- El objetivo de Díaz Ayuso parece claro. Gobernar en solitario, aunque sea sin tener mayoría absoluta.
- Analista político colaborador de ALCALÁ HOY
Como es sabido por todos, el próximo 4 de mayo los madrileños tenemos una cita con las urnas. La Comunidad de Madrid se enfrenta a unas elecciones en medio de una pandemia y con muchas incertidumbres sobre lo que nos depararán estos comicios.
Y es que hace dos semanas nadie preveía que se fueran a convocar elecciones inmediatas en Madrid. El terremoto político que se produjo en Murcia desencadenó que la Presidenta, Isabel Díaz Ayuso, convocase elecciones. ¡Ah! Y que Pablo Iglesias abandonara el Gobierno.
Nunca sabremos si verdaderamente Ciudadanos tenía en mente presentar una moción de censura contra Díaz Ayuso. Ellos lo niegan, pero algún medio y algún que otro ex diputado naranja descontento con el rumbo de Ciudadanos reconocen que sí existía esa intención y que se inició una recogida de firmas.
Sea como fuere, nos vamos a elecciones. La campaña aún no ha comenzado, pero existen varias incógnitas de cara al próximo 4 de mayo. Por ejemplo, una muy relevante. ¿Entrará Ciudadanos en la Asamblea? Y si entra, ¿pondrán como condición la cabeza de Ayuso para apoyar al PP?
No solo Ciudadanos está muy pendiente de lo que vaya a pasar con ellos, también el resto de actores políticos. Porque todos saben que es muy probable que de su entrada o no en la Asamblea dependerá de qué lado se inclina la balanza. El desempate puede estar en lo que ocurra con ellos.
Hoy por hoy es imposible decir qué pasará con Ciudadanos en Madrid. Los sondeos indican que están en el alambre del 5% que da derecho a obtener representación parlamentaria. De superarlo, se garantizarían su entrada con entre 6 y 8 diputados. Pocos, pero decisivos.
Para esa misión han puesto al frente del barco a Edmundo Bal. Un candidato sólido que ha aceptado el enorme reto de mantener a flote el barco de Ciudadanos. Porque, y eso también lo saben todos, el futuro de los de Inés Arrimadas dependerá en buena parte de si tienen presencia en Madrid o no.
Otra de las incógnitas a las que dar respuesta será ver quién resulta vencedor de la pugna entre Más Madrid y Unidas Podemos. O lo que es lo mismo, si gana Errejón o gana Iglesias. Los primeros han rechazado el ofrecimiento de los segundos de ir en coalición. Las desavenencias de antaño todavía perduran.
Más allá de garantizar que su partido supere la barrera del 5% -hasta el anuncio de Iglesias Unidas Podemos no tenía garantizada su presencia en la Asamblea- y de que es consciente de la irrelevancia de Podemos en el Gobierno de la Nación, ¿Qué pretende Iglesias con este giro?
Hay quien señala que viene a Madrid únicamente a crispar todavía más el ambiente y hay quien dice que este movimiento se produce en clave de supervivencia de Podemos allanándole así el camino a quienes muchos apuntan como su sucesora, la Ministra de Trabajo Yolanda Díaz.
El objetivo de Díaz Ayuso parece claro. Gobernar en solitario, aunque sea sin tener mayoría absoluta. Ella misma lo explicitó después de convocar elecciones y romper con Aguado. Todas las encuestas apuntan a un crecimiento importante del apoyo que obtuvo en 2019.
La fuerza de la candidatura de Díaz Ayuso es la fuerza de su relato. Porque sin duda, en el ámbito del centro derecha, tiene el mejor relato para seducir al votante por el que también compiten Vox y Ciudadanos. Madrid como dique de contención a Sánchez e Iglesias. «Comunismo o libertad» dijo ella.
Por su parte, el PSOE vuelve a presentar a Ángel Gabilondo –a pesar de que no han sido pocas las voces que desde el propio PSOE se han quejado del perfil del ex Ministro de Educación- y sabedores de que lo que pase con Ciudadanos decantará la balanza, se han apresurado a rechazar un pacto con Pablo Iglesias.
Vox acude a estas elecciones como el posible nuevo socio prioritario del PP. Ellos ya han dicho que no pondrán como condición entrar en un hipotético gobierno para apoyar a Díaz Ayuso. Está por ver que sea así o no. Como también lo está el saber si verán aumentada o disminuida su representación parlamentaria.
Lo que está fuera de toda duda es que se nos presenta una campaña tremendamente apasionante para aquellos a los que nos gusta la política. Con el termómetro de la crispación por las nubes, eso es cierto. Y lo más importante, la importancia de acudir a votar.
No son buenos tiempos para apelar a la utilidad de la política como único instrumento para resolver los problemas de la ciudadanía, pero es que no hay otra. La política no son los políticos. Y nuestro voto, el de cada uno de nosotros, sigue siendo fundamental y el modo más efectivo de expresarnos.
El 4 de mayo será una jornada electoral diferente. Única para los madrileños porque será la primera vez que votemos en pandemia. Cumpliendo los protocolos sanitarios y las medidas de seguridad, pero ejerciendo nuestra libertad.
Porque la democracia no se detiene ni siquiera con el coronavirus. Porque no hay mayor libertad que decidir qué queremos ser y quiénes queremos ser. Eso es lo que se dilucida el 4 de mayo.