El calvario de una alcalaína al intentar eliminar sus fotos sexuales de Internet

Un evento traumático por el que han pasado otras mujeres menos anónimas como Scarlet Johansson o Jennifer Lawrence. Esta joven de Alcalá de Henares, que por aquel entonces acababa de cumplir 18 años, sumaba cientos de amigos en MySpace. Algunos conocidos y otras personas de sitios remotos.

StopNCII.org: Plataforma internacional que toma acciones contra la difusión de imágenes íntimas sin consentimiento
  • Ahora eliminarlas es más fácil que antes, pero el contenido íntimo compartido sin permiso puede quedarse dando vueltas por la red durante décadas.

Todo empezó en 2008, hace 15 años. Raquel C. era una usuaria muy activa de la red social del momento, MySpace, un sitio en el que jóvenes de todo el mundo interactuaban en función a sus gustos musicales. Lo que empezó como una ciberrelación, pronto se convirtió en una siniestra pesadilla en la que sus fotos acabaron publicadas en otras redes sociales y foros de Internet.

Un evento traumático por el que han pasado otras mujeres menos anónimas como Scarlet Johansson o Jennifer Lawrence. Esta joven de Alcalá de Henares, que por aquel entonces acababa de cumplir 18 años, sumaba cientos de amigos en MySpace. Algunos conocidos y otras personas de sitios remotos. Fue en esta red social donde contactó con un joven canario, tinerfeño en concreto, líder de una banda de rock de la que prefiere no dejar constancia, ya que sigue frecuentando el mismo entorno. De aquel rock que coquetea con la blasfemia, cuya simbología satánica conectaba con los gustos y la rebeldía de esta joven alcalaína.


Ciberrelación a distancia

Ella, cuyo primer y único novio había sido otro chico de su edad con el que había compartido aula en el instituto, se dejó engatusar por la melena y la rudeza que aquel muchacho de Canarias desprendía. “Tenía el perfil lleno de fotos tocando la guitarra en la penumbra, con el pelo tapándole la mitad del rostro, y otras tantas con un cinturón de pinchos y un colgante con una cruz invertida. Era una chavala, claro que me iba a gustar. Era totalmente trasgresor”, señala Raquel, recordando el primer intercambio de mensajes.

Aquella era una época en la que se presumía de cibernovio con los amigos y se ocultaba por vergüenza entre familiares. Intercambiaron multitud de mensajes, incluso se dejaron algunos comentarios públicos en sus respectivos perfiles de MySpace. Sus amigas, también obnubiladas por la imagen adulta y cliché que supone ser líder de una banda, animaron a Raquel a conocerle en persona tras meses de palabras que, con nocturnidad y alevosía, compartían de doce a tres y cuatro de la mañana, según se relata en EL MUNDO.

“Estaba tan enamorada que apenas dormía, probablemente no ayudó a que pensara las cosas con cabeza”, explica esta joven que ya supera la treintena. Al final se conocieron, él le compró un billete de avión y, en Tenerife, Raquel vivió lo que creía que fueron los 15 mejores días de su corta vida. Su edad y que, en aquella época, Internet aún era una cosa muy nueva, la llevaron a tomar ciertas malas decisiones, movida por la pasión del amor juvenil y la inocencia del momento.

Durante su estancia en la casa del tinerfeño, se dejó fotografiar sin nada de ropa y en posiciones en las que no dejaba nada a la imaginación. “No dejé que nos grabara durante el acto, simplemente permití que me fotografiara desnuda porque me dijo que le gustaba mi cuerpo”, subraya la joven alcalaína. Al volver a su casa, continuaron hablando, planeando el próximo encuentro que tendría lugar en la Península. Una noche, él, de madrugada, le pidió que con un rotulador se pintara el nombre de su grupo de música en su cuerpo, desnudo, y le enviara la foto, para las noches en las que la echara de menos.

