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Quizá no sea conocida por muchos, pero la trayectoria de Yolanda Díaz, en lo que a alianzas políticas se refiere, ha sido siempre tormentosa.
- Analista político colaborador de ALCALÁ HOY
Y no sólo consiguió presentar a las Elecciones Generales ese proyecto de unidad aparente, sino que, además, revalidó la presencia del espacio que antaño representaba Podemos en el Gobierno de España obteniendo un menor respaldo social.
Poco duró esa unión que, desde el principio, estaba mal avenida, cuando Podemos decidió abandonar la coalición y marcharse con sus 5 escaños al Grupo Mixto en el Congreso de los Diputados.
Quizá no sea conocida por muchos, pero la trayectoria de Yolanda Díaz, en lo que a alianzas políticas se refiere, ha sido siempre tormentosa. Todo se remonta a su etapa de diputada en Galicia y los que tenemos algo de conocimiento del devenir de la política gallega lo sabemos.
Un breve repaso a su trayectoria política puede ayudar a explicar por qué los proyectos de unidad en los que ha participado Yolanda Díaz han terminado siempre de la misma forma: pronto y mal.
Hasta antes de 2012 la influencia política de Díaz en Galicia al frente de la federación gallega de Izquierda Unida había sido irrelevante. Todo cambió, precisamente, en 2012. En ese año, que era año electoral en Galicia, forjó una alianza con el histórico dirigente del nacionalismo gallego, Xosé Manuel Beiras.
Beiras, que había abandonado de manera traumática el BNG, fundó Anova para terminar coaligándose con Izquierda Unida y concurrir a las Elecciones Autonómicas de 2012. Un experimento, por cierto, supervisado por Pablo Iglesias y que sirvió de banco de pruebas para las alianzas que posteriormente tejería Podemos.
Para sorpresa de todos, la coalición de Beiras y Díaz triunfó -sobre todo, por la popularidad del veterano político nacionalista- y superó, electoralmente, al BNG. A partir de ahí, comenzaron las luchas de poder en las que, hábilmente, Díaz siempre supo salir victoriosa. Fue en 2015, con la legislatura en Galicia sin concluir, cuando la hoy Vicepresidenta abandonó a Beiras para dar el salto a la política nacional con En Marea y el cobijo de Podemos.
Por desprenderse, Yolanda Díaz se desprendió hasta de su militancia en Izquierda Unida, formación política en la que militaba desde pasada la adolescencia. La del Partido Comunista, eso sí, no la abandonó, permaneciendo en ella actualmente.
Díaz experimentó una metamorfosis hasta en lo personal, pues nada tiene que ver el estilo político actual de la Yolanda Díaz de hoy -con un tono de voz exageradamente dulce y con constantes apelaciones al diálogo- con la Yolanda Díaz diputada en el Parlamento de Galicia -con un tono mucho más bronco, con la descalificación por bandera y con el frentismo más absoluto como forma de hacer política-.
Ya de diputada en Madrid, Díaz capitaneó la formación de En Marea en Galicia, retirando a Beiras y ungiendo como candidato al magistrado Luis Villares. El idilio, de nuevo, resultó infructuoso y maniobró para deshacerse del candidato al que ella misma había promovido. Terminaron así las popularmente conocidas como Mareas gallegas.
Para entonces, Díaz ya había entrado en el Gobierno de España como Ministra de Trabajo para, a la postre, ser designada por Pablo Iglesias -sin primarias y por obra y gracia del entonces líder morado- como su sucesora en el espacio de Unidas Podemos hasta llegar a la Vicepresidencia del Gobierno.
A partir de ahí, la historia la conocemos todos. Díaz, sabedora de que la marca Podemos restaba mucho más que sumaba y que resultaba un obstáculo en sus aspiraciones, abandonó el paraguas de Pablo Iglesias, se deshizo de Irene Montero y terminó amordazando a Podemos otorgándole preferencia en el reparto de las subvenciones electorales –poderoso caballero es don Dinero que diría Quevedo- en una coalición que, desde el inicio, nació muerta.
La izquierda a la izquierda del PSOE vive en una constante vida de Brian. Enfrascada en luchas de poder cainitas y aparentado una supuesta unidad que lo es sólo en términos de conveniencia electoral.
En todo caso, el espacio de la izquierda populista en España ha sido ocupado por el PSOE que ha desarrollado, precisamente, ese germen populista y hace todo lo que, en teoría, harían Sumar, Podemos y compañía.
A lo mejor eso explica por qué Pablo Iglesias, Irene Montero, Ione Belarra y Podemos en su conjunto, no ve a Sumar como el heredero del espacio representado por ellos mismos desde 2014, sino más bien, como un complemento del PSOE.
Y mientras tanto, eso sí, ese espacio de izquierda moderada, socialdemócrata y no nacionalista se ha quedado huérfano de representación. ¿Será capaz de ocuparlo alguien? Desde luego no es una tarea sencilla, pero sí es una tarea necesaria. El 2024 dirá.
Carlos Cotón
(Analista político y colaborador de ALCALÁ HOY)