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El itinerario cervantino guiado por Vicente Fernández recorre Alcalá en plena Semana Cervantina, uniendo rigor histórico, relato cercano y emoción compartida.
Hay rutinas que se convierten en rito, y Alcalá de Henares lleva casi una década disfrutando de una de ellas: el itinerario del primer domingo de mes. Una cita que une a complutenses y visitantes en torno a la historia viva de la ciudad, guiados por la voz y la sabiduría de Vicente Fernández. No es una visita guiada convencional, es mucho más: es un paseo con chispa, con relato, con ese toque que solo él sabe dar, y que convierte cada ruta en una experiencia compartida.
El punto de encuentro nunca falla: 10:30 de la mañana en la Plaza de Cervantes. Aunque, por las obras actuales, la cita no es al pie del monumento a Don Miguel, sino frente al Quiosco de la Música, mirando hacia el Ayuntamiento. Desde allí arranca el recorrido de octubre, que como cada año está dedicado a Miguel de Cervantes, el vecino más universal de Alcalá. Y este 2025, además, el itinerario se celebra en medio de la Semana Cervantina y del Mercado Cervantino, lo que le añade un simbolismo muy especial. Pasear tras las huellas del escritor en estos días festivos es un acto casi ritual: la ciudad se viste de época y, al mismo tiempo, se recuerda al vecino de carne y hueso que nació en sus calles.
Vicente Fernández, un guía que engancha
Pocos pueden presumir de congregar mes tras mes a un grupo tan heterogéneo y fiel como lo hace Vicente Fernández. Vecinos de toda la vida, curiosos, familias, estudiantes, jubilados, turistas de paso… todos se dejan arrastrar por esa manera de contar que tiene, mezcla de rigor histórico y anécdota chispeante, capaz de arrancar sonrisas al tiempo que coloca una fecha o un dato en su sitio.
No es casualidad que los itinerarios tengan calendario fijo. Octubre, Cervantes. Noviembre, Cisneros. Enero, Manuel Azaña. Mayo, la Guerra de la Independencia. Y entre medias, otros recorridos que varían, pero que siempre encuentran un hilo conductor. El secreto no está solo en el tema, sino en cómo se cuenta. Y en eso Vicente Fernández es insustituible: convierte las calles en escenario, y a la historia en relato compartido.
Como él mismo suele repetir, “no hay piedra en Alcalá que no tenga algo que decir”. La diferencia es que con Vicente siempre acaba hablándonos. Y lo hace con esa mezcla de precisión académica y cercanía popular que engancha tanto al experto como al visitante casual.
El itinerario de octubre cobra, además, un aire especial porque coincide con la Semana Cervantina. Las calles se llenan de tenderetes, figurantes y espectáculos del Mercado Cervantino, y la visita guiada se convierte en un contrapunto histórico que devuelve a la figura de Cervantes toda su densidad. No es solo fiesta, es también memoria. Y Vicente sabe enlazar ambas dimensiones con naturalidad.
De la Casa Natal al eco del Quijote
El recorrido cervantino comienza en la Casa Natal de Miguel de Cervantes, hoy museo y espacio de referencia cultural. Vicente relata cómo era la vivienda en 1547, quién descubrió siglos más tarde que aquel era el lugar exacto, cómo se restauró y qué secretos encierra su interior. El grupo escucha y se transporta: basta cerrar los ojos para imaginar al pequeño Miguel correteando entre paredes humildes y habitaciones compartidas.
Después llega la antigua Parroquia de Santa María la Mayor, donde fue bautizado. Aquí Vicente desmonta un mito extendido: no fue en la Capilla del Oidor donde recibió el bautismo, sino en el templo mayor. Es uno de esos momentos en los que la gente asiente, toma nota y sonríe: otra confusión corregida gracias a la voz del guía.
El itinerario se adentra luego en lugares familiares: la casa de su tío Juan, el convento donde su hermana Luisa profesó como monja y el espacio donde Cervantes ingresó en la Orden Tercera de San Francisco. Paradas que humanizan al genio: lo muestran no solo como escritor inmortal, sino como sobrino, hermano, creyente, vecino de carne y hueso.
Pero Cervantes es, sobre todo, literatura. Y el itinerario no lo olvida. Una de las paradas más esperadas es la Imprenta de Blas de Robles, donde en 1585 se publicó La Galatea, su primera obra. Vicente invita a imaginar aquel taller tipográfico: prensas golpeando, olor a tinta fresca, cajistas componiendo línea a línea.
La otra gran parada es el lugar donde se corrigió nada menos que El Quijote. Allí Vicente subraya lo esencial: “si Cervantes fue universal, lo fue partiendo de lo local”. La frase queda flotando en el aire, como verdad compartida. Ese contraste entre el vecino Miguel y el genio Cervantes resume el espíritu del itinerario.
Una tradición que es memoria compartida
Los itinerarios de Vicente Fernández son algo más que rutas culturales: se han convertido en un ritual colectivo. Cada mes se desmontan mitos, se rescatan anécdotas y se fortalecen lazos entre quienes participan. Alcalá no solo se muestra como ciudad Patrimonio de la Humanidad, sino como un espacio vivo donde la historia se sigue contando.
En septiembre, por ejemplo, el tema fueron los conventos y colegios, y Vicente recordó con humor el error tan común de confundirlos. Ahora, en octubre, toca Cervantes, pero con el mismo espíritu: caminar, escuchar y aprender, con rigor y gracia.
No es extraño que haya quienes repitan mes tras mes, aunque ya conozcan el guion. Porque cada vez es distinto: el clima, el grupo, las preguntas, el tono de Vicente. Los itinerarios no son clases magistrales, sino relatos vivos que se adaptan a cada momento. Por eso enganchan tanto.
Y en plena Semana Cervantina, el itinerario cervantino brilla aún más. Mientras la ciudad entera celebra a su vecino ilustre con mercados, pregones y recreaciones, el paseo de Vicente Fernández devuelve la mirada a lo esencial: las calles que vieron nacer al escritor, los muros que acogieron sus primeros pasos, los espacios donde corrigió la obra que cambió la literatura universal.
Al final, lo que queda es la sensación de haber compartido algo único: historia vivida en grupo, memoria hecha presente y un relato común que refuerza la identidad complutense. Alcalá se mira a sí misma con orgullo, consciente de que en cada esquina late un pedazo de su pasado.
Este domingo, el turno es para Cervantes, y allí estará Vicente Fernández, con su verbo ágil y su capacidad de atrapar a la gente. Porque en Alcalá, ya lo saben los habituales, hay un hombre al que se sigue cada primer domingo de mes.