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Al parecer, tanto desde las alturas como desde las bases le dijeron a Guardiola que no solo lo estaba haciendo mal, sino que estaba perjudicando gravemente a Núñez Feijoo.
- Santiago López Legarda es un periodista alcalaíno que ha ejercido en diferentes medios nacionales.
Puede que el futuro político de la nueva Presidenta de Extremadura sea igual de esplendoroso que el de la madrileña Díaz Ayuso, pero no me negarán que arranca con mal pie. Se aviene a incluir en su Gobierno a los amigos/adversarios de VOX después de haber dicho que jamás de los jamases compartiría con ellos tan alta responsabilidad. Antes de desdecirse de un modo tan humillante, María Guardiola podría haber recogido sus bártulos y emprender su personal travesía del desierto, como hizo en su día un tal Pedro Sánchez. Ni en la política ni en la vida resulta fácil ser coherente con uno mismo, pero ya vamos viendo que hay personas más incoherentes que otras.
Al parecer, tanto desde las alturas como desde las bases le dijeron a Guardiola que no solo lo estaba haciendo mal, sino que estaba perjudicando gravemente a Núñez Feijoo. Y a mí me parece que ahora también lo está perjudicando, porque difícilmente podrá el aspirante popular ir por las plazas de España llamando mentiroso a su principal rival en el camino hacia La Moncloa. Y difícilmente podrá el gallego defender su propia coherencia cuando ahora dice que la reforma laboral pactada por Yolanda Díaz con patronal y sindicatos es correcta. ¡Después de haber votado en contra en el Parlamento uniendo sus votos a los de los independentistas de ERC y BILDU! A lo mejor es que cualquier cosa vale con tal de derogar el sanchismo.
Desde los tiempos, ya un poco borrosos, en que José María Aznar y Jaime Mayor Oreja acercaban a mansalva presos etarras hacia las cárceles del País Vasco, la doble vara de medir que emplean los populares es vomitiva: cuando ellos hacen pactos, aunque sea con el Diablo, todo es muy santo y muy bueno puesto que se hace por el bien de España. Cuando son los socialistas los que cierran pactos ( a veces no muy santos, todo hay que decirlo) ponen el grito en el cielo, como si les hubieran pisoteado un par de callos en un vagón de metro.
En esto sí que tenemos que reconocer que la derecha es fiel a sí misma, no de ahora, sino de hace siglos: primero defendieron que el poder de los reyes ( y de algún que otro dictador ) les correspondía por derecho divino; después defendieron el voto censitario, que negaba el derecho a votar a todos los ciudadanos que no alcanzasen unos determinados niveles de renta y patrimonio; más tarde se opusieron a conceder el derecho de voto a las mujeres; ya más próximos a nuestros días, se mostraron convencidos de que el pueblo soberano se había equivocado en las urnas y, en consecuencia, apoyaron o propiciaron una sublevación militar; en las décadas siguientes, sus cabezas de referencia insistieron una y otra vez en que eso de la democracia inorgánica estaba muy bien para un pueblo pacífico como el inglés, pero no para los anárquicos y levantiscos españoles; y ya en nuestros días sentencian que en el Parlamento no se pueden cerrar acuerdos con fuerzas políticas perfectamente legales como ERC y BILDU…salvo que sean ellos quienes los cierren. Esta es la derecha que tenemos, queridos amigos, a una parte de la cual podemos calificarla, y espero que no se ofendan, como derecha franquista.
Claro que en todas partes cuecen habas, como asegura la sabiduría popular. Ahí tenemos los casos de Hungría y Polonia, haciendo saltar por los aires ciertos consensos básicos de la Unión Europea; ahí el caso de ¡Alemania!, donde un partido neonazi se ha hecho con un gobierno regional; ahí el caso de Finlandia, también con algún simpatizante nazi en su nuevo Gobierno. Parece, pues, que afrontamos uno de esos períodos en los que la historia, en lugar de avanzar hacia su perfección final, como defendían Fukuyama y otros pensadores, se da la vuelta y comienza un vigoroso avance sobre la retaguardia, es decir, un retroceso hasta no sabemos dónde.
Supongo que los expertos estarán ya trabajando día y noche para explicarnos lo que nos pasa. Pero yo tengo la impresión de que en lo que podríamos llamar el mundo rico mucha gente, que va desde los ricos de verdad hasta las clases medias y las clases menesterosas, se ha cansado de las políticas que favorecen la igualdad y la solidaridad. Ciudadanos cansados y cabreados, llenos de temor por las incertidumbres de un futuro que no llegarán a conocer, convencidos de que el mundo se mueve gracias a su esfuerzo y trabajo, mientras otros no paran de echarle morro a la vida, ciudadanos hartos de pagar impuestos, aunque, en realidad, lo que paguen sea una minucia en comparación con lo que ganan o lo que tienen. Ciudadanos convencidos de que se ha ido demasiado lejos en el reconocimiento de derechos a las minorías, convencidos también de que ellos lo arreglarían todo en un pis pas con una política de garrotazo y tente tieso. Que cada palo aguante su vela, se dicen a sí mismos, sin querer ver que el garrote, al menos en la historia que hemos conocido hasta hoy, siempre acaba cayendo sobre las cabezas que tan ansiosamente lo reclamaban.
