CETI, segunda parte | Por Pilar Blasco

Como todo lo inconfesable que viene ocurriendo en nuestro país de parte del gobierno Sánchez, el traslado de estas personas se ha producido con sigilo, secreto, nocturnidad y alevosía. Nada nuevo. La profecía se ha cumplido y ya están aquí, parece ser, alrededor de 1300 africanos, magrebíes y subsaharianos, alojados en el cuartel Primo de Rivera.

Foto de Ricardo Espinosa Ibeas
  • Pilar Blasco es  licenciada en Lengua española y ha colaborado en publicaciones locales en temas de actualidad política y cultural.

Para los que no han leído o no han querido oír advertencias previas, remito (no sólo) a mi artículo de mediados de noviembre en este mismo periódico, en el que daba cuenta de los primeros  anuncios del desembarco de más de mil inmigrantes irregulares en nuestra ciudad, que no es precisamente puerto de mar, pero sí provincia de Madrid. La profecía se ha cumplido y ya están aquí, parece ser, alrededor de 1300 africanos, magrebíes y subsaharianos, alojados en el cuartel Primo de Rivera.

Como todo lo inconfesable que viene ocurriendo en nuestro país de parte del gobierno Sánchez, el traslado de estas personas se ha producido con sigilo, secreto, nocturnidad y alevosía. Nada nuevo. También advertía, yo en este caso, pero por experiencias de otros lugares de España, la instalación de ese contingente de jóvenes y menores, varones en su inmensa mayoría, indocumentados, descatalogados y desconocidos, iba a traer no sólo temor, inseguridad y malestar a los vecinos de Alcalá, en primer lugar de los barrios aledaños, el Ensanche y todo el entorno de la antigua brigada paracaidista, sino con el tiempo a toda la ciudad.

Silencio y precaución en los primeros anuncios entre la población. Apenas unas docenas de alcalaínos informados y preocupados, nos concentramos espontáneamente en la plaza de Cervantes manifestando nuestra inquietud y oposición a dicho alojamiento entonces ya inminente, sabido por medios informativos y rumores en plan globos sonda, a ver cómo reacciona la población; la cual, como suele ocurrir, en principio no reacciona, por incredulidad, por comodidad, y en un porcentaje por la mansedumbre gregaria a la ideología del partido de gobierno, según la cual, todo lo que sale de Moncloa está bien hecho y es el tributo que debemos pagar a la permanencia de Sánchez en el poder, a mayor gloria del amado líder que todo lo hace por nuestro bien y el del planeta.

Alcalá es una ciudad que debiera ser sagrada por sus valores históricos y culturales de primera magnitud, como otros núcleos clave de nuestro país, que, en una nación tan antigua y compleja, son muchos. No es así porque, precisamente por eso, entra en los planes de destrucción masiva del territorio, la unidad y la igualdad, por parte de gobiernos irresponsables -para ser suave- cuando no disparatados, que los hemos tenido y los tenemos. Los intentos de desnaturalización de España vienen de lejos y afortunadamente nunca han triunfado, aunque han producido graves traumas y abierto grandes brechas en la estabilidad política y social.  Esta promoción y aceptación voluntaria, buenista y entusiasta, de inmigración masiva y descontrolada es una de esas armas de destrucción, no la única como sabemos.

A nuestra ciudad, los mayores somos testigos y protagonistas, desde los años setenta del siglo pasado hemos venido en principio gentes de toda España,. Se puede decir que junto con los complutenses de origen, hemos construido la ciudad. En los ochenta comenzaron las primeras inmigraciones de origen europeo del Este, a raíz de la caída del comunismo soviético. Los Polacos fueron los primeros, siguieron rumanos, búlgaros, rusos, ucranianos, etc. Todos han sido asimilados e integrados, en primer lugar por deseo y colaboración de ellos mismos. Nuestros “hermanos” hispanos han venido progresivamente sin mayores problemas y su incorporación social y laboral es ejemplar. En todos esos grupos humanos hay luces y sombras, grupúsculos inadaptados, delincuentes y criminales. Innegable, y no vamos a analizar aquí las causas.

