- Pilar Blasco es licenciada en Lengua española y ha colaborado en publicaciones locales en temas de actualidad política y cultural.
Hoy lo que pega es hablar de Ucrania, Zelenski, Putin y Trump. Pero no voy a tener la osadía de muchos de los opinantes de actualidad, vulgo tertulianos, de hablar y opinar de lo que no sé ni de darle la vuelta a los argumentos de la semana pasada, como están haciendo los susodichos por tal de abominar de los Estados Unidos y especialmente de Trump, abominar de Putin al que financian la guerra con la compra de gas a mansalva, mientras ayudan a Zelenski con millones y armas – Paradojas y contradicciones con las que comulgamos a diario como la cosa más normal- Alinearse sin condiciones con Úrsula y los flotantes europeos de la Agenda, empezando por nuestro presidente. Y ante todo tener siempre la razón, aunque contradiga la inapelable razón de hace unos meses o unos días. Así, los pacifistas del desarme tradicional, hoy se preparan para la guerra mientras los belicistas de toda la vida abogan por una paz, aunque sea precaria, para salir del paso, detener la sangría y apostar por la diplomacia, etc. Me maravilla el desparpajo con el que reparten culpas y perdones los tertulianos de las pantallas de aquí y allá. Hasta envidio sus certezas. Yo, obviamente no estoy a su altura.
La política internacional discurre por caminos ocultos a nuestros ojos, como el Nord stream aquel que no sabíamos que existía y nadie sabe quién lo explotó, aunque se sospecha y que no fue Trump. Como el papel de la OTAN y su merodeo preventivo a las fronteras rusas con el consiguiente cabreo de Putin y su costumbre de cortar por lo sano a lo bestia, literalmente. Como las ambiciones de Vladimir por anexionarse los alrededores de su imperio, reconstruyendo el pasado soviético y entrar en casa ajena, caiga quién caiga. Qué decir del inmenso negocio de las armas, el que están dispuestos a engordar los mandatarios europeos con cientos de miles de millones de euros que no tienen (los tenemos nosotros en nuestros esquilmados bolsillos y los debemos y deberemos por generaciones), nuestros relajados gobernantes del no a la guerra según quién la emprenda, ahora partidarios de formar ejércitos nacionales.
La cuestión es que, como cuenta la historia de Europa de hace sólo un siglo, se oyen tambores de guerra ante los cuales se percibe una confusión y un desorden que no presagia nada bueno. Como en ocasiones anteriores, la Europa de siempre, diversa, enfrentada, variopinta en intereses y alianzas, desmiente todas las proclamas de unidad y colaboración, todas las buenas intenciones de entendimiento frente al enemigo común (cuál es el enemigo común). La cuestión es que otra vez la soberbia y prepotencia de la vieja Europa de las guerras milenarias, el pequeño suelo donde se han librado las más grandes batallas a sangre y fuego, la cuna de la civilización exportada al mundo, está dispuesta y se prepara para lo peor de manera inconsciente y temeraria. Esa es mi opinión involuntaria.
Quiere decir que en más de medio siglo desde la última gran guerra, iniciada aquí, en el territorio machacado ancestralmente por razones parecidas a las de ahora, estamos dispuestos a repetir la historia (interrogación/afirmación). No se trata del atentado contra el archiduque Francisco Fernando de Austria Hungría, ni de la apropiación de los Sudetes ni la división de Polonia. Ahora es Ucrania y sus tierras negras, raras, sus minerales y sus extensiones cerealistas. El caso es liarse la manta a la cabeza, a la cabeza de los sufridos europeos que pagamos el festín bélico en hombres (humanos de ambos géneros) y dinero.
Una vez más los europeos de a pie no pintamos nada a no ser para carne de cañón. Otra vez salen de las tertulias como las setas, los apóstoles de la razón abogados de uno y otro bando ¿dispuestos a sacrificar a su gente? En aras de no sabemos bien qué causas. Que Zelenski es más atractivo nadie lo duda, encarna al héroe en chandal verde olivo dispuesto a luchar contra el invasor imperialista cueste lo que cueste. Lanzándose cuerpo a cuerpo sin medios, confiando en la ayuda exterior, la que sus vecinos entusiastas no pueden darle porque no la tienen salvo en el plano sentimental. Y en el del dinero prestado a fondo perdido o fondo eterno.
