De la Ermita al corazón de Alcalá: la Virgen del Val volvió a la Catedral

Alcalá de Henares volvió a acompañar este lunes 22 de septiembre a su patrona en la tradicional procesión de regreso. La Virgen del Val partió de la ermita a las 19:00 horas y, tras recorrer calles repletas de fieles, hermandades y autoridades, alcanzó la Catedral Magistral poco después de las 22:00. El desfile estuvo marcado por la continuidad de los ritos y algunas novedades que lo hicieron especialmente recordado en la memoria colectiva complutense.

  • La procesión de regreso combinó tradición y novedades: cambio de estación, canto en Cervantes y la imagen portada por padre e hijo paracaidistas.
  • Crónica gráfica y video de Myriam Trujillo para ALCALÁ HOY

La patrona complutense recorrió las calles de la ciudad desde su ermita hasta la Catedral Magistral, acompañada por autoridades, hermandades, cofradías y cientos de vecinos.
La tarde del lunes 22 de septiembre, Alcalá de Henares volvió a rendir homenaje a su patrona en la tradicional procesión de regreso de la Virgen del Val, que partió a las 19:00 horas desde la Ermita del Val y culminó en torno a las 22:00 horas en la lonja de la Catedral Magistral.

Tras varios días de calor sofocante, la jornada ofreció un respiro meteorológico inesperado. Cielos despejados y una temperatura suave, en torno a los 20 grados, facilitaron el recorrido a anderos y asistentes. Muchos de los presentes acompañaron a la Virgen incluso con chaquetas ligeras, una imagen poco común en estas fechas de verano tardío.


El arranque en la Ermita y la primera parte del recorrido

El cortejo se inició en la ermita del Val con la imagen portada al hombro por Damas y Caballeros Legionarios de la Brigada Paracaidista de Alcalá. Voluntarios de distintas unidades, reconocibles por los distintos colores de sus pañuelos, se turnaron en el esfuerzo. La música corrió a cargo de la Banda de Guerra de la Brigada “Almogávares VI” de Paracaidistas y la escolta, del Grupo Logístico Paracaidista, cuyo guion abría el desfile.

La procesión avanzó por la avenida Virgen del Val y el Paseo del Val hasta llegar a la plaza de Aguadores. En ese punto aguardaban las Carmelitas Descalzas del Corpus Christi. Allí se produjo uno de los momentos más esperados: la entrada de la Virgen en el convento para recibir la ofrenda floral y la bendición a cargo del obispo complutense, monseñor Antonio Prieto Lucena.

A este tramo se sumaron autoridades civiles y militares, así como la Corporación Municipal casi al completo. La Brigada “Almogávares VI”, nombrada Cofrade de Honor, acompañó con música marcial la reanudación de la marcha.

En paralelo, se vivió una circunstancia singular: la procesión coincidió con el inicio astronómico del otoño de 2025, que se produjo a las 20:19 horas. Así, el desfile comenzó en verano y terminó en otoño, un hecho poco habitual en la historia reciente de esta tradición.


La parada en Cervantes y la entrega del bastón de mando

El siguiente gran escenario fue la plaza de Cervantes, donde la procesión entró pasadas las 21:00 horas. Allí, a los pies del Ayuntamiento, la alcaldesa Judith Piquet depositó el bastón de mando municipal en las andas de la Virgen, renovando el voto de fidelidad de la ciudad a su patrona. Con este gesto se revalidó su condición de Alcaldesa Perpetua de Alcalá, título que ostenta desde hace un siglo junto al de Doctora de la Universidad complutense.

La escena fue seguida por miles de personas congregadas en la plaza, que pudieron presenciar otra novedad destacada: la interpretación del himno “La Muerte no es el Final” por la Banda de Guerra y la sección de soldados de la Brigada Paracaidista, cantado esta vez en pleno corazón de la ciudad y no durante la marcha. El cambio de escenario fue celebrado por el público, que respondió con un silencio expectante seguido de una larga ovación.

Tras este acto, la Virgen fue introducida en el interior del Ayuntamiento. Portaron las andas representantes de la Adoración Nocturna Femenina y Masculina, de la Cofradía de Jesús Despojado y del Hogar de Ávila. Monseñor Antonio Prieto dirigió una oración multitudinaria que permitió un momento de recogimiento antes de emprender el último tramo hacia la Catedral.


De los Santos Niños a la Catedral: tradición que se mantiene y se renueva

Desde la plaza de Cervantes, el cortejo se dirigió hacia Santa Úrsula y Escritorios, para alcanzar finalmente la plaza de los Santos Niños. Allí se produjo la tradicional despedida militar. Los Almogávares de la Brigada Paracaidista dejaron a la patrona en la confluencia de la calle San Juan y, en formación solemne, interpretaron de nuevo la Oración Paracaidista.

A continuación, los soldados desfilaron a paso ligero hacia Santa Úrsula para dar la vuelta y regresar al frente de la Catedral Magistral, esta vez entre los aplausos de un público que llenaba la plaza. Entre ellos, no pasó desapercibido un detalle simbólico: un padre y un hijo, ambos paracaidistas de distintas unidades, tuvieron la oportunidad de portar juntos a la Virgen, cumpliendo así un sueño familiar y añadiendo una nota especial a la historia de la procesión.

La entrada en la Catedral puso el broche final a la jornada. La Virgen atravesó la lonja para ser recibida en el templo, donde monseñor Antonio Prieto ofició la misa final. Las campanas repicaron mientras la imagen cruzaba el umbral, cerrando un recorrido de más de tres horas que volvió a mostrar la fuerza de una tradición centenaria.

La procesión de regreso de la Virgen del Val no solo es un acto religioso, sino también un espacio de encuentro ciudadano. Las calles se llenaron de hermandades, cofradías, casas regionales y asociaciones que desfilaron junto a autoridades locales y regionales. La presencia de la Policía Local y Protección Civil, que velaron por el desarrollo seguro del recorrido, fue reconocida por los vecinos como una labor imprescindible.

Más allá de los rituales consolidados, la bendición en el convento, la entrega del bastón de mando en Cervantes o la despedida militar en los Santos Niño, cada edición deja momentos únicos. Este 2025 serán recordados la coincidencia con el cambio de estación, el canto de los paracaidistas en la plaza de Cervantes y la oportunidad de ver a dos generaciones de la misma familia portando las andas.

Con estos elementos, la procesión de este año vuelve a demostrar que la devoción por la Virgen del Val sigue siendo un elemento cohesionador de la identidad complutense. Una tradición que, lejos de agotarse, encuentra cada septiembre nuevas formas de renovarse en la memoria colectiva de la ciudad.

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