El fenómeno de “invasión” de las fronteras europeas, por el Mediterráneo es otra cuestión y su origen y causas tampoco caben aquí ni somos responsables de ellas, pero sí receptores  involuntarios y en muchos casos víctimas. Quizá no somos lo suficientemente solidarios con las personas que sufren directamente las agresiones, algunas gravísimas, derivadas de la inmigración. Algo que deberíamos plantearnos, aunque sea por el hecho de que todos en potencia lo somos. Así como la solidaridad con el trato que reciben esos mismos inmigrantes masivos descontrolados como los que están llegando al CETI de Alcalá, manejados como ganado, sin respeto a los cacareados derechos humanos.

Qué hacen aquí esas criaturas, menores en buena parte, sin arraigo, sin afinidad de ningún tipo con nuestra cultura y costumbres, sin formación ni medios de subsistencia, dejados a su suerte a partir de cierto tiempo, en esos alojamientos de urgencia en cuarteles, hoteles, etc. Cómo va a ser bueno que deambulen por las calles de ciudades extrañas sin perspectivas de futuro ni de presente. Cómo no van a caer en la delincuencia y las mafias, de las que por otra parte proceden, pues es público que son los traficantes de seres humanos, antes esclavistas, los que los traen aquí con la complicidad de gobiernos débiles o insensatos.

Es de sentido común y de humanidad para con ellos y con nosotros, no aceptarlo. La respuesta está, como en otras cuestiones, en la ciudadanía, en vista de que nuestras instituciones no están por la labor, por diversas causas que continuamente sus autoridades exponen en los medios de comunicación:  Por impotencia, por ignorancia, por complejos, por falta de medios, de liderazgo, por sectarismo, por intereses políticos, económicos, que los hay… Así estamos y qué podemos hacer, quién da un paso adelante, quién toma las riendas, quién…

 

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1 Comentario

  1. Fantástica exposición y análisis de la realidad que supone esta muy negativa inmigración ilegal. Gracias a Dios hay personas que mantienen el sentido común y saben exponer el problema. Yo añado que la solución es muy sencilla, hay que expulsar a los inmigrantes ilegales a sus países de origen, se conocen de sobra los lugares de partida y sus orígenes, sólo hay que tener voluntad politica y devolverlos, y si los países de origen no quieren es igual, se devuelven por la fuerza y punto. Por otro lado se corta la llegad de nuevos inmigrantes ilegales, para eso sólo hay que emplear la fuerza, por ejemplo la Armada, se corta el paso al flujo de pateras y se las devuelve a la costa africana, es simple y es lo que hay que hacer, y cuanto antes se haga menos dolor habrá para todos. Esas gentes deben trabajar por sus países de origen y no venir aquí a parasitar nuestro sistema ya de por sí muy depauperado. Viva España y viva la Hispanidad.

  2. Reconozco mi ignorancia, pero quisiera saber qué situación tienen las personas en un CETI. No sé si es un centro de acogida en que pueden permanecer hasta que se resuelva si pueden ingresar o no libremente en España (que no lo parece, pues ya deambulan por la calle), si pueden residir en él hasta que consigan trabajo, si tiene una limitación en el tiempo o en qué consiste un CETI.
    Ruego que alguien me lo explique. De verdad que no lo sé.

  3. Perfectos tanto el análisis -desapasionado y certero- como la exposición -valiente y precisa-.
    Ojalá sirva para inspirar actuaciones coordinadas de oposición al CETI y para enmudecer exabruptos inútiles de quienes no aportan nada, sólo se desahogan y yerran al señalar el objetivo.

  4. Creo que el primer comentario es el mejor y lo expresa con mucha claridad, incluso hace un amago de solución: que la Armada intervenga para no dejar entrar las pateras. Yo añadiría mas: que la Armada les lance un buen cargamento de dinamita a varias pateras y ¡buscarán otros países para emigrar! Nosotros nos “lavamos las manos” de ese problema y, seguimos yendo a misa los domingos como si nada hubiera pasado. Porque, en efecto, unos buenos gobernantes buscan soluciones (¿Habrá alguna?), todo menos vilipendiar con palabrería culta o de acemila a los demás, sintiéndose, ellos, salvadores de la ciudad, de nuestras familias, y ciudadanos en general. ¡Menos mal que tenemos en Alcalá gente culta, instruida, capacitada para buscar y encontrar medidas que solucionen los problemas! Porque hay otros/otras… qué “a Dios rogando y con el mazo dando”. Vamos, lo más propio de la época franquista.

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