Unas fotos no tan íntimas: “Claro que accedí, creía que era mi novio y me pareció sexy escribir en mi pecho desnudo. Aproveché un espejo para que se me viera completamente y con las piernas abiertas. De verdad creí que solo las vería él”, detalla Raquel mientras le cambia el gesto. El muchacho tenía otros planes y al final fueron bastantes más de dos ojos los que contemplaron a Raquel como su madre la trajo al mundo.

Durante años, muchos años, se ha ido encontrando sus propias fotos en multitud de sitios. Primero se las encontró en el propio MySpace. Otro miembro de la banda de rock la había compartido en el perfil de su grupo de música, alardeando de fans acérrimas, tanto como para tomarse esa clase de fotografías. “En aquel momento no me planteé que lo más sensato habría sido no incluir mi cara en la fotografía, pero no tenía ni idea de lo que pasaría”, añade Raquel.


Fotos íntimas fuera de control

Su primera reacción fue llorar, lágrimas de impotencia y de vergüenza. Después, llamó a su enamorado por teléfono para pedirle explicaciones. “Me confesó haberlas compartido con su banda solo para alardear de novia. Evidentemente se lavaba las manos respecto a lo que hubieran hecho sus amigos”, añade la alcalaína. Como si fuera el contenido viral del momento y a pesar de ser una mujer completamente anónima, Raquel fue encontrándose sus fotos en todo tipo de lugares en la red. Foros de Internet, blogs sobre festivales y grupos de música, incluso páginas de contenido erótico.

Aquello estaba completamente fuera de control. El colapso llegó cuando en la zona de bares ‘heavys’ que regentaba en Madrid se encontró, con estupefacción, su foto pegada en la pared del baño, con aquel infame logo pintado a rotulador entre pecho y pecho, con su teléfono móvil escrito en la parte inferior. Como si aquello fuera un anuncio de teléfono erótico o cualquier servicio del mismo tipo. Su foto no solo estaba circulando sin control por Internet, sino que aquella ‘humillación’, tal y como lo sentía ella, se había materializado.

“Supe que había sido un grupo de chichas y chicos que me conocían de ir a los mismos conciertos. Años después traté de hablarlo con una de ellas, pero le restó importancia, eso fue otra realidad que tuve que asimilar, lo poco conscientes que eran del daño que habían causado”, explica Raquel, aguantando las lágrimas. Ni siquiera se le ocurrió denunciar aquello en ese momento. Arrancó el cartel y estuvo varios años sin volver a aquellos lugares, se borró MySpace y cayó en una depresión de la que comenzó a tratarse pasados muchos meses.

“Dejé de salir, cogí peso, apenas dormía y pasaba las noches buscando dónde más estaban mis fotos y leyendo los comentarios que escribían sobre ellas. Incluso en otros idiomas. Me sacaban defectos, hablaban de mis pechos y de mi barriga, otros detallaban de forma minuciosa lo que me harían. Aquello me estaba volviendo loca”, explica Raquel.

En aquel momento solo se le ocurrió escribir a MySpace y tras varios mensajes insistiendo, borraron el perfil del grupo de música, con su foto incluida. Pero la pesadilla no acabó ahí: siguió viendo sus fotos en foros durante años. Se puso en contacto con todos y cada uno de los administradores de estos sitios y solo recibió silencio. Muchas de estas webs, a día de hoy, funcionan como el salvaje oeste. “Muchas tienen publicidad y, cuantos más usuarios, más dinero reciben. Se lucran de fotos de chicas que seguro ni saben que aparecen en estos sitios. Es vomitivo la cantidad de salvajadas que sueltan de cada una. Mi terapeuta me dijo que lo primero que tenía que hace es dejar de leer lo que decían de mí. Me consumía”, apostilla Raquel.


Ni desaparece ni se olvida

La creadora de contenido Hurona Rolera vivió algo similar hace años, con fotografías de cuando era menor de edad y, aún hoy, tal y como señala en sus redes sociales, aún se siguen compartiendo. En el caso de Raquel, estas dichosas fotos, que le han ido persiguiendo y atormentando desde 2008, ya solo tenían presencia en 4chan, Reddit y algunos herederos de lo que fue Hispachan. El impacto de la publicación de este tipo de contenido personal puede tener consecuencias catastróficas.

