- Pilar Blasco es licenciada en Lengua española y ha colaborado en publicaciones locales en temas de actualidad política y cultural.
Es duro saberse gobernado por una corte o banda organizada de, como mínimo, presuntos delincuentes y criminales, además de corruptos de varios tipos. Es tremendo y apabullante. En nuestro país, como repite la señora Yolanda Díaz, nunca España, siempre “este país”, “nuestro país”, etc., como si este nuestro país no tuviera nombre (el nombre es la esencia de las cosas, sin él no existen, incluso los países) y en todo caso, atención, la “matria”. Esa es y así habla nuestra vicepresidenta y mano izquierda útil, de usar y tirar, como otros y otras, del presidente Sánchez. Pero voy a la composición del gobierno de la nación aún española al completo, que como digo, yo al menos lo percibo como una banda de ladrones y criminales en varias versiones. El crimen, como sabemos, no implica necesariamente la sangre, que también, y que los hay con ese tipo de delitos entre los socios del gobierno, que no se priva de nada por los siete votos que aseguran más o menos el colchón de la Moncloa y el Falcon en los cielos del planeta Tierra, el que tenemos que cuidar los pringaos y evitar su contaminación atmosférica, viajando poco y consumiendo menos.
Es fuerte, como digo, sufrir el despilfarro, el expolio fiscal (cada español cotizante entrega, involuntaria y forzosamente el 50% de sus ingresos al Estado en diversas formas), el control progresivo de nuestra identidad y nuestros valores, incluida la historia, que según ellos, tiene memoria, la que deciden e imponen convenientemente manipulada; nuestra geografía regiones en manos de separatistas ellos sí incontrolados, empoderados y subvencionados. La sinrazón es total y estremecedora, nos gobiernan los que nos quieren destruir además de despreciarnos y humillarnos, y lo hacen con el sueldazo procedente de nuestros impuestos. Acabamos de enterarnos que un significado separatista, otro más, fugado a Suiza o algo así, sigue cobrando sus 6000 eurazos en nómina.
Es muy fuerte comprobar cómo en nuestras narices, las terminales del gobierno, en las que se incluyen familiares y amigos, roban millones, muchos millones, cientos y miles de millones, por el método más clásico, la mordida de las comisiones en todas las transacciones públicas, que no por repetido y sabido dejan de practicarlo a lo largo de décadas y gobiernos y cómo son inadmitidos, prescritos, indultados y amnistiados, los ladrones y los golpistas, que a veces son los mismos. En mi artículo anterior me ocupo de eso, como tantos opinantes en tantos medios; A pesar de que todas las quejas y lamentos caen en el saco roto de la sumisión y el fanatismo socialista y allegados, seguimos denunciando porque es nuestra obligación.
Cierto que hay diferencias de volumen y de calidad entre unos y otros partidos y ocasiones, pero la corrupción acaba siendo el veneno que corroe nuestra moral ciudadana y nuestra confianza en las instituciones, emporcando todo lo que toca y los alrededores. El fenómeno inexplicable e inverosímil es que no pasa factura en las urnas, o muy poco y muy lentamente, mientras la corrupción económica y política van por delante y sin freno arrasando la moral y la credibilidad de los que aún conservamos el sentido común y la diferencia entre el bien y el mal.
Cuando nos enteramos, gracias a algunos valientes investigadores y periodistas y queremos reaccionar ya es tarde y sin remedio. Lo que queda de Justicia incontaminada, es lenta, ya se han encargado los diferentes gobiernos de uno y otro signo de que lo sea, la Justicia que llega tarde y que ya no lo es porque sus efectos ya están superados o prescritos. Llevamos cuatro décadas de justicia partidaria y a deshora. Lenta por falta de medios, no como la Agencia Tributaria, que dispone de las últimas tecnologías y del personal más numeroso y motivado para no dejar pasar una y para anticiparse al cobro de nuestras contribuciones al céntimo bajo penas demoledoras. La que se ceba en el que produce riqueza y en el famoso mediático en plan “ejemplarizante”
Vuelvo al titular de mi artículo para señalar y resaltar que además de tanta infamia y latrocinio contra el ciudadano español, el sello del comportamiento tanto de los jefes de la corrupción como de sus sicarios, es la ordinariez y el “horterismo” más hiriente y descarado. Roban para comprar coches de lujo, Rolex, apartamentos en Benidorm a nombre de familiares… menores si hace falta. Para viajar en Falcon a Santo Domingo paraíso fiscal…, para grandes carísimas cenas con las juergas subsiguientes, incluidas sustancias y señoras de compañía de alto nivel y tarifa apropiada, la que ellos pueden pagar con el dinero ajeno, el que “no es de nadie” sino de todos, incluidos los sumisos simpatizantes de esas mafias aplaudidas y reforzadas luego en las urnas y reivindicadas por oradores igual de horteras y patanes vociferantes en el Congreso de los diputados, donde dicen que reside la soberanía popular. No tengo palabras. Las tengo, pero para qué, ya están en la mente y en la boca de la mayoría de españoles y ni siquiera alcanzan a expresar la indignación que sentimos los ciudadanos de bien.
Muy bueno. Refleja perfectamente la decepción y la opinión de la gente de bien sobre la casta política que nos gobierna.
El problema es que los votos nulos, en blanco y la abstención no tienen representación en los gobiernos, es decir, no “vacían escaños” en función de su cantidad.
Aunque la participación sea escasa y, además, contenga votos nulos o en blanco, a los políticos no les afecta, pues, aunque sólo les vote un pequeño porcentaje de la población, en cuanto que un partido (o coalición) reúna más votos que la siguiente, ya tenemos alcalde, presidente o lo que haga falta.
Sé que hay un grupo que intenta resolver esto, pero no sé cómo se les puede votar o pedirles que se presenten en Alcalá de Henares.
Se llama: “Escaños en Blanco” https://escanos.org/
Aparece información más completa buscando: “Escaños en Blanco”
Pilar Blasco muestra la amargura y el desencanto al que nos ha llevado la clase política, 40 años han tenido para crear cultura democrática y lo único que han hecho es taparse sus vergüenzas mientras señalaban la de sus opositores, han apelado a nuestros sentimientos para mientras llenarse los bolsillos con nuestro dinero y han conseguido arrastrar la política por el lodo y hacer que sus «parroquianos» sean sumisos y leales, exactamente lo contrario que necesita un sistema democrático un pueblo vigilante y crítico.
Bravo Pilar. Si la política es el arte del tiempo y de las formas el tiempo de la corrupción política es ahora y la forma es la más hortera.
Un gran artículo.
La corrupción es un mal endémico de nuestra democracia, nuestros políticos en vez de perseguirla la esconden mientras señalan las de sus adversarios.
Es descorazonador.