonó casi a delicado ejercicio de diplomacia.
Retranca complutense y política con claustro
Más allá del discurso, la elección del Parador de Alcalá de Henares como sede fue una declaración de intenciones. Este edificio, que en su día fue convento, colegio universitario y cárcel, ha renacido como hotel de lujo y símbolo del patrimonio restaurado. Su arquitectura mezcla ladrillo visto, patios interiores y luz tamizada, en un estilo que recuerda , dicen los arquitectos, la serenidad de los jardines zen japoneses. Una fusión de ruinas y modernidad que bien podría servir de metáfora de la política española: tradición, reforma y algo de artificio.
Entre los claustros del Parador, los asistentes hablaron de financiación local, migración y transporte, aunque no faltaron los guiños de humor. Algún concejal, móvil en mano, buscaba cobertura para subir una foto con el hashtag #MunicipalismoPopular, mientras otros se perdían entre los patios del “Jardín Tallado” en busca del salón de actos. El ambiente era distendido, casi conventual, pero el trasfondo,la pugna política con el Gobierno central se respiraba en cada intervención.
Judith Piquet, impecable en su papel de anfitriona, cerró el encuentro con tono firme: “Alcalá es una ciudad de acogida y de palabra, pero no vamos a aceptar imposiciones”. Dicho en el corazón del Parador, entre muros que resistieron incendios y desamortizaciones, sonó a declaración de independencia municipal.
La jornada concluyó con sonrisas, café y promesas de cooperación. En los pasillos, Serrano y Bendodo conversaban animadamente, mientras los fotógrafos buscaban el encuadre perfecto bajo los arcos de medio punto. Por unas horas, Alcalá fue la capital simbólica del municipalismo popular, y el Parador, como tantas veces en su historia,volvió a ser escenario de poder, discurso y escenografía.
Que el PP eligiera Alcalá no fue casualidad: su valor patrimonial, su posición estratégica y el peso político de su alcaldesa lo convierten en un lugar ideal para lanzar mensajes con eco regional y nacional. Y si además se adereza con un punto de humor complutense, mejor aún.
Porque, al fin y al cabo, la política, como la arquitectura del Parador, combina lo antiguo y lo nuevo, lo solemne y lo improvisado. Y en esa mezcla, Judith Piquet demostró que sabe moverse con soltura: defendiendo su ciudad, su partido y su relato. O como diría Cervantes, entre agravios y donaires, no faltó quien saliera del Parador pensando que la política, en Alcalá, también tiene su arte.
La alcaldesa Judith Piquet dice que Pedro Sánchez trata mal a Alcalá, puede ser. Y yo digo que Judith Piquet, trata mal a Alcalá. No hay más que darse una vuelta por cualquier sitio de Alcalá, menos por el centro, y los residentes del centro, dicen que también les trata mal a ellos. Vergonzoso.