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Por otro lado, los coches eléctricos también son mucho más silenciosos, reduciendo así la contaminación acústica.
Otro punto a favor de estos nuevos medios de transporte limpios y seguros. Pero, ¿Cómo funcionan los puntos de recarga de coches eléctricos? y dónde encontrar dichos puntos de recarga en cada ciudad, todavía no está del todo claro.
Uno de los obstáculos que los usuarios ponen al coche eléctrico es que todavía no existe una red lo suficientemente amplia de puntos de recarga. Y aunque la variedad en los tipos de puntos de recarga para el coche eléctrico no deja de evolucionar, aún tardará algún tiempo en implantarse de manera efectiva y accesible para la mayor parte de la ciudadanía.
¿Son realmente ecológicos los coches eléctricos?
Sin lugar a dudas, un coche eléctrico no arroja a la atmósfera ningún tipo de dióxido de carbono, por lo que, a primera vista, la respuesta sería afirmativa. Ahora bien, las emisiones de CO2 generadas durante su producción son un 50% más altas que durante la producción de los coches tradicionales. Hay tres factores principales que influyen en la huella de carbono a la hora de fabricar un coche eléctrico.
El primero de todos es que la mayoría de las baterías provienen de países que utilizan el carbón como fuente primaria para producir electricidad. El segundo factor es que las baterías necesitan litio, y su extracción intensiva no es nada sostenible. En tercer lugar, si la electricidad de la que se alimenta el coche eléctrico ha sido generada por carbón, su huella ambiental no está reduciendo tales emisiones.
Es decir, que para que un coche eléctrico sea realmente una solución sostenible, su fabricación debe seguir procesos ecológicos, libres de combustibles fósiles. Si los mismos países que presionan para imponer el uso del coche eléctrico presionaran para utilizar energías limpias, entonces sí que este tipo de vehículo sería realmente sostenible. Reducir el uso del carbono es vital para reducir las emisiones de gases y revertir el cambio climático y todos los desastres naturales que ello conlleva.
El futuro del coche eléctrico
En la Unión Europea se prevé que los vehículos tradicionales dejen de venderse en 2035, y sean sustituidos en su totalidad por coches eléctricos. Canadá, Reino Unido y China apuestan por las mismas medidas. EEUU se ha puesto como fecha límite el 2032 para que el 67% de los coches que circulen por sus carreteras sean eléctricos. Así que, todo indica que el futuro del coche elétrico está cada vez más cerca.
En España, el porcentaje de las ventas de coche eléctrico todavía es bajo, solo representa un 4%, frente a vecinos como Alemania y Francia, donde las ventas superan ampliamente el 10%. En Países Bajos o Suecia, la demanda de coches eléctricos sube de año en año. Noruega, está empezando a grabar con impuestos los coches eléctricos, debido a la subida imparable de ventas.
Vistas estas cifras, todo indica que el impulso al coche eléctrico es una realidad. Lo que ocurre, es que si en Europa y en el mundo en general, se quiere poner en marcha el uso de un coche eléctrico realmente ecológico hay que replantearse su fabricación e importación. Fabricarlos a nivel nacional siguiendo criterios sostenibles sería una buena opción. Pero en un mundo globalizado, este criterio no sería aceptado por las élites financieras.
Otro problema es cómo controlar que el litio que se necesita para fabricar las baterías de los coches eléctricos. Que provenga de extracciones legales y que cumplan con medidas de protección del medio ambiente y de los derechos humanos es vital. Países como Bolivia, Chile y Argentina acumulan el 80% de las reservas de litio a nivel mundial.
El impacto ambiental y social de la extracción del preciado elemento está causando serios problemas a las comunidades locales y a los ecosistemas donde se hayan dichas explotaciones. El litio y las tierras raras son lo que la fiebre del oro causó entre 1848 y 1855. El valor de estos materiales está disparando la explotación ilegal de estos recursos naturales a nivel global. La tecnología necesita estas tierras raras con urgencia, de ahí su explotación incontrolada.
Legislar para que una transición energética justa sea posible es la responsabilidad de los Estados. El problema es que hay demasiados intereses económicos en juego, donde las grandes corporaciones son las que dictan las normas e imponen sus criterios. Priorizar el beneficio sobre la ecología es un error que pagaremos todos. Con coche eléctrico o sin él.