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Más de noventa matrimonios de Alcalá recibieron el aplauso de la ciudad en un acto entrañable presidido por la alcaldesa Judith Piquet.
- Fotos del ayuntamiento
El Teatro Salón Cervantes volvió a ser este viernes escenario de emociones compartidas, de recuerdos que se entrecruzan con la historia reciente de Alcalá de Henares y, sobre todo, de amor. Más de noventa parejas alcalaínas celebraron sus Bodas de Oro en un acto tan sencillo como emotivo, enmarcado en la Semana del Mayor. Medio siglo de vida en común que se traduce en complicidades, en proyectos construidos día a día, en familias levantadas con esfuerzo y en valores transmitidos a hijos y nietos.
La alcaldesa, Judith Piquet, presidió la ceremonia acompañada de la concejala de Mayores, Esther de Andrés. Al acto también asistieron los concejales socialistas Miguel Castillejo y Diana Díaz. Sobre las butacas del teatro, parejas que hace cincuenta años se dieron el “sí, quiero” y que ahora recibieron el reconocimiento público de toda una ciudad. La música en directo, las miradas cómplices y las palabras de gratitud dibujaron un acto que ya es parte indispensable de la agenda cultural y social de Alcalá.
Diecisiete años de tradición y memoria colectiva
El homenaje a las Bodas de Oro se celebra desde hace diecisiete años y se ha convertido en una de las citas más esperadas dentro de la Semana del Mayor. Una semana en la que la ciudad pone el foco en quienes han sostenido con su trabajo, su dedicación y su paciencia buena parte del tejido social complutense. Cada edición, decenas de matrimonios acuden con ilusión a un evento que, más allá del reconocimiento institucional, supone un reencuentro colectivo con las memorias compartidas.
Este año fueron más de noventa las parejas homenajeadas, lo que da cuenta de la fuerza de una generación que supo mantener en pie proyectos de vida a pesar de las dificultades. Los aplausos del público se mezclaron con las anécdotas que flotaban en el ambiente: noviazgos largos o fugaces, bodas celebradas en iglesias del casco histórico o en barrios que entonces empezaban a crecer, promesas de futuro que se han transformado en medio siglo de experiencias comunes.
El Teatro Salón Cervantes, con su aire solemne, aportó un marco inmejorable a la celebración. Bajo sus lámparas y molduras, los protagonistas fueron esas parejas que representan un símbolo de compromiso y constancia, de vínculos que resisten el paso del tiempo. Una memoria viva que fortalece la identidad colectiva de Alcalá y que, año tras año, se renueva en este homenaje.
El mensaje de gratitud de la alcaldesa
Judith Piquet quiso dedicar unas palabras cargadas de afecto y reconocimiento a las parejas homenajeadas. “Este acto es un símbolo de gratitud de toda la ciudad por vuestra trayectoria vital, por los años compartidos y por lo que seguís aportando cada día”, señaló. La alcaldesa subrayó que estas bodas de oro son “un ejemplo admirable e inspirador para todos los demás” y recordó que en esas vidas compartidas se concentran valores como los cuidados, la ayuda mutua, la experiencia y la sabiduría.
Piquet remarcó además que esta generación “no lo ha tenido fácil, pero ha sabido cuidarnos, enseñarnos y guiarnos, descubriendo caminos, abriendo puertas y rompiendo techos que hoy disfrutamos los que hemos venido después”. Su intervención buscó transmitir no solo un agradecimiento formal, sino también la convicción de que los matrimonios homenajeados son parte esencial del presente y del futuro de la ciudad.
Junto a la regidora, la concejala de Mayores, Esther de Andrés, puso en valor la importancia de mantener este tipo de actos como recordatorio de que el reconocimiento a los mayores no debe limitarse a un día o a una semana, sino extenderse a lo largo de todo el año. En sus palabras, este homenaje “representa el cariño de la ciudad hacia quienes han hecho tanto por mantener vivos nuestros barrios, nuestras tradiciones y nuestra convivencia”.
La ciudad que se construye con vínculos
Al margen de los discursos oficiales, el verdadero protagonismo de la tarde fueron las historias personales que se hicieron colectivas. Algunas parejas acudieron acompañadas por hijos y nietos, orgullosos de compartir ese momento en el que la ciudad aplaudía la constancia de sus padres y abuelos. Otras llegaron de la mano, con la misma sencillez con la que cincuenta años atrás iniciaron una vida juntos. El público se emocionó con los gestos, las sonrisas y algún que otro guiño cómplice que demostraba que el amor, cuando se cuida, no entiende de calendarios.
El acto no fue únicamente un homenaje a la vida en pareja, sino también a la idea de comunidad. Alcalá de Henares se reconoce en sus mayores porque en ellos están las raíces de la ciudad actual: hombres y mujeres que trabajaron en fábricas, en oficinas, en talleres o en casas; que participaron en asociaciones vecinales o culturales; que transmitieron a los más jóvenes el valor del esfuerzo y de la solidaridad. Celebrar sus bodas de oro es, en cierto modo, celebrar también la continuidad de una ciudad que se construye sobre esos vínculos invisibles.
Con este homenaje, la Semana del Mayor volvió a demostrar que Alcalá no se olvida de quienes han abierto camino. Porque no se trata solo de mirar hacia atrás con nostalgia, sino de reconocer que en esas trayectorias está la base de lo que somos hoy. Una ciudad que se emociona al aplaudir a noventa parejas que simbolizan medio siglo de fidelidad y compromiso es también una ciudad que se reafirma en la importancia de la memoria compartida.
La tarde concluyó con un aplauso largo y cálido, de esos que resumen mejor que cualquier discurso la emoción de un pueblo agradecido. Un aplauso que, como las historias celebradas, permanecerá en la memoria de quienes lo vivieron. Y que, al menos por una tarde, convirtió el Teatro Salón Cervantes en un gran salón familiar donde el amor fue el verdadero protagonista.