- Por Pedro Enrique Andarelli, periodista editor de ALCALÁ HOY
Será el calor, que se adelantó al verano con descaro castizo, el culpable de esta digresión. Mayo se volvió agosto sin pedir permiso, y los pensamientos se deshidratan hasta volverse visiones… Y en medio de ese bochorno mental, el Callejón del Peligro —ese filo estrecho entre calle Mayor y Escritorios— se me apareció como una grieta temporal, un portal a duelos que nunca fueron, pero que bien podrían haber sido.
Dicen que allí se batían por el honor estudiantes, poetas, chulos de tres al cuarto y caballeros de capa, pluma y mucho cuento. Quevedo, claro, no podía faltar. Lo imagino apareciendo en 2025, convocado por una IA nostálgica que, harta de gestionar buzones de quejas, decide invocar a los espíritus respondones del Siglo de Oro.
Allí estaban: hologramas rimando pullas, bots disfrazados de humanistas, estudiantes de Historia Mutante haciendo podcasts en directo. Cada viernes, los muros del callejón temblaban no por espadas, sino por raps barrocos y tuiterías afiladas.
Era como un pequeño teatro diastópico, donde el pasado resucitaba para batirse con el presente… y ambos perdían. Un rincón donde Quevedo podía soltarle un pareado letal a un influencer vegano o a un concejal en modo Smart City.
Todo iba bien hasta que algún asesor cultural con alergia a la ironía propuso cerrar el callejón “por exceso de creatividad espontánea”. Esa fue la última gota. Quevedo (el holograma) le lanzó un verso tan afilado que aún retumba por los adoquines:
“Dejad que el verbo libre tropiece,
que en cada esquina nazca una blasfemia elegante.”
Y mientras la ciudad sigue su curso —entre reformas, sombras y promesas recicladas— este rincón sigue vivo en la imaginación de los que no se conforman con mirar, sino que se atreven a divagar… aunque sea por culpa del calor.
Porque incluso en una Ciudad Patrimonio de la Humanidad, lo intangible no está en los adoquines, sino en las historias que nos atrevemos a contar.
Soneto desde el Callejón del Peligro, con sudor y gracia…
En mayo arde la piedra y la memoria,
la sombra es breve, el verbo se resbala,
revive el callejón, su vieja escala,
y vuelve Quevedo a ajustar su historia.
No hay duelo hoy, mas sí rumor de gloria,
un rap, un zasca, un meme que se instala,
y un holograma en verso que te avala
si cruzas con descaro esta hemorragia.
No temas al sudor ni a la desdicha,
que en cada adoquín duerme una revancha,
y aún late un desafío en cada grieta.
Si el mundo va de prisa y se desquicia,
que al menos no nos falte la sospecha
de que Alcalá aún se bate… en cada esquina quieta.
Nota del autor para suspicaces, expertos en detectar inteligencias artificiales y demás fiscalizadores del ingenio. Esta crónica —por muy alucinada, distorsionada o diastópica que parezca— está escrita íntegramente por mí, Pedro Enrique Andarelli, en primera persona, sin intervención alguna de IA (ni AI, ni Ayuso, ni Aznar, por si acaso). Solo se ha usado tecnología para ilustrar visualmente el delirio, pero las palabras, ideas, desvíos y versos provienen de mi caletre natural y bien ventilado.
Aclaro también, por si alguien sospecha de sustancias extrañas, que no consumo psicotrópicos ni falta que me hacen, que soy abstemio desde hace décadas y que ya he pasado los sesenta, aunque el espíritu siga correteando por los callejones con el desparpajo de un universitario pendenciero.
La única droga aquí es el calor y la desazón ante la deriva social y política de estos tiempos. Esa sí que me sube la temperatura. Uno que es así.
















¡ Nuestro canal en Telegram! Si te ha interesado esta información, únete ahora a







Ya era hora que volviares a tirarte al ruedo de láser columnas distopicas, atrevidas y maravillosas.
Espero que este sea el comienzo de una nueva etapa de creatividad distorsionada, de crítica mordaz y de lamento por la triste realidad que ns está tocando.
Ante tanto periodista que ha renunciado a la deontologia que la profesion exige, bueno es leer una pluma recuperada
¡Animo, valor y al toro!
¿Y no es un poco sin sentido que el texto comience “nuestro director Pedro Enrique Andarelli se lanza —sin IA” y lo primero que hacéis es plantar una ilustración producida por una IA?
En el propio artículo dice que salvo la ilustración, luego tiene sentido.
«… está escrita íntegramente por mí, Pedro Enrique Andarelli, en primera persona, sin intervención alguna de IA (ni AI, ni Ayuso, ni Aznar, por si acaso)»
Debe ser que como ya tengo sesenta y pico años, pico de cigüeña que no de gorrión, y no estoy ducho en eso de las IAs, no entiendo la referencia a un/una tal Ayuso y a un/una tal Aznar.
Hasta ese párrafo la lectura no iba mal pero, con esas inclusiones, me quedé inmerso en un bucle del que no he salido. ¿Qué querrá decir el autor al referirse a esas personas?
Será cosa de la edad. De mi edad, no de la del autor, faltaría más.
Aclaro, bucle en su acepción de proceso repetido indefinidamente, no de cabello ondulado que ya no tengo.