Carlos Herrera, gran protagonista de los Premios Ciudad de Alcalá 2025

El Teatro Salón Cervantes volvió a llenarse este 9 de octubre para celebrar los Premios Ciudad de Alcalá, con Carlos Herrera como gran protagonista. El comunicador de COPE recibió el galardón de las Artes y las Letras de manos de la alcaldesa Judith Piquet, en una gala tan solemne como vivaz donde hubo emoción, erratas, discursos sentidos… y cierta prisa por no perder el AVE.

Foto del Ayuntamiento
  • El periodista almeriense recibió el Premio Ciudad de Alcalá de las Artes y las Letras en una gala tan brillante como llena de anécdotas.

 

El Teatro Salón Cervantes volvió a llenarse hasta la bandera para acoger la ceremonia de entrega de los Premios Ciudad de Alcalá, que este año tuvieron un protagonista indiscutible: Carlos Herrera, periodista y voz matinal por excelencia de la radio española. La festividad local por el aniversario del bautismo de Miguel de Cervantes recuperó así su tono solemne y festivo, con un acto presidido por la alcaldesa Judith Piquet, rodeada de representantes institucionales, premiados y público entregado.

La gala, presentada por el periodista y conductor televisivo Moisés Rodríguez, estuvo acompañada por la música en directo de Isabel Luna y Juan Hernando Celi, que pusieron el contrapunto artístico a una velada que combinó protocolo, emoción y un punto de nervio. Y es que el protagonista de la noche tenía los minutos contados: Herrera debía coger el AVE de vuelta a Sevilla, detalle que acabaría marcando el tono final del acto.

Sobre las tablas del coliseo complutense, el comunicador almeriense recibió de manos de la alcaldesa el Premio de las Artes y las Letras, con el que el jurado quiso reconocer “una trayectoria única y fundamental para entender la historia reciente y el éxito popular de la radio en España”. A sus 68 años, Herrera se mostró emocionado y bromista a partes iguales, combinando gratitud, memoria familiar y su habitual ironía de sobremesa.


Carlos Herrera, voz premiada y prisa por el AVE

El periodista arrancó su discurso agradeciendo a Alcalá el gesto de concederle un premio “en el día de San Cervantes”, aludiendo con humor a la coincidencia festiva. “Cuando me dijeron que el premio era en Alcalá, pensé: ¿cómo no voy a ir? Esta ciudad es el lugar donde la palabra se celebra como arte, y eso, para alguien de la radio, es casi una obligación.” Recordó a su abuelo catalán, “que se sabía de memoria el Quijote de Villanueva de los Infantes”, y reivindicó la necesidad de no perder la perspectiva ante los tiempos convulsos: “No soy partidario de vivir ni de contar los tiempos que nos tocan con miedo. Prefiero reunir a las mejores voces que nos ayuden a entenderlo, activar algunas alertas y cabalgar a lomos de la actualidad sin soltar las bridas ni caer al suelo.”

El momento más celebrado llegó cuando Herrera bromeó sobre una de sus ocurrencias más virales: “Utilizo la ironía como una vieja espada para defenderme del toro de la vida. Dije que los guapos quedábamos huérfanos cuando murió Robert Redford… era una broma. Pero hay quien no entendió el humor.” Las risas recorrieron el teatro y el ambiente se relajó. El periodista  alcalaóno Antonio Naranjo, amigo personal del galardonado, fue el encargado de su presentación con una frase redonda: “Muchos han trabajado en la radio, pero Herrera no trabaja en la radio: Herrera es la radio.”

Sin embargo, mientras el acto se prolongaba con discursos y agradecimientos, el premiado comenzó a mirar el reloj con cierta insistencia. Testigos del patio de butacas aseguran que se le notaba inquieto, calculando mentalmente cuánto faltaba para poder salir sin perder el tren. Cuando por fin Herrera abandonó discretamente la sala, algunos observadores notaron cómo Naranjo, Antonio Jiménez y el cuarto acompañante hacían lo propio, mientras Alfonso Serrano permanecía aún en el palco, móvil en mano, durante unos minutos más antes de marcharse también.


Entre bastidores, erratas y emociones

Pese al ritmo apretado y algún detalle de improvisación, la gala discurrió con normalidad. Hubo emoción, anécdotas y un par de lapsus que dieron conversación a la salida. Uno de ellos, la célebre proyección de los premiados en la que el apellido del Premio de Periodismo “Manuel Azaña” apareció con una hache de más, para asombro de concejales y espectadores. El murmullo fue inmediato, mitad escándalo, mitad carcajada cervantina.

