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Pilar Blasco es licenciada en Lengua española. Actualmente jubilada, ha colaborado en publicaciones locales en temas de actualidad política y cultural.
Lo que ocurrió el pasado martes en el interior del palacio de las Cortes podría resultar un cuento de princesas con todos sus ingredientes. La representación era técnicamente perfecta; ambientación, escenografía, personajes, solemnidad, protocolo, pompa y circunstancia. Medios técnicos a la altura, dentro y fuera del Hemiciclo, factura impecable y gran difusión en medios.
Sin embargo la realidad completa con su trasfondo es digna de novela negra, de drama shakesperiano, de tragedia griega o de uno de los pasajes negros de la historia de España, sin ir más lejos. En fin, un clásico de la literatura y de la vida en el que juegan fuertemente los elementos de ambición, soberbia, insidia, intriga, poder, conspiración, traición…, pero sobre todo y lo más flagrante, brilló la falsedad, la hipocresía y el cinismo. Como en los relatos del género, no faltaba ninguno de esos ingredientes en los gestos, en los discursos, aplausos, saludos y parabienes. Por algo era el día de los monstruos y muertos vivientes.
Estaban en el discurso de la tercera autoridad del país, la presidenta de las Cortes, señora Armengol, otrora presidenta de Baleares (no pudo encontrar Sánchez una candidata más cualificada para representar al pueblo español que una militante separatista represora lingüística de la sanidad y la educación balear, sin mencionar otros datos de su currículo). Tampoco le faltó la sonrisa y los buenos modales, en esta ocasión mejor vestida que para ir a la playa (de esa guisa se vistió en su primera aparición el Parlamento) con los que envolver un discurso progre donde los haya. Ni una mención a lo que en esencia significaba el acto con mayúsculas. Estaba en otra cosa, en lo de siempre, en los tópicos 2030 y sus aledaños. Estaba en la conspiración a las órdenes del Gran Traidor.
Falsedad gregaria en los aplausos de cinco minutos unánimes de la Cámara en pie. Como si, en el caso de los diputados socialistas, se tratara del discurso de su amado líder Pedro Sánchez, en los que se descoyuntan las manos en plan foca. Estaba el postureo mediático en los saludos del besamanos, sonrisa de oreja a oreja, breve coloquio personal de algunos, cabezazo protocolario incluso de los más atrevidos y caraduras.
Estuvo por supuesto en el discurso del presidente del gobierno (el Gran Traidor) atento a las normas legales y falso de toda falsedad, cómo no, en el fondo. Qué circo, por Dios, qué manera de faltar al respeto y la verdad por parte de nuestros representantes políticos hacia la protagonista del acto, la princesa, y a la ciudadanía en general.
No hace falta glosar la imagen de Leonor, en ella la forma y el fondo van unidas al modo garcilasiano, el equilibrio y la belleza exterior e interior. ¡Qué contraste!, Ni hace falta destacar el entusiasmo sincero y la adhesión a la fiesta del pueblo de Madrid, que nunca falla. Había mucho de ancestral y castizo en las calles repletas de gentes sencillas, vitoreando y felicitando, sinceramente, ellos sí, a su futura reina y a la impecable familia real.
Me pregunto si los madrileños sabían lo que los villanos estaban fraguando a espaldas de Felipe VI, Leonor su heredera, y de todos nosotros, contra España y contra la monarquía, a manos del gobierno antiespañol, golpista antimonárquico y que se firmó por mano de Pedro Sánchez esa misma tarde. O preferían ignorarlo y disfrutar el momento.
A pesar del boato y la corrección, hubo varias imágenes a lo largo de la ceremonia que delataban la tensión que impregnó en todo momento el solemne acto. Y fueron la postura, los movimientos y sobre todo la cara de Pedro Sánchez. Considero al presidente capaz de todo, como viene demostrando; capaz de mentir, incumplir promesas electorales, negar la mayor y lo dicho en el mismo discurso, acomodación de las leyes y las normas a sus ambiciones de poder y a su conveniencia. Capaz de descuartizar la patria común de todos los españoles sin mover una ceja.
Lo que no conocíamos, yo al menos, es sus dotes de villano al más puro estilo. Qué imagen tan clásica del sospechoso de la trama, del malo de la película, del villano traidor del puñal escondido. Mandíbula apretada, sonrisa sardónica, mirada aviesa mezcla de envidia y resentimiento… El puñal bajo la capa, escrito en papel, listo para firmar esa misma tarde con sus cómplices nada más salir a escondidas por la carrera de San Jerónimo hacia el abismo español.
Pilar Blasco
Pilar Blasco… comentarios tan partidistas solo lo puede hacer la derecha, una derecha que se mira el ombligo y olvida los sucesos de esta nación. Olvidar tanta corrupción como solo un partido acapara, corrupción institucional, corrupción a todos los niveles (incluidos varios de sus presidentes negando “la mayor”, -no hay armas destructivas, ha sido ETA- -se fuerte, Luis…- etc). Sra Blasco: gobernantes y representantes institucionales ha tenido este pais con aureola de cretinismo ¡por lo menos! Que no le guste el gobierno en funciones o que desprecie a la izquierda, lo puedo entender, pero que subestime, desvalore, desdeñe o denigre a los que aún gobiernan la nación creo que solo apoya a los asilvestrados, vandalos e incultos individuos de la ultraderecha. España merece comentarios de una licenciada con mayor calidad y neutralidad.
Toda la razón. No creo que ella lea esto, pues debe estar con los ultramontanos en la calle Ferraz montando el pollo sin acatar lo que las urnas dictaron en Julio. Y luego van de demócratas y constitucionalistas. Siendo licenciada en Lengua más vale que no se la muerda pues corre el riesgo de envenenarse. Saludos.
De nuevo se confunde el derecho a la libertad de expresión con el insulto. Estoy deseando leer en este periódico un artículo de opinión en el que se califique con los mismos términos al gobierno municipal.