- Bañuelos entrelaza el fervor neoliberal de Cayetana con el declive internacional de la UE.
Recientemente, un vídeo de la diputada del Congreso Cayetana Álvarez de Toledo se hizo viral en redes sociales por proponer, mediante preguntas retóricas e ideas abstractas, renunciar a derechos adquiridos tan importantes como los festivos, las vacaciones o incluso la vida misma.
Este discurso de la marquesa de Casa Fuerte, vino precedido de un decretazo del gobierno galo, por el que los gerifaltes gabachos congelaban las pensiones y eliminaban días feriados para contener una deuda pública generada por ellos mismos. Evidentemente, Cayetana apoyaba con entusiasmo estos recortes en el video antes citado.
En nuestra opinión, tanto las medidas de ajuste presupuestario francesas, como las palabras desvergonzadas de doña Cayetana, hay que enmarcarlas dentro del contexto de pusilanimidad y total irrelevancia de la Unión Europea en el plano internacional. Una situación que ha quedado patente en el último mes y que vamos a intentar desgranar en las siguientes líneas.
Hace una semana tuvo lugar una cumbre entre la Unión Europea y la República Popular China, en la que la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von Der Leyen, y la vicepresidenta y Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores, Kaja Kallas, fueron a negociar con los mandatarios del gigante asiático desde una posición de fuerza sin tener fuerza. El evento tuvo hasta su momento cómico, como cuando Úrsula exigió a Li Qiang el control de las exportaciones en nombre del libre mercado.
Lógicamente, los dirigentes chinos tan avezados en el arte de la guerra, no tuvieron en cuenta las peticiones rocambolescas de la delegación europea y la cumbre acabó en un estrepitoso fracaso. China, que es segunda potencia mundial después de décadas de deslocalizaciones empresariales tras haber sido admitida en la OMC en el año 2001, no está para recibir ahora lecciones de una Unión Europea donde Alemania está en recesión y donde Francia ha sido echada del Sahel, perdiendo con ello al principal proveedor de uranio para sus centrales nucleares.
Aunque todo hay que decirlo, no sólo ha sido Francia a la que han expulsado de una región tan rica en recursos como es el Sahel, sino a toda la Unión Europea en su conjunto. De la misma manera que China no es bien vista en Japón y Rusia no tiene simpatías entre las naciones bálticas, los hechos son que ambos estados gozan de una mayor popularidad entre los países del sur global.
¿Cómo puede ser, se preguntarán los gobernantes europeos, que los hombres negros azabache que habitan aquella región inhóspita, rechacen a nuestras ONGs de ayuda humanitaria, prefiriendo la compañía de los mozalbetes rusos de Wagner o del África Corps, en cuyos cuerpos esculpidos de piel blanca, resaltan en sincretismo numerosos tatuajes con runas nórdicas, dioses eslavos y pantocrátores? Para políticos nacionales con vocación europea como Josep Borrell, todo es fruto de la desinformación, aunque quizá la realidad sea más simple de lo que parece y esos africanos solamente se hayan cansado de décadas de sometimiento de sus naciones al Franco CFA, prefiriendo ser cada uno de ellos un Abram Gannibal de la sabana que un Kunta Kinte emigrado al jardín europeo.
Sea como fuere, lo cierto es que después de frustrada la cumbre antes citada, la aristócrata Úrsula Von Der Leyen se fue a ver a Donald Trump y, mientras éste descansaba entre hoyo y hoyo en tierras escocesas, firmó un acuerdo de vasallaje por el que la Unión Europea se compromete a comprar productos energéticos a Estados Unidos por valor de 750.000 millones de dólares, a invertir otros 600.000 millones de dólares en la industria norteamericana, así como a dejar libre entrada a la manufactura made in USA, mientras Estados Unidos nos impone un 15% de arancel aduanero a nuestros bienes. En pocos meses Donald Trump ha pasado de ser un peligroso ultraderechista que pone en jaque al sistema, a ser el tío Donald de toda la vida al que todos los líderes europeos rendirán pleitesía. Quién sabe si disfrazados de bisontes como el desdichado Jake Angeli, aunque Cayetana no se lo llegue a perdonar jamás.
Por si fuera poco, el otro día nos enteramos por una información filtrada a Periodista Digital por la diáspora armenia residente en Francia, que existiría un memorando firmado entre Estados Unidos, Armenia y Azerbaiyán para la creación del corredor de Zangezur que los autores llaman “Puente Trump”, ya que estaría controlado durante los próximos 99 años por una PMC estadunidense de 1000 combatientes. La noticia que es muy mala para Rusia o Irán, no lo es menos para una Unión Europea donde esta futura ruta energética y de transporte quedaría bajo el control de un proxy norteamericano.
Que Estados Unidos intente dominar la infraestructura energética para abastecer a Europa, no es un hecho aislado sólo circunscrito al caso arriba explicado. Hace unos meses, Richard Grenell, ex embajador de Estados Unidos en Alemania y enviado especial de Trump, viajó a Suiza para negociar con la parte rusa la reparación de los dos gaseoductos North Stream, con el fin de reanudar el tránsito de gas ruso a Europa una vez finalizada la guerra de Ucrania, siendo los intermediarios, como no podía ser de otra manera, inversores estadunidenses.
Ahora bien, mientras llega ese día en que se alcance la paz con alguna tensión nuclear que otra, vamos a ver si Estados Unidos no impone nuevos aranceles a una decrépita Unión Europea. En La India, que es un aliado occidental, el ministro del petróleo Hardeep Singh Puri, ha manifestado no sentirse intimidado por la imposición de aranceles por importar crudo ruso, ya que como gobernante tiene el deber moral de garantizar a sus ciudadanos el acceso a la energía al precio más bajo posible. Y todo eso lo ha dicho mientras el gobierno indio del que forma parte, informaba a los funcionarios estadounidenses de la decisión de no comprar aviones de combate F-35. Pero la Unión Europea no es La India y nuestros mandatarios, al margen que no somos su prioridad, van a tener muy complicado explicar al tío Sam, dentro del acuerdo suscrito, que es técnicamente imposible triplicar las importaciones de productos energéticos norteamericanos, ni siquiera renunciando al 17% de gas ruso anual que aún adquirimos (datos obtenidos de Eurostat).
Llegados a este punto, el lector se habrá dado cuenta del futuro de servidumbre que nos espera a los españoles, y en general a todos los europeos, con esta clase de políticos que, pese a su nula capacidad de negociación con sus afines, persiguen perpetuarse en el poder para mantener sus alforjas llenas a costa nuestra. Las palabras de Cayetana Álvarez de Toledo, sólo son un aviso de hacia dónde quieren que vayamos como masa aborregada. De la sociedad civil depende no perder en pocos años, lo que otros tardaron tanto tiempo en lograr.


















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