A cambio, el discurso de la Fundación Astier-Centro San José fue el más aplaudido y el que realmente levantó al público. Un grupo de mujeres con discapacidad intelectual subió al escenario acompañadas por el director del centro, Borja Lucas, que agradeció el galardón por “reconocer la labor de unas mujeres que son patrimonio de Alcalá y que hacen, entre todas, una ciudad mejor”. Fue el momento más genuino de la noche y el que unió en aplauso a todos los presentes, más allá de siglas y afinidades.

La alcaldesa Judith Piquet había definido a Herrera como “una de las grandes voces de España, un periodista lúcido, valiente, cercano y cariñoso, siempre al servicio del encuentro, del diálogo, de la convivencia y de la libertad.” Recordó también los años en que vivió amenazado por ETA, “sufriendo incluso dos atentados fallidos sin renunciar nunca a ejercer su oficio”, y subrayó “el humor, la ironía y la simpatía” como señas de identidad de su carácter.

Con su estilo más solemne, Piquet recordó que estos premios, que suman ya 56 ediciones, son “el mejor ejemplo del compromiso de nuestra ciudad por seguir dejando huella y semilla en la cultura española, reconociendo el talento y la excelencia en la creación artística, la investigación, la comunicación, la protección del patrimonio histórico o los valores cívicos.”


Letras, pintura y talento complutense

El cuadro de honor de esta edición volvió a ser tan variado como representativo del panorama cultural. En el apartado literario, la poeta mexicana Carla Xel-Há López Méndez se llevó el premio de Poesía por su obra Otra tierra, destacada por el jurado como “un relato claro y potente construido sobre una voz poética perfectamente definida”. En Narrativa, el reconocimiento fue para Víctor Manuel Almazán con La ciega búsqueda, una novela que combina ficción histórica y ensayo con el trasfondo de la revuelta comunera, de la que el jurado elogió su ritmo y su rigor histórico.

El premio de Periodismo “Manuel Azaña” recayó en Daniel Sousa Rodríguez, por su podcast Había una voz: el oficio de cuentacuentos, publicado en El País, donde el autor reflexiona sobre la memoria oral y la narración como antídoto frente al abuso de las pantallas. En Artes Visuales, la pintora navarra Amaya Suberviola fue reconocida por ST24021, una pieza que juega con la composición, la técnica y la mirada del espectador. En Fotografía, la alcalaína Laura Sánchez San Segundo conquistó al jurado con La melodía de las cinco de la tarde, un trabajo conceptual que mezcla sutilidad y contundencia visual.

También local fue el premio de Arquitectura, concedido al complutense Carlos Chamorro Cuenca por la rehabilitación del edificio número 27 de la calle Santiago, valorado por “recuperar estructuras originales antiguas e integrarlas en la arquitectura moderna” al servicio de la vida residencial. El premio de Valores Cívicos, bautizado con el nombre del exalcalde Arsenio Lope Huerta, fue para la Fundación Astier-Centro San José, con medio siglo de trabajo por la inclusión y la dignidad de las mujeres con discapacidad intelectual. El galardón lo entregó Isabel Lope, hija del recordado alcalde, en un momento especialmente emotivo.


Un jurado dividido y una ciudad que celebra la palabra

Como es tradición, la ceremonia proclamó solemnemente que el premio mayor, el de las Artes y las Letras, se había concedido “por unanimidad”. Sin embargo, fuentes del jurado confirman que la candidatura de Herrera fue impulsada por el gobierno local y se impuso a la de Carmen Iglesias, defendida por el PSOE, Más Madrid y la Universidad de Alcalá. Una votación ajustada que, sin embargo, no empañó el resultado final.

Alcalá, ciudad de letras y de pasiones políticas, volvió a demostrar que su cultura también se alimenta de sus equilibrios. Al final, todos, gobierno, oposición y público,  coincidieron en lo esencial: la palabra sigue siendo el patrimonio más vivo de esta ciudad.

Fuera del teatro, con el bullicio de la salida y las luces reflejándose en la calle Cervantes, algunos vecinos aún comentaban la anécdota: “¿Llegaría Herrera a tiempo al AVE?”. Nadie lo sabía con certeza, pero el periodista ya había dejado la frase del día: “Cada vez que se encienda la luz roja del estudio, tendré presente que quien habla a España lo hace con los galones que solo Alcalá puede conceder”.

Una despedida con firma y retranca. Y una noche más en la que Alcalá celebró lo que mejor sabe hacer: premiar la palabra, incluso cuando la palabra tiene prisa.

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