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La concejala socialista Blanca Ibarra denuncia en su nuevo videoartículo la “doble vara de medir” de la derecha ante los derechos de las mujeres.
Que dice Feijóo que no hace falta blindar el aborto en la Constitución
Bien pues hablemos de derechos… y de derechas.
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— Blanca Ibarra (@bimmr90) October 6, 2025
Hay frases que parecen inofensivas hasta que las miras de cerca. Un ejemplo claro es la reacción de Feijóo a la propuesta del Gobierno de blindar el derecho al aborto en la Constitución. Que no hace falta, dice el líder del Partido Popular (de momento). Dicho así puede sonar inocuo, pero basta con rascar un poco la superficie para entender lo que realmente significa: que, si mañana gobernasen ellos, quieren tener las manos libres para tocar ese derecho sin despeinarse. Esa es la auténtica intención oculta.
Lo curioso es cómo consiguen presentarlo como si proteger un derecho fuera una exageración, un capricho ideológico. Como si la verdadera libertad necesitara siempre pedir permiso. Pero los derechos no son lujos ni adornos: son muros de contención frente al autoritarismo, garantías de que nadie pueda decidir por ti lo que haces con tu vida, tu cuerpo o tus creencias.
Conviene recordarlo, porque la memoria democrática tiende a acortarse. El derecho a la eutanasia no obliga a nadie a morir. El derecho al divorcio no obliga a nadie a separarse. El derecho al matrimonio igualitario no obliga a nadie a casarse con alguien de su mismo sexo. Y el derecho al aborto, por supuesto, no obliga a nadie a abortar. Los derechos no imponen nada; solo te permiten elegir.
Y es eso —justamente eso— lo que les molesta. Que decidas tú y no ellos. Que las mujeres vean blindado su derecho a decidir, sin miedo ni tutelas, sobre su propio cuerpo. Que no vuelvan a ser señaladas, acosadas o intoxicadas por las imposiciones machistas que todavía se disfrazan de moral. Porque cuando la derecha habla de “no imponer agendas”, en realidad lo que quiere es recuperar el poder para imponer la suya. En su modelo, la libertad no es un derecho, es un privilegio que se reparte a dedo. Y ya sabemos quiénes se quedan siempre fuera.
Blindar el aborto en la Constitución no es un gesto simbólico, es una vacuna contra el retroceso. Porque ya sabemos cómo actúan cuando gobiernan: trabas médicas, objeciones masivas, campañas de desinformación… Lo vivimos en Madrid, con Ayuso y Almeida, y también aquí, en Alcalá de Henares. Nuestra alcaldesa, Judith Piquet, permite pleno tras pleno que a la bancada socialista se la insulte y se la someta a comentarios machistas sin mover un dedo para frenarlo. Al contrario: lo tolera, lo celebra y hasta lo aplaude. Es el ejemplo perfecto de que no basta con ser mujer para ser feminista, y de que se puede ejercer un poder profundamente machista, sin alma ni empatía, mientras se repite el viejo mantra de “yo no soy machista porque soy mujer”.
Y así, poco a poco, se erosiona lo conquistado. Primero te dicen que nada cambia. Luego descubres que se retrasa tu cita o que tienes que desplazarte a otra ciudad. Y cuando te das cuenta, el derecho sigue existiendo sobre el papel, pero ejercerlo se ha convertido en un recorrido de obstáculos.
Por eso proteger los derechos es una tarea constante. No basta con haberlos ganado una vez. Hay que cuidarlos, defenderlos y actualizarlos frente a quienes siguen pensando que la libertad solo vale cuando la controlan ellos.
Porque los derechos no te obligan a nada. Las políticas de la derecha, sí.
Y ahí, en esa diferencia, se resume todo: quién cree en la verdadera libertad y quién solo la tolera cuando le conviene.
El problema es que “el derecho al aborto” es visto por muchas personas como “el derecho a matar”, y es ahí donde reside el debate. Todas estas discrepancias son al final tomadas según el viento que sople al electorado de turno. Al líder de cada partido se la trae al pairo, y lo que importa es ganar votos y acortinar sus corruptelas con temas que generen fragmentación y no pongan el foco en lo importante. Mientras tanto, a continuar con los idearios y a seguir disfrutando de las viviendas a precios imposibles, los trabajos basura, la inseguridad, la burocracia y la ineficacia…
Nada que esperar de nadie cuya vida sea una total dependencia de partidos politicos que nunca resuelven los problemas reales del pueblo sino los suyos propios
¿Cuando va a trabajar Blanca Ibarra? Dejar de chupar del bote de los impuestos de los ciudadanos. Payasos del siglo 21.