Lo Normal | Por Pilar Blasco

"La normalidad y lo normal no necesitan adjetivos, no es ni nuevo ni viejo. Lo normal es lo que circula en los cauces de la costumbre, de la ley y del sentido común; lo que se ajusta a la norma establecida, al derecho; lo que  no altera la vida con sobresaltos y violencias, lo que no introduce cambios inesperados y sorprendentes sin motivo"…

Foto de Agencias
  • Pilar Blasco es  licenciada en Lengua española y ha colaborado en publicaciones locales en temas de actualidad política y cultural.

Ya nos dijo Pedro Sánchez en 2020, a la sazón presidente del gobierno, en presencia de autoridades pertinentes y con bandera de España de fondo, que a partir del verano de aquel infausto año de pandemia, entrábamos en la “nueva normalidad”. Dejándolo caer, según la estudiada dosificación con que va soltando el presidente los anuncios de sus discutibles si no arbitrarias decisiones. La táctica es la que ya conocemos: primero niega lo que sospechamos, luego emplea eufemismos y circunloquios, o el silencio descarado a las preguntas, después lo van nombrando en plan globo sonda  sus lacayos del gobierno y de la prensa; y cuando ya tiene el campo desbrozado y el público dispuesto a tragar, suelta la palabra maldita. Amnistía, por ejemplo, indultos, subida de impuestos, golpe de estado, etc. Y así con todo lo que ha venido ejecutando desde que accedió al poder cada vez más omnímodo a base de estas técnicas de manipulación y embobamiento del personal.

La normalidad y lo normal no necesitan adjetivos, no es ni nuevo ni viejo. Lo normal es lo que circula en los cauces de la costumbre, de la ley y del sentido común; lo que se ajusta a la norma establecida, al derecho; lo que  no altera la vida con sobresaltos y violencias, lo que no introduce cambios inesperados y sorprendentes sin motivo… en fin, lo que no cambia el desarrollo habitual y la evolución previsible de la sociedad. El coronavirus alteró nuestras vidas no sólo por la enfermedad en sí, sino por el confinamiento brutal, el cierre de instituciones, la desprotección legal de los ciudadanos bajo el caos gubernamental, sanitario y social.  Y con las mismas, el presidente decidió que en el mes de mayo de 2020, con el virus sin controlar,  se había conjurado el peligro y que volvíamos a la nueva normalidad, la suya. Lo que pareció un desliz gramatical, una redundancia o una paradoja (cualquier figura retórica cuadra en el neolenguaje de la nueva política) no era fortuito, sino que encerraba el concepto de la nueva realidad que nos disponíamos a vivir por decreto ley, de la que la pandemia fue la mesa de pruebas.

Hace casi cuatro años de aquella aventura político sanitaria experimental y la nueva normalidad ya en marcha y en vías de consolidarse, consiste en que nos parezca normal que el gobierno de España se alíe con sus destructores para que la casta privilegiada en la que se ha convertido el partido socialista, se perpetúe en el poder y en el sueldazo. Normal es que los delincuentes de varios tipos se vean beneficiados por unas leyes que convierten en víctimas a los delincuentes y viceversa. La nueva normalidad consiste en que los otrora terroristas de ETA sean ahora árbitros de la legalidad vigente y personas de paz, “que han demostrado más amor a España y han hecho más por ella que los fachas de la pulserita española” (casi literal) Normal es que no se controlen las fronteras sino que se reciba con los brazos abiertos a miles de ilegales a los que mantener,  sin que nadie nos lo haya consultado. Normal es que la delincuencia y violencias varias, incluidas las sexuales, aumenten día a día a pesar de los cientos de millones invertidos en ministerios inútiles. Normal es que el empleo público improductivo y a dedo crezca como la espuma mientras el privado va menguando sin remedio.

Lo normal es que un hombre, varón, por el hecho de serlo, sea sospechoso de machismo, violencia y crueldad contra las mujeres “por el hecho de ser mujeres” sin más. Que los mismos varones considerados culpables per se, sean encarcelados sin pruebas previa denuncia de sus parejas a las que se da credibilidad incondicional también per se. Estos hechos y leyes son anteriores al gobierno Sánchez, la “neonormalidad” viene de atrás y de la mano de los mismos y tutelada por los otros. Que los hombres y mujeres se conviertan en el sexo opuesto de la noche a la mañana y sin ningún otro requisito que un papel en el registro. Y que los inadvertidos del cambio de género del individuo sean multados si se confunden en el tratamiento del personaje en cuestión (esto ya ha ocurrido en España). Y que esos mocetones musculosos que por arte de magia se perciben mujeres tengan acceso a los lugares tradicionalmente femeninos, como aseos, vestuarios, etc. Que asimismo puedan competir en pruebas atléticas y deportivas a la par de las verdaderas féminas con menos capacidades físicas, frustrándoles así sus expectativas de triunfos y medallas. Que los hijos no sean de los padres y que se les pueda adoctrinar en ideología y prácticas sexuales impropias y prematuras en la escuela pública. Sin permiso parental.

