“ESPAÑA NOS ROBA”| Por Pilar Blasco

Por un tiempo creímos, algunos creyeron en ese eslogan que esgrimieron los separatistas catalanes, incluso los catalanes inocentes desinformados y parte de los españoles inocentes desinformados, víctimas de la propaganda masiva consentida y subvencionada, que efectivamente la Hacienda española, el Estado español, España en suma, detraía una parte sustanciosa del erario recaudado en Cataluña. Y como consecuencia de ese “robo” estábamos obligados, el Estado español estaba obligado al desagravio, en dinero y en lo demás.

  • Pilar Blasco es  licenciada en Lengua española y ha colaborado en publicaciones locales en temas de actualidad política y cultural.

Por un tiempo creímos, algunos creyeron en ese eslogan que esgrimieron los separatistas catalanes, incluso los catalanes inocentes desinformados y parte de los españoles inocentes desinformados, víctimas de la propaganda masiva consentida y subvencionada, que efectivamente la Hacienda española, el Estado español, España en suma, detraía una parte sustanciosa del erario recaudado en Cataluña, y de esa sustracción administrativa, eran víctimas de una especie de injusticia económica y no sólo económica, pues de ella derivaba una merma de su soberanía, que, por lo visto, era y es superior a la de cualquier otra región o comunidad española (¿?). Y como consecuencia de ese “robo” estábamos obligados, el Estado español estaba obligado al desagravio, en dinero y en lo demás. Se trataba además de una deuda ya histórica, atención, no hay puntada sin hilo en todo ese proceso o procés de reivindicación soberanista. Había que poner remedio y cumplir con ellos, con los dueños del invento, esos señores del tres por ciento, los que sí robaban de verdad a catalanes y españoles. Los crédulos desinformados que no se llevan ni un euro, no cuentan. Aunque son útiles a la causa desinteresadamente y con entusiasmo y votos.

Pero los que no somos tan jóvenes y nos hemos informado razonablemente en todos estos años, sabemos que el Procés en realidad ya había empezado mucho antes de ser declarado. Para ser justos con la historia reciente, la de los últimos cuarenta años, todo empezó en la misma Transición, en la bendita y alabada Constitución y en los primeros gobiernos democráticos. Éramos muy jóvenes, entonces sabíamos muy poco de casi todo, salvo que en política, lo mejor estaba por venir e íbamos a ser protagonistas de la Historia. Se ha llegado a decir que la Transición española es un modelo estudiado en las universidades del mundo. A estas horas creo que también ese mantra se introdujo intencionadamente en los medios y forma parte de la ilusión en la que hemos vivido varias décadas, y que está llegando a su fin. Ha llegado ya en mi opinión y en la de los razonablemente informados. Que no somos muchos, aunque creo que cada vez más; no los suficientes como para llegar a tiempo de evitar el desastre.

Pero nuestros padres de la Patria no lo eran tanto, tan ignorantes e ingenuos, quiero decir. Eran gente formada, conocían el siglo XX español, incluso el XIX; algunos de ellos vivieron la república y la guerra civil en primera persona, conocían las causas y debían saber que el separatismo fue una de ellas y no la menor. Luego, consciente o inconscientemente, dejaron sembrada en el texto de la carta magna la semilla del mal, bajo presión o por buena voluntad. Dejémoslo ahí.  Está desapareciendo por defunción la generación de redactores de aquel venerado texto del setenta y ocho sin explicar del todo qué o quién los llevó a introducir títulos, artículos y denominaciones tan contradictorias y tan peligrosas para el futuro de España. Ahora ya no es momento de disimulos y medias tintas. Parece mentira que no se previeran las consecuencias del Título Octavo, sin ir más lejos, de las “nacionalidades”, “comunidades autónomas” y otras avanzadillas de la descomposición de la nación española “única e indivisible”, en cuyo pueblo reside la soberanía. Sin comentarios.

ZP dio impulso y carta de naturaleza al Estatut, etc. Todo eso está ya muy relatado y analizado aunque, como en el caso de la Constitución, hay uno o varios lados oscuros sin desentrañar. El caso es que aquí estamos, a las puertas de la amnistía previa al referéndum y la independencia de Cataluña. No andemos a estas alturas con medias tinta y complejos, la situación es la que hay. Pero en el camino, a lo que voy, nos hemos enterado de que no sólo España no le roba nada a Cataluña sino que es al revés, Cataluña le roba en primer lugar a los catalanes su dinero -pagan y han pagado más impuestos que nadie, y tan contentos, a cambio de peores servicios. En segundo lugar a España y a Europa por ende, ya que su deuda supera a la de cualquier otra región española y europea con creces y su deuda entra en la del odiado estado español. Su economía se tambalea a causa de la inseguridad jurídica del procés…, y del despilfarro en disparates identitarios y mala administración. Con qué piensan hacer frente a esa situación cuando sean independientes. De dónde van a sacar el dinero en miles de millones de euros para financiar su independencia.  ¡Momento de reflexión! *

Mucho me temo y nos tememos que la financiación de toda esta locura salga de los mismos bolsillos y de los mismos salarios que vienen sufragando el proceso completo de demolición española, tanto de los desinformados voluntarios entusiastas del camino de perdición, como de los descreídos y rebeldes a la verdad oficial; todos nosotros forzados por la eficiente Hacienda Pública en manos de gobiernos depredadores sin imaginación pero con plenos poderes para llevar a cabo sus planes sin vergüenza y sin freno. Luego España nos roba, y  no es la independencia de Cataluña lo único que estamos financiando.

* Ya he citado en otra ocasión a Alberto G Ibáñez, inestimable ensayista de la realidad española.

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1 Comentario

  1. Asumo de pe a pa el artículo, cada vez que oía aquello de que «Cataluña es la locomotora de España» me evocaba la película de los Hermanos Marx en el oeste (1949) con aquella gran frase de ¡Más madera! Viendo cómo los vagones se deshacían para mantener la máquina en marcha.
    Cuando ya no se podía o no se dejaban esquilmar los vagones aparecieron todos los problemas, lo mismo que pasó cuando se perdió Cuba y sus beneficios las oligarquias cstalanas dejaron de ser las más entusiastas españolistas para empezar a mirarse el ombligo.
    Como catalán con solo 19 años pude votar la Constitución, ya entonces era consciente de la perdida de soberanía nacional, de la partición de España y de sus servicios esenciales, aquellos que lo conforman, que le dan cohesión. Si yo fui capaz de verlo claro, mucho más los padres de la Constitución.
    Gracias por el artículo.

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