- Martínez Mendizábal, “desde el punto de vista de la biología evolutiva, este descubrimiento va a tener mucha transcendencia”.
Una de las características que nos hace únicos a los seres humanos es que somos capaces de cuidarnos los unos a los otros. Sobre todo, nos ocupamos de los seres más vulnerables. Esta característica se creía que era propia del Homo sapiens pero, desde hace décadas, se sabe que los neandertales también cuidaban de sus compañeros más frágiles. Sin embargo, todos los casos conocidos de cuidados afectaban a adultos, por lo que algunos científicos pensaban que no se trataba de un auténtico comportamiento altruista sino de un mero intercambio de ayuda entre iguales: hoy por ti y mañana por mí.
Ahora, gracias al descubrimiento de los antropólogos y otorrinos de la Cátedra de Otoacústica Evolutiva y Paleoantropología de HM Hospitales y la Universidad de Alcalá y a los arqueólogos de la Universidad de Valencia, se ha demostrado que los neandertales no solo cuidaban de los adultos, sino que también atendían desinteresadamente a los niños con dificultades.
¿Cómo era Tina?
Y el ejemplo de ello es el caso de Tina, apodado así porque fue en el año 1989 cuando el catedrático emérito de Prehistoria de la Universidad de Valencia, Valentín Villaverde, encontró en el yacimiento de Cova Negra en Xátiva, Valencia, un fósil de un pequeño fragmento de hueso temporal, el hueso del cráneo que alberga el oído.
El fósil que, de no caer en las manos de los investigadores de la Cátedra, hubiera pasado desapercibido en el expositor del Museu de Prehistòria de València, ha sido analizarlo con la ayuda de un TAC. Los expertos han descubierto malformaciones de nacimiento en este individuo infantil como la displasia del canal semicircular lateral, y signos de complicaciones de otitis como la presencia de una fístula laberíntica que comprometería la audición y el equilibrio. Y, a día de hoy, todas estas patologías juntas solo pueden darse en personas con síndrome de Down.
El descubrimiento, publicado en la revista Science Advances, no solo detalla el primer caso de síndrome de Down entre los neandertales, sino que esta persona, lejos de ser desechada, sobrevivió más de seis años gracias a los cuidados y la solidaridad del colectivo, lo que genera un nuevo paradigma respecto a las relaciones sociales y a las características que definían a las comunidades neandertales como el sentido de pertenencia y altruismo.
“Lo que no se conocía hasta ahora era ningún caso de un individuo que hubiera recibido ayuda, aunque no pudiera devolver el favor, lo que probaría la existencia de auténtico altruismo entre esta especie. Eso es precisamente lo que significa el descubrimiento de Tina”, confirma Mercedes Conde, profesora de la UAH y codirectora de la Cátedra junto a Ignacio Martínez Mendizábal, que ha contado con la ayuda de los doctores Alfredo García, jefe del servicio de Otorrinolaringología de los hospitales HM Puerta del Sur y HM Rivas, y Nieves Mata, otorrinolaringóloga de ambos centros.
“Fue muy emocionante poder hacer el diagnóstico taxonómico de un neandertal tan especial”, comenta Julia Diez, investigadora de la Cátedra. Una vez que las compañeras descubrieron esa anomalía en el fósil, “comenzó una exhaustiva investigación para replicar el cráneo en un modelo en 3D”, explica la investigadora Amara Quirós.
No se sabe si Tina era niño o niña. Lo que se sabe es que era neandertal, que tenía síndrome de Down y que sobrevivió por lo menos seis años, lo que sin duda requirió los cuidados y la solidaridad de su grupo. Se trata del primer caso conocido de este síndrome en una especie de homínino distinta a la nuestra y ofrece una prueba evidente de que también los neandertales tenían auténticos sentimientos humanos. Todo ello ha sido comprobado y contrastado gracias al trabajo de documentación de la investigadora Ángeles Sánchez. “Mi labor en este proyecto ha sido la de documentar si existían estudios precedentes de este estilo” apunta, y descubrieron que en el mundo de los simios se había descrito la supervivencia de ejemplares con este síndrome pero durante menos tiempo y siempre con la ayuda de la madre y otros miembros del grupo.
Un fósil muy especial
“Nosotros hemos tenido la suerte de encontrar a Tina, pero Tina ha tenido la suerte de encontrar a este equipo maravilloso que ha sabido darse cuenta de su relevancia y llevar a cabo una investigación”, asevera el codirector de la Cátedra, Ignacio Martínez Mendizábal. Y es que las excavaciones de Cova Negra han sido claves para conocer el modo de vida de los neandertales de la vertiente mediterránea ibérica y han permitido definir las ocupaciones del asentamiento.
Este descubrimiento marcará un hito en la historia ya que, como afirma el profesor Martínez Mendizábal, “desde el punto de vista de la biología evolutiva, va a tener mucha transcendencia. Aparecerá en todos los manuales cuando se hable de neandertales”. Ya estamos todos representados en la evolución humana, apunta.
Cuando los científicos analizan la sustancia de que está hecho el cuerpo de los seres vivos, necesitan establecer unos modelos para que entre ellos puedan entenderse cuando hablan de su trabajo. Lo que llamamos genoma es uno de estos modelos. Tal y como miran, dicen que el genoma está compuesto por cromosomas —y es que cuando establecen modelos necesitan palabras nuevas para referirse a sus intringulis—. Incluso entre ellos comentan que la mayoría de nosotros tiene 46 cromosomas y que cuando se fijan todavía más les parece que están mayoritariamente agrupados en parejas. Vamos, que, según ellos, la mayoría de nosotros tenemos 23 parejas de cromosomas y hay quien tiene alguno más. A las parejas las llaman por un número, del 1 al 23. Bueno, pues la
pareja 21 (y también le ocurre a otras) a veces no es tan, tan, pareja; es como si uno de sus elementos estuviera repetido porque ya que es una pareja de tres. Parece curioso hablar de parejas de tres, pero es que no se les ha ocurrido un modelo en el que estas curiosas parejas no aparezcan —aunque veintitantas tampoco parecen demasiadas, vamos, digo yo. Va a ser que empezaron mirando todo esto con los cristales de las gafas empañados y todavía no se les ha ido el vaho.
Hay un Día Mundial del Síndrome de Down. A quienes tomaron esa decisión les pareció muy
importante que nos concienciemos de lo mucho bueno que aporta a la sociedad este
peculiar subconjunto de ella; está formado por una de cada mil personas; estas que, en la
sustancia de que está hecho su cuerpo, tienen una curiosa pareja de tres. Qué pena que
en algunos sitios del mundo, cuando los progenitores saben que la cría llegaría al mundo con esta pareja tan curiosa, el estado que administra a ese país les permite que, si así lo desean, su hija o hijo no llegue a nacer.
Manuel Angel Fernández García
Alcalá de Henares