Lo normal es que el tejido productivo español sea arrasado en su sector primario y secundario, debidamente reglamentados y controlados, molidos a impuestos desde hace décadas, por ser los culpables del “cambio climático” debido a la sobreexplotación y los pedos de las vacas europeas y españolas, que tienen más emisiones de Co2 que las del resto del mundo. Y que las industrias españolas tengan que ir desapareciendo en aras de esa misma transición ecológica, junto con las presas hidráulicas y embalses de agua necesarios para la industria y el consumo alimentario. Que aceptemos que los recursos naturales y energéticos de nuestro país sean anulados y prohibida su explotación mientras se concede y se financia la misma por países vecinos en territorios adyacentes, incluso en aguas y terrenos españoles (Marruecos, agricultura, fosfatos, petróleo, aguas territoriales canarias).

La nueva normalidad es todo esto y muchas más cosas que cada día saltan a la actualidad. La Justicia tomada al asalto o por las buenas, en contra de los cánones de la democracia que consisten entre otras cosas en la separación de poderes del Estado como contrapeso entre ellos que impidan los abusos y la tiranía. La división territorial de la nación violentada por tribus separatistas que venden sus votos a cambio de prebendas e independencia de facto, comprados con nuestro dinero y sin nuestro consentimiento. Apertura de embajadas ilegales de esas mismas tribus con nuestro dinero también. Todas esas normalidades las pagamos nosotros bajo tiranía tributaria y depredación fiscal extractiva. Junto al desprestigio y la progresiva anulación de las fuerzas armadas, retirada de la Guardia Civil de ciertas regiones por medio de presiones, agresiones y chantajes, actuaciones violentas de la policía por orden superior en protestas ciudadanas legítimas, etc.

Lo normal era eso, idiotas que pagáis impuestos sin freno, que no llenáis la cesta de la compra ni el tanque de gasolina, que tenéis a los hijos en el paro a cambio de propinas bochornosas, que no podéis compraros una vivienda ni siquiera alquilarla, que veis desaparecer los pequeños y medianos negocios de vuestro entorno, los que daban trabajo y salario a las familias en un porcentaje mucho mayor que las grandes empresas. Borregos que votáis al tirano contra viento y marea por costumbre, por falta de criterio, por prejuicios inculcados, por tal de que no gobiernen ”los otros”. Que tragáis con todo y que sujetáis la soga con la que nos van a ahorcar a todos en pocos años. Sumisos a la injusticia y al poder desaforado y la ambición sin freno del sátrapa de turno. Allá vosotros. Luego no os quejéis, todo lo que ocurre es “Normal”

 

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1 Comentario

  1. Me sorprende que el diario permita los comentarios de la ilustrisima Pilar Blas o,,porque me temo que si algún ciudadano extremista (o no) de la izquierda hiciera comentarios tan disparatados como los que hace la licenciada, el periódico no lo s admitiría. Esta señora rezuma extrema derecha (Vox), y con su vocabulario de licenciada no dice más que incongruencias propias de un fanatismo. Me temo que la reciente historia de España la desconoce, sólo sabe hacer lo propio de los “eternos salvadores de la patria”: insultar, menospreciar, mentir, manipular… ¡Y, tal vez, esta instruyendo a alumnos en algún colegio/instituto! Eso es lo peor, la manipulación, la viabilidad que tiene de manipular a nuestros jóvenes. ¡Todo por la patria!

    • Este medio no comparte necesariamente la opinión de sus colaboradores. Dicho lo cual, practicamos la libertad de expresión. Y no tenga en duda que eso también vale para los artículos y comentarios con contenidos de “extrema izquierda” como vd, dice que nos pudieran llegar … Fin de la cita

      • Esta opinión, que no necesariamente compartís, de una colaboradora que opina que los votantes socialistas son idiotas, sumisos y borregos, ¿no debería ir a la sección de opinión en vez de actualidad?

  2. Pues no puedo estar más de acuerdo con lo expresado en el comentario de Pilar. Ya en la setentona lamento los comentarios de tanta extrema izquierda que sin identificarse con nombre y apellidos apelan a la extrema derecha para justificar su complicidad con la corrupción y malversación. Es lo que tiene la indigencia intelectual y cultural. Allá ellos. Así está España. Tenemos lo que nos merecemos.

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