En Italia, Tiziana Cantone vivió y sufrió una larga batalla legal por eliminar de Internet unos vídeos sexuales suyos que había compartido en el ámbito privado. No pudo escapar de aquel “Stai facendo un video? ¡Bravo!” (¿Estás filmando? ¡Bien!). En Italia se hicieron camisetas, fundas de móvil y todo tipo de merchandising. La joven italiana incluso se cambió de ciudad y estaba en proceso de cambiarse de nombre cuando apareció muerta, con un pañuelo al cuello atado a una herramienta de fitness.

Un caso de supuesto suicidio que se reabrió en 2021, con exhumación del cuerpo incluida, tras encontrar restos de ADN de dos hombres donde encontraron a Cantone. “Es normal sentir vergüenza cuando un aspecto de nuestra intimidad, como son las fotos o vídeos de contenido sexual, acaban a la vista de todos. Con mis pacientes trabajo la aceptación, porque no pueden hacer que la gente desvela sus fotos. La naturalización del desnudo y la confianza en otras personas, que suele perderse completamente tras un hecho así. Siempre con cierta precaución, claro, sabiendo las herramientas que tienen a su disposición”, señala Cristina Fernández, psicóloga especializada en terapias cognitivo conductuales en Madrid.


Herramientas de eliminación

Muchos años después, Raquel recurrió directamente a los servicios con los que cuentan las diferentes redes sociales como Facebook, Google, Twitter, Instagram y TikTok. Aunque este tipo de ‘ayudas’ son relativamente nuevas, hace años no había un método de protección específico. El problema es que algunas de estas soluciones solo funcionan en sus propias webs e incluso requieren que se denuncie de forma individual cada contenido. Lo que implica que la propia víctima tenga que estar revisando fotos y perfiles de forma periódica buscando sus fotos.

Hace unos meses, la joven de Alcalá de Henares conoció StopNCII.org por una publicación en Twitter, una herramienta que funciona incluso antes de que ocurra la filtración. Creada por la Revenge Porn Helpline, parte de la organización dedicada a potenciar el uso seguro y protegido de la tecnología a nivel mundial SWGfL, esta aplicación es capaz de rastrear Internet y encontrar las fotos e iniciar el proceso de eliminación.

De esta forma se evita el mal trago de tener que seguir hurgando en el trauma, buscando las imágenes on line y viendo, de paso, todo lo que se escribe acerca de las mismas. De hecho, esta herramienta sirve incluso para proteger las imágenes antes de ser compartidas, por ejemplo, durante el ‘sexting’. Es cierto que la confianza es lo primero, pero son miles y miles los casos de parejas que han roto y uno de ellos, en venganza, ha subido fotos íntimas en Internet, de ahí el nombre de la organización Revenge Porn Helpline (Línea de ayuda de pornografía de venganza).

StopNCII ni siquiera necesita que se suba el contenido que debe detectar y eliminar. Mediante un formulario, desde el dispositivo desde el que se accede (PC, teléfono móvil o tablet) se señalan las fotos, tanto que se quieren registrar con antelación, para evitar que se compartan, como las que ya hay en la red. Entonces la web crea un ‘hash’, en ningún momento esas fotografías se suben ni salen del dispositivo. Ese ‘hash’ o código único, similar a un patrón de seguridad o huella digital, será lo que comparta con las compañías participantes en la iniciativa para detectar el contenido y borrarlo.

Hasta la fecha ha logrado una tasa de eliminación de más del 90% y entre las empresas que participan con ellos están Facebook, TikTok, Reddit, Intagram, Bumble, Onlyfans o Threads. También colaboran con las diferentes asociaciones que hay a nivel mundial en contra de la difusión de este tipo de contenidos íntimos y el cyberbullying. “Me alegro de que ahora haya tanta conciencia y de que las empresas se hayan puesto las pilas. Mi único consuelo ya es pensar que, ahora, otras chicas no tendrán que pasar lo mismo que yo”, sentencia Raquel.

 

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