Semana Santa o La Resistencia | Por Pilar Blasco

La Semana Santa, la que estamos viviendo estos días anegados por la borrasca Nelson y la frustración procesional, como tantas veces (tomémoslo por el lado bueno, la bendita agua de mayo adelantada, que tanta falta nos hace) también procura (creo yo) momentos de reflexión y de perplejidad que el pueblo llano siga cada primavera echándose a las calles en procesión de mil maneras y a todas horas.

Foto del Ayuntamiento
  • Pilar Blasco es  licenciada en Lengua española y ha colaborado en publicaciones locales en temas de actualidad política y cultural.

Hay un eminente historiador y ensayista español (*) actual que cuando trata cuestiones importantes de difícil explicación, evidentes obviedades históricas deliberadamente ocultas o simplemente falseadas contra toda razón, de las que han pasado a los libros y a la filosofía, no digamos a la historia oficial,  exclama en llamadas de atención al lector, sea este enterado, inadvertido o engañado: “Momento de Reflexión” incluso “Momento de profunda reflexión” y ahí lo deja. Doy por hecho que con esa contundente exhortativa confía en que el lector elegirá entre sus posibles conclusiones la más acertada, la verdadera. O que al menos dedicará un tiempo a pensar en el problema metafísico que quedó en el aire. No sin olvidar que dicho autor ha dado previamente argumentos y claves para encaminar al lector a la respuesta justa y necesaria o a la duda razonable de la persona inteligente. Es un detalle de respeto, consideración y buen gusto hacia los lectores, no cabe duda.

La Semana Santa, la que estamos viviendo estos días anegados por la borrasca Nelson y la frustración procesional, como tantas veces (tomémoslo por el lado bueno, la bendita agua de mayo adelantada, que tanta falta nos hace) también procura (creo yo) momento de reflexión y de perplejidad incluso para los que década tras década, gobierno tras gobierno, régimen tras régimen, pese a teorías, argumentos y leyes antihistóricas y antirreligiosas con lo que inflar el argumentario y la mentalidad de las gentes contra la devoción católica,  la que celebra la Semana de Pasión sin complejos sino con orgullosa ostentación, insistente y masivamente, debe de suponer un momento de profunda reflexión que el pueblo llano siga cada primavera echándose a las calles en procesión de mil maneras y a todas horas llevando en hombros al Nazareno,  la Columna, las Caídas,  la corona de espinas,  la Cruz,  la Sábana Santa, la Soledad de María, el Cirineo, la Verónica, el Centurión, Pilatos, Nicodemo y María Magdalena, Juan  el discípulo amado,  Judas el traidor…. Todo ese retablo de pasión cuyos personajes milenarios ni siquiera todos los fieles conocen y sin embargo fascinan y emocionan.

Puede que se trate -reflexión mía- de una suerte de resistencia pacífica a la dictadura del pensamiento único y las corrientes dominantes impuestas por tierra mar y aire, las que se proponen convertirnos en seres líquidos sin alma, sin poder y sin arraigo. Probablemente esa rebelión silenciosa, revestida de terciopelo, plata y oro, cirios faroles y palios, túnicas y capirotes, saetas, tambores y cornetas, de un barroquismo fuera del tiempo, de modas y tendencias, supone un vínculo al que consciente o inconscientemente se agarra el pueblo soberano como tabla de salvación de sus valores y herencias ancestrales, apuesta por su cultura, y por qué no y principalmente, expresión de espiritualidad y trascendencia, gran momento de reflexión de la vida y la muerte, del bien y el mal, escalera al cielo de los cristianos. Ahí lo dejo

(*) Alberto G Ibáñez. El Sacro Imperio Romano Hispánico

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1 Comentario

  1. Es cierto Pilar toda está tradición es como una tabla de salvación para muchos, es el único vínculo con nuestra historia, necesitamos que no pierda contenido y que poco a poco todos vayamos conociendo todos esos personajes y su trascendencia o al final solo nos quedará lo superficial, creo firmemente que mientras no se pierdan n las tradiciones hay esperanza.
    Gracias por este gran artículo.

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