“La banda del Covirán”: las redes se chotean de las vacaciones low cost de Ayuso en un chalé de 4,3 millones

Isabel Díaz Ayuso ha vuelto a incendiar las redes tras justificar su estancia en un chalé de lujo propiedad de la Comunidad de Madrid asegurando que se llevó el tupper de casa y compró en un Covirán. La presidenta madrileña, envuelta en su habitual relato de persecución política, defendió así unas vacaciones que para cualquier otro serían un privilegio. Las redes, mientras tanto, la han rebautizado con sorna como “la banda del Covirán”.

  • Pedro Enrique Andarelli, editor de ALCALÁ HOY (HUMORIS CAUSA), el único puente que cruzo es el de agosto, y pagando.

Isabel Díaz Ayuso se ha ido de vacaciones como cualquier madrileña de a pie: a un chalé con piscina de 94 metros cuadrados, enclavado en una finca de 453 hectáreas con su ermita románica del siglo XII incluida, en pleno Parque Nacional de Guadarrama. Vamos, lo de siempre. Lo que viene siendo el veraneo básico de quien no puede permitirse grandes lujos… salvo que seas presidenta de la Comunidad de Madrid y la propiedad en cuestión pertenezca al patrimonio público tras haber costado 4,3 millones de euros al erario.

La cosa empezó como suelen empezar las polémicas de Ayuso: con sorpresa, incredulidad y un poco de bochorno institucional. Y continuó también como suelen continuar: con la presidenta tirando del manual del agravio personalizado, acusando a “la izquierda” de querer “acabar con ella en lo personal” y de “desprestigiarla” con métodos, atención, “chavistas”. A estas alturas, decir “chavistas” ya le sirve para cualquier cosa: desde justificar un desayuno caro hasta explicar una visita privada a la luna. Pero la joya de la corona llegó cuando soltó una frase para la historia: “Si me voy a dormir debajo de un puente, buscarán la trama del terreno del puente”. Literal.

Ahora bien, lo que de verdad disparó las carcajadas fue su explicación doméstica de la estancia en el chalé. Ayuso asegura que no incurrió en ningún gasto público porque se llevó su propio tupper de casa, se costeó una cena y, lo más importante, fue a comprar al Covirán. Con esta épica del ahorro de supermercado de pueblo, pretendía justificar que alojarse gratis en un casoplón institucional no tiene nada de privilegio. Las redes sociales, faltaría más, reaccionaron como mandan los tiempos: con un alud de memes, chistes y chascarrillos que no dieron tregua. A los pocos minutos ya circulaba el mote del verano: “la banda del Covirán”. Y no faltaron quienes pedían una serie para Netflix. La trama lo tiene todo: lujo, tupper, chalé y presidenta mártir.

Pero el sainete no terminó ahí. En Más Vale Tarde, Gonzalo Miró elevó el tono y el análisis, vaticinando que este episodio es “solo el inicio”. Según él, la presidenta actúa así porque nada, absolutamente nada, le ha pasado factura hasta ahora. Ni las muertes en residencias, ni los insultos constantes al presidente del Gobierno, ni el presunto enriquecimiento de su entorno más cercano, ni sus viajes institucionales con aire de tour personal. “¿Por qué no iba a tener también su lugar de vacaciones con cargo al erario?”, se preguntó. Tiene lógica. Si nadie le frena, ¿por qué iba a dejar de hacerlo?

Marina Valdés, también en el programa, recordó además que Ayuso ha criticado duramente a Pedro Sánchez por utilizar Quintos de Mora, una finca estatal, para descansar unos días. Lo llamó “palacete”, con desprecio castizo. Ahora, sin rubor alguno, ella ocupa un chalé de lujo público con piscina y se envuelve en la bandera del Covirán para defenderse. Es como si pensara que lo que vale para los demás no aplica en su caso. Bueno, en realidad, es justo lo que piensa.

El propio Miró lo resumió con crudeza: “Pensar que Ayuso no va a ser hipócrita o cínica con las críticas que hace es pecar de ingenuidad. Siempre hace lo mismo: acusa a los demás de lo que ella ya está haciendo”. Y en efecto, lo hace. Con una constancia admirable, hay que reconocerlo.

En fin, mientras la presidenta madrileña sigue construyendo su relato de mártir incomprendida, aunque viva a cuerpo de reina, el resto del personal se consuela con humor. Porque en esta Comunidad de Madrid donde todo es posible, hasta irse de retiro espiritual a un chalé con piscina de 94 metros cuadrados y salir diciendo que fue una experiencia low cost, el único consuelo que nos queda es el choteo. Y el tupper.

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