Totalmente de acuerdo, Santiago. Excelente artículo.
En el abandono de la educación se asienta la destrucción de la democracia. Y la extrema derecha siempre se ha aprovechado de la ignorancia de los demás.
Lo dicho: la coherencia en el Partido Popular… brilla por su ausencia, eso sí, reprochar al adversario ¿son expertos!
Enhorabuena, señor Sánchez Legarda, imposible decirlo mejor.
En los tiempos de mi ya lejana juvetud, allá porla Transición, corría el chascarrillo de “eres más tonto que un obrero de derechas”, y tenía toda la razón al menos en lo referente a la derecha que hemos padecido en España durante los últimos siglos y que aún ahora se resiste a desaparecer sustituida por otra derecha -su existencia es necesaria en una democracia- más acorde con los tiempos y sobre todo menos rapaz.
Yo estoy alucinado con lo que pasa en la Comunidad de Madrid, con una Isabel Díaz Ayuso cuyo nicho ecológico correspondería no ya al PP, sino como poco a Vox arrasando en las urnas con un mensaje populista que sólo engaña a quienes se dejan engañar y una ¿gestión? que perjudica a la gran mayoría de la población en beneficio de los de siempre, esos cuyos antepasados eran señores de horca y cuchillo de sus feudos y, más recientemente, caciques berlanguescos pero no por ello menos dañinos.
Lo curioso es que con el apoyo de la minoría a los que su peculiar ¿gobierno? beneficia jamás ganaría unas elecciones, así que dejo a la consideración de los lectores la resolución de tan intrigante enigma. Porque, una de dos, o la mayoría de la población de la Comunidad de Madrid es masoquista -sólo hay que ver como está dejando la sanidad o la educación para comprobarlo-, o bien tiene la habilidad de engañarlos como a chinos, y eso que los chinos de verdad, que de tontos no tienen un pelo, no votan.
No se pueden decir tantas tonterías en tan poco espacio. Enhorabuena, Complutense.
Quien insulta se descalifica él solo. Menos insultos gratuitos y más argumentos si es que pueda ser capaz de articularlos, cosa que personalmente dudo dado el tono de su gratuito exabrupto. Con gente como usted los mandamases de los partidos políticos, sean los que sean, seguro que se frotarán las manos para desgracia de la democracia verdadera.
En fin, qué se le va a hacer…
Es una alegría leer que no soy la única que piensa que esto del PP es vomitivo en general y además en Madrid particularmente patético. Veinte años destrozando ( privatizando) servicios esenciales ( sanidad,educación, residencias de mayores)..y la mayoría de madrileños les siguen votando. La mayoría de madrileños son ricos?
Le remito a mi comentario, y también a la “respuesta” -por llamarla algo- con la que me regalaron. En uno y otra está explicado todo.
Y así nos va. Yo entiendo la democracia y el voto como algo reflexivo en lo que evidentemente cuentan tus ideas, pero también la reflexión y el sentido común. Y si hay algo que no soporto es la fe ciega a unas siglas -las que sean, esto es irrelevante- con independencia de que estén en manos de unos políticos serios y responsables o, por el contrario, en las de unos aventureros que las utilizan para sus propios fines sin importarles el perjuicio que puedan causar a quienes creyeron en ellos. Vamos, el equivalente a los forofos futbolísticos que lo que desean no es el deporte en sí, sino que gane siempre su equipo aunque sea gracias a un penalti injusto.
Tengo todo el respeto hacia aquellos que no piensan como yo, pero dando por supuesto que todos nos podemos equivocar y yo el primero; pero lo malo no está en ello, sino en que nos neguemos cerrilmente a rectificar por mucha que sea la deriva de aquellos a los que hemos votdo.
Huelga decir que esta reflexión es válida para todo el arco político, pero en lo que nos afecta personalmente ha dado usted en el clavo, con el añadido de que se inició con una turbia maniobra -el tamayazo- por el que deberían haberse depurado unas responsabilidades no sólo políticas sino también judiciales, algo que por razones no explicadas pero fáciles de suponer no se hizo.
Pero qué quieres, toma mayoría absoluta…
E insisto, para todos aquellos de duras entendederas: no es una reflexión política, sino democrática, y no va dirigida contra ningún sector político en concreto, sino hacia una circunstancia muy determinada que no tiene por qué ser extrapolable a la totalidad del mismo. También me pasaron cosas similares con los “otros”, y también me he arrepentido en su momento de haber votado a quienes entonces voté. Pero tuve propósito de enmienda, cosa de la que muchos, al parecer, son incapaces de hacer.