Sólo han pasado 80 años desde el último gran desastre mundial, iniciado en Europa. Y ya están las espadas en alto. Los organismos internacionales que surgieron de la toma de conciencia en el año 45 se han disuelto en tensiones y amenazas de guerra fría y de equilibrio entre rivales irreconciliables, aliados de ocasión en su momento, enemigos recalcitrantes poco después. En esa tensión de bloques hemos vivido un periodo de paz y prosperidad cobijados a la sombra del gendarme universal, bajo el paraguas protector del odiado americano, como hijos pródigos con derecho al techo paterno. Mientras derrochábamos los denarios de la prosperidad en agendas absurdas de género, en la comodidad del bienestar decadente y en el despilfarro del buenismo acogedor de cualquier huésped ilegal, invasor de nuestra cultura, leyes y costumbres.
Todo está relacionado y todo culmina, o culminará en la desaparición de nuestro amado y odiado continente tal como lo hemos conocido. Enfrentado, invadido, maltrecho, reinventado, traicionado, infiltrado y superviviente. Pero no está escrito que lo que ha sobrevivido muchos siglos, sea eterno y duradero per se. Lo que parece imposible de nuevo, se puede repetir, como tantas veces. Basta con que la maquinaria del dinero y el poder, que no es poca, se ponga en marcha apelando al patriotismo, el derecho de los pueblos a la soberanía, a la libertad, a la independencia… palabras hermosas y emotivas por las cuales se han provocado guerras fratricidas que han desangrado la humanidad de las formas más crueles e injustas.
Son horas y días de opiniones que no nos llevan a ninguna parte ni son capaces de detener la maquinaria de la guerra por muy argumentadas que estén y buenas cabezas que las profieran. Estamos inermes ante la ambigüedad, la insensatez y la inoperancia de las élites a las que alimentamos para que nos gobiernen con cordura y nos defiendan contra la adversidad. Me temo que no han cumplido con sus deberes a pesar de mantenerlos a cuerpo de rey. Más bien entre ellos están los infiltrados de siempre, los que sacarán provecho del desastre que se cierne sobre el viejo continente una vez más.
Mi intención era hablar sobre los millonarios españoles a la sombra del poder y con nuestro dinero.
Será la semana que viene, si Dios quiere.
Buenísimo, como todos tus artículos.
Fantástico, como siempre.
Detalla Pilar Blasco: “Me maravilla el desparpajo con el que reparten culpas y perdones los tertulianos de las pantallas de aquí y allá. Hasta envidio sus certezas. Yo, obviamente no estoy a su altura”. Pilar, no sea “modesta” usted trasmite sus “certezas”, la mayoría de las veces llenas de odio visceral, pero, al fin y al cabo, son sus CERTEZAS o las del grupo político a quien representa. Nada independiente, nada neutral, nada equitativo ni ecuánime.
Continua: “Basta con que la maquinaria del dinero y el poder, que no es poca, se ponga en marcha apelando al patriotismo, el derecho de los pueblos a la soberanía, a la libertad, a la independencia… palabras hermosas y emotivas por las cuales se han provocado guerras fratricidas que han desangrado la humanidad de las formas más crueles e injustas”. Cierto sra Blasco, tan cierto como que España es experta en liderar esas batallas, muchas veces con la Iglesia por medio y, siempre, siempre, con el poder del dinero por medio, solo teneemos que recordar la última contienda civil.
Termina: “Mi intención era hablar sobre los millonarios españoles a la sombra del poder y con nuestro dinero”. ¿Con “nuestro dinero?”, ¡no mujer! DON DINERO considera que “se lo han ganado con esfuerzo” (nunca aclaran el desarrollo de ese “esfuerzo”). Dice usted “a la sombra del poder”, yo lo llamo PODERES FÁCTICOS y ahí los tenemos, en realidad son los que gobiernan (no ese “zurdo” que algunos denominan con poca gracia). En algo estamos de acuerdo: los millonarios españoles… que se protegen y les protegen el sector conservador y ultraconservador anidado en cualquier escala social: Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, poder judicial etc. etc.
Ana, me estás defraudando. En un buen comentario de texto, no sé debe copiar el texto literalmente. Ni se deben atribuir aviesas intenciones al autor. Pero en fin, te agradezco que seas